ᴜᴠᴀs ᴀɢʀɪᴀs

By TakitoSan

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A finales de la era victoriana, Izuku Midoriya es sentenciado por un acto de sodomía. Ingresado a un reformat... More

Introducción
Antecedentes
Acidez
Agridulce
Instinto
Introspección
Cotidiano
Compañerismo
Complicado
Compulsivo
Solitario
Soñado
Soberbio
Devoto
Defectuoso
Debilitado
Doloroso
Difuso
Diáfano
Precipitado
Preocupado
Patológico
Pictórico
Pesadillas
Príncipe
Rey
Reflexivo
Refrescante
Ruidoso
Fanart
Reacciones
Rabioso
Reparable
Virtuoso
Volátil
Venenoso
Fanarts 2.0
Visceral
Vinculos
Verdadero
Verbal
Vorágine
Naranja I
Naranja II
Naranja III
Naranja: Intermedio
Fanarts 3. 0
Efervescencia
Espontáneo
Exposición
Enfermizo
Ecuánime
Errático
Tajante
Transparente
Tolerante
Turbulento
Tumultuoso
Templado
Fortalecedor
Frecuente
Fiel
Febril
Futuro
Fantástico

Sonriente

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By TakitoSan

La puerta fue azotada. Por enésima vez oyó el seguro de la puerta atrancándose y la voz carrasposa de la abuela detrás regañando su agresiva conducta.

-¡Una día vas a matarme, jovencito! -dijo la robusta anciana mientras golpeaba la puerta como amenaza -No salgas hasta que recapacites si no te daré con la vara para que te arregles.

Katsuki suspiró cabizbajo. Sus ropas elegantes estaban sucias como si fuera un desollinador, los nudillos le dolían y en su piel despellejada se miraba el rojo de su sangre. Tenía trece años y no comprendió la furia que surgió cuando su vecino de quince años se cruzó la calle y estorbo su caminó frente a él. Fue un arranque que terminó en una pelea.

Se acostó resignado en el suelo del ático, su cabeza rebotó contra la madera algo podrida. No tenía remedio. De nuevo estaba enjaulado con el silencio. Se sintió miserable. Entonces escuchó el sonido de una rata que chilló llenando el ambiente oscuro y húmedo.

-Al menos tengo una amiga -suspiró con un dolor en el pecho e intentó sonreír.

Enseguida volteó su cabeza de lado y vio a la rata mordisqueando un pedazo de queso de una trampa de ratones entre dos cajas viejas; comía y comía y sus bigotes se movían divertidos que simpatizó al pequeño Katsuki. Por un momento se sintió acompañado. Fue un segundo en el cual su linda sonrisa endulzó su rostro. Un segundo que lo apartó de sentirse olvidado hasta que el peso de la rata activó la trampa y un crack partió su cuerpo.

-¡Ja! De nuevo solo -dijo con la mirada perdida y acuosa.

Respiró profundo, olió la asquerosa sangre del roedor, el olor a rancio de la basura del sitio y sintió una loza aplastando su pecho. Dolía saber que en ese ático en penumbras era el único ser vivo.

En su mundo de encierro nunca había nadie más...



Tres meses atrás...

Soso, sumiso, simplón e irritantemente sonriente. Esas fueron las palabras que Katsuki definió a su nuevo criado a la primera semana de su llegada; se hallaba sentado en la cama izquierda perteneciente a su compañero, desde ahí sus ojos rojos alargados como almendras lo observaron trabajar en hacer su cama.

El chico pecoso estiró el cubrecama sobre el colchón con cierta delicadeza y esponjó sus almohadas con ambas manos entonces olió el humo de un cigarrillo y empezó a toser severamente.

-¿K-katsuki podrías apagar eso? Mi garganta me pica -pidió amable entre una ligera tos y apuntó el cigarrillo que sostenía sus dedos.

-No -respondió sin ni siquiera meditarlo, dio otra calada y esparció el humo al techo a propósito.

Izuku sonrió sin decir nada y vio lamentándose como el humo se concentraba en esa reducida habitación de dos camas, una mesita entre ellas y un armario compartido.

Katsuki se irritó. Estúpida sonrisa pensó. Solo tres semanas y se largará. Estaba seguro que Izuku estaría un mes a su lado como los otros dos y luego lo echaría de cabeza por alguna estupidez y nunca vería sus labios curveados otra vez. De nuevo echó otra mirada, esta vez a su cuerpo pequeño y cuadrado que parecía tener buena salud. Provocó chasquear la boca.

-¿Oye, idiota porque te ves tan bien? -preguntó con su tono dominante de voz, fumó de nuevo y vio como la cara de su criado se sonrojaba sin razón.

-N-no, no creo que me vea tan bien como dices -contestó modesto como si oyera un cumplido y de nuevo formó una sonrisa esta vez una más pequeña y tenue.

-¿Ah? -Katsuki se preguntaba por qué diablos sonreía tanto y sus nervios crisparon. -¿Qué no vinieron unos tipos a arrastrarte algún rincón y te golpearon? A los novatos les dan palizas al llegar, ¿Porqué te ves intacto?

-¿P-palizas? -Su criado se sorprendió, no tenía idea. Tocó su mentón a la vez que tosía de manera intermitente -Bueno, unos chicos vinieron y me preguntaron si era nuevo, -tosió -y-yo sonreí, respondí que me habían asignado la habitación 308 -tosió -entonces se fueron corriendo como si hubieran visto el diablo detrás de mí. -De nuevo sonrió pero ahora el rubio amargado tuvo que escuchar su risa irritable combinada con su tos.

Mierda. Deja de sonreír, imbécil. ¡Ya para, maldito! ¡Te golpearé!

Su cara se arrugó y sus dientes rechinaron, Katsuki sintió sus tripas retorcerse y se movió en la cama intentado controlar sus impulsos.

Esa sonrisa de manera visual era como ese molesto chirrido de uñas contra un pizarrón que los oídos no toleran sin razón. Y estaba tan inmerso en esa sonrisa fea y fastidiado por esa tos que no paraba que el cigarrillo entre sus dedos se fue consumiendo y eso lo hizo gruñir.

A partir de ese día dejó de fumar en su habitación.

-Tres semanas y se irá -dijo entredientes y espero su huida.

Para la segunda semana, cada vez que Katsuki ordenaba lavar su uniforme, limpiar sus zapatos, hacer su tarea. Izuku asentía diciendo "de inmediato" y esa curva estúpida y tímida cambiaba su rostro cubierto de pecas de u a forma dulce.

Era una sonrisa de autodefensa. Al menos eso era lo que creía y al bastardo le funcionaba pues su sonrisa era larga y bonita para irritarlo pero no lo suficiente para querer romperle los dientes incluso si realizaba mal las cosas.

-¡A esto le llamas lustrar, inútil! -Katsuki regañó desde su cama ante el poco brilló de un zapato comparado al otro y se los arrojó directo a la cabeza.

La punta del zapato golpeó su coronilla pero Izuku no emitió ningún gemido de dolor o lloriqueo. Sé sobresaltó por su voz salvaje y se le erizó los vellos pero respondió enérgico.

-¡M-me e-esforzaré la próxima vez, Katsuki! ¡En la siguiente oportunidad lo haré perfecto!

Katsuki frunció la boca y sintió desesperación.

¡Deja de esforzarte! De todos modos la cagarás la siguiente vez.

Otro día. Izuku se equivocó y volvió a remarcar sus errores.

-¡Qué no sabes factorizar? -El rubio fue a la otra cama y abofeteó a su criado con su tarea de matemáticas mal hecha.

-S-solo me equivoque por un número -se justificó acariciando su mejilla roja como un niño.

-¡Qué te dije de contestarme, Deku idiota! -Le torció la corbata púrpura mal anudada del uniforme y lo jaló. Su boca amenazante se posicionó cerca de la boca de su criado que lo puso a temblar y sudar.

Katsuki sonreía arrogante, le satisfacía ver temblar a sus enemigos por su presencia. En esos primeros días Izuku quería ser bueno en todo porque temía una golpiza como esa que le dieron sus supuestos amigos del colegio. Aún no caí en la obsesión e impulsos sexuales que en su interior eran chispas.

-¡Me esforzaré la próxima vez! -Izuku exclamó de nuevo pero esta vez sus ojos parecían llamas.

Katsuki soltó su corbata y contempló el tono esmeralda de sus ojos. Era la fuerza que poseían que llamó su atención. Por fin comprendió la razón de irritarse por esa sonrisa. La curva se estiraba entre dos emociones el temor de ser castigado y la pasión del desafío.

Para casi finalizar la segunda semana Izuku mejoró su técnica de lavado, planchado y lustrado que lo dejó mudo a tal punto que sus zapatos se vieron impecables, su uniforme se sentía suave a los dedos y su tarea no había marcas de borrador y al revisar las respuestas eran correctas.

-¿Cómo estuve, Kacchan? ¿Te gustó? ¡Si, te gustó, Kacchan! ¿Verdad, que te gustó? -dijo de nuevo sonriente, sacando ese apodo lindo por primera vez, sabía que había hecho un buen trabajo y esperaba su halago.

Katsuki sostuvo su libreta y una pequeña sonrisa se le escapó. Izuku revoloteó a su alrededor y repetía lo mismo.

-¿Lo hice bien? -preguntó inclinándose hacia él de una manera que percibió como femenina y se sintió extraño pero bajó su libreta para mostrar la emoción de su cara.

-¡Eres un bastardo de mierda, Deku! ¡Qué si lo hiciste bien?-dijo con una sonrisa orgullosa y puso una mano en su hombro que puso rígido a Izuku -¡Eres un puto genio! ¡Esto parece de un profesional! -dijo impresionado.

Izuku sonrió gigante, mostrando los dientes y Katsuki observó su felicidad con suavidad sin darse cuenta del tiempo.

Aunque su criado mostró su valor y el fruto de su esfuerzo su relación no mejoró de todas maneras. Katsuki seguía gritando las ordenes y cuando no le gritaba ni siquiera le dirigía la palabra.

Había momentos de aburrimiento en su dormitorio donde Katsuki tiraba cartas de poker al aire e Izuku iba recogiéndolas y ni siquiera se le ocurría iniciar conversación. Después de todo ¿A quién le importaba lo que tenía que decir su criado? Veía a Izuku no solo como un simplón si no como un nerd y aun odiaba su sonrisa.

Para la tercera semana se preguntaba si Izuku se iría al final del mes o él terminaría corriéndolo.

Un día después de las duchas, cuando en su habitación ambos se arreglaban su uniforme escolar notó lo abultada y pequeña que se hacia la corbata. Lo miró de reojo como batallaba. Izuku pasaba la punta de la corbata arriba, luego por detrás, se le enchuecaba en el cuello y apretaba fuerte hacia su garganta.

Katsuki chasqueó la boca.

-¡Deku eres un inútil! ¡Lograste el planchado perfecto en un uniforme como si fueras el mejor mayordomo del mundo pero eres un retrasado para hacerte la corbata! ¡Qué raro eres!

Katsuki siendo impaciente, jaló la corbata púrpura y la desanudó. Izuku se sonrojó al ver sus ásperos dedos medir la tela y cruzarla sobre su cuello, el rubio se concentró en su trabajo e hizo un nudo hermoso.

-G-gracias -dijo Izuku a su primer gesto amable y le mostró una sonrisa natural sin rastros de miedo o desafío.

Katsuki enchuecó la boca y al notar esa expresión tonta frente a él mirándolo conmovido por su acción rectificó su actuar.

-¡No te creas la gran cosa! ¡No te hice un favor, esclavo inútil! -dijo empujándolo -Es que odio la maldita asimetría y tu corbata es la mas horrible que he visto. ¡No te volveré ayudar! -Su ceño se arrugó y decidió largarse de la habitación antes de querer borrarle a puños la boca.

En la hora del desayuno, Katsuki continuó con sus asuntos junto a Kaminari y Kirishima. Siempre comía con ellos no por gusto, si no porque era la hora donde podían reunirse a hablar del contrabando. Izuku era apartado, comía solo en una mesa del rincón. En el comedor muchos pervertidos echaban un ojo al recién llegado para ver el material. Sin embargo, nadie le interesaba acercarse a él por temor a los puños del rubio.

-Oye, ¿no vas invitar al chico nuevo a comer con nosotros? -preguntó Kirishima.

-No, es irritante.

Katsuki se limitó a contestar y desgarró su pan con sus grandes dientes. Curioso alzó la cabeza para ver que hacia Izuku que comía su pan de centeno a pequeños bocados como un roedor. Él observaba como las demás mesas estaban llenas, unos vendían las charolas de su comida por protección o artículos, los amos les quitaban el pan a sus criados y estos bajaban la cabeza sin chistar y una mesa al fondo se hallaba una mesa con mayor comida y diferentes platos como si un rey le sirviesen. En esa mesa se hallaba Shinsou pero Izuku en ese momento era un novato que ni siquiera notaba la estructura de poder del reformatorio porque su mente estaba concentrada en obedecer día y noche a Katsuki y ser el criado perfecto.

-¡Vamos hablarle, Kirishima! ¡Es un criado de Bakugou igual que nosotros! -dijo Kaminari y se levantó para ir por él y Katsuki apretó su brazo.

-No. No lo quiero en mi mesa ya te dije que es irritante -dijo ofuscado.

-Denki también es irritante y lo dejas estar aquí -dijo Kirishima.

-¡Ey! -protestó el rubio tonto.

-Kaminari es molesto pero Deku es irritante de otra manera... Además en un mes tendré un nuevo criado. No quiero que se meta en nuestros asuntos.

Kirishima y Kaminari asintieron, también esperaban que eso pasara pero Izuku se esforzó y siguió junto a Katsuki como un perro que se aferra a la pierna de su amo.

Al paso de los días Katsuki ya pateaba la pared por lo desesperado de salir a la villa por mercancía y desahogar su violencia en el acto sexual.

Desde la puerta le dijo casual a Izuku que se iba y este se alarmó ante la sorpresa, saltó de su cama y lo llenó de preguntas:

-¿Porqué te vas? ¿Cómo sales? ¿A dónde vas? ¿Cuando regresas? ¿Qué hago si Aizawa aparece? ¿Ahora soy tu cómplice? ¿Me castigaran por esto? ¿Estarás bien?

Izuku se acercó a su amo a tal punto de tocar las solapas de su saco. Katsuki se reflejó en sus ojos verdes con una cara amarga. Percibió temor en sus redondos ojos, supuso que veía por sus intereses, si lo descubrían y lo castigaban en una celda de aislamiento nadie evitaría que abusaran de él, sintió que Izuku fingió una preocupación que le pareció hipócrita.

-K-katsuki entonces puedo ayudarte en algo -dijo amable y esa sonrisa servicial apareció.

¡Joder es tan molesto!

-Oye, inútil. -dijo enojado y lo alejó de un empujón.

-Si -alzó el rostro como un perro fiel.

-Eres mi criado pero deja de exagerar tu lambisconería, siempre estás sonriendo y jodiendo en ayudar, ¡Llegas a hartar! Tienes una cara de que me la quieres chupar todo el tiempo que ya no me la aguanto ¡Haz lo que te ordeno cuando te lo ordeno y no te metas en mis asuntos!

-S-si, Kacchan -Izuku soltó ese apodo que el otro ignoró y su rostro pareció triste.

Katsuki se fue con los hombros tensos. Si su sonrisa servicial era molesta a tal punto de querer sacarse los ojos para no verla, su cara de lastima le daban ganas de moretear sus mejillas.

La naturaleza amable de Izuku era auténtica, era cierto que actuaba por temor pero también por reflejo así lo educaron y el sobreesforzarse en las tareas extras lo ayudaban a no pensar en Todoroki, su traición y la heridas que sangraban de su corazón. De una manera extraña Katsuki era una dura, áspera y horrible tabla la cual lo mantenía a flote y se aferraría a ella hasta límites insospechados.

Katsuki descubriría pronto eso.

Como costumbre, aquella noche bajó de un carruaje borracho, se tambaleaba de un lado a otro mientras cruzaba el portón desvencijado y en penumbras caminó el sendero de uvas en zigzag para llegar a la puerta trasera de la cocina y subir los escalones a los dormitorios.

Sin alguna sorpresa Katsuki pisó mal un escalón, resbaló y cayó. Su frente se golpeó con la esquina del peldaño. Una línea de sangre descendió de su lado derecho y regañó a las escaleras.

-¡No se muevan, idiotas!

Al entrar a su habitación y recargarse tambaleante en la puerta, su vista borrosa captó la sombra de su compañero, se pasó la noche en vela esperándolo.

-¡Kacchan! ¡Qué te ocurrió? -dijo al ver su herida y rápido se dirigió a él e intentó limpiarle la frente alzando la orilla de la camisa del pijama verde.

-¡Te dije que no te metas! -lo rechazó de un manotazo dijo como un ebrio terco -Solo me caí por que el puto suelo no deja de moverse, me pasa todo el tiempo...

-¿Te caes todo el tiempo?

Izuku parpadeó y lo observó con sus obsesivos ojos gigantes y verdes y puso su cerebro a trabajar, se tocó el mentón y comenzó a murmurar las posibilidades de ser descubierto, las caídas peligrosas, su estado etílico y lo que era más favorable para ambos entonces tronó los dedos y su rostro se iluminó como una bombilla.

-¡La siguiente vez voy atraparte! -dijo entusiasmado y habló veloz -¡Te esperaré en el portón, si estás a punto de caer te sostendré así te ayudaré a llegar hasta la habitación. ¡Estarás bien! Te evitarás un posible golpe que te deje muerto y estarás a salvo de la vista de Aizawa entonces no podrá descubrirte y entonces tú y yo...

-¡Espera, espera! Que tantas mierdas hablas.

Katsuki se echó a la cama y sentía la cabeza y el estómago revuelto, se tocó la herida en la frente y la sangre manchó la punta de sus dedos. Como iba a la villa y regresaba al dormitorio solo, jamás se emborrachaba tanto como su presente, se mantenía semicuerdo

-¿Porqué harías algo como eso? -preguntó el rubio mareado.

Izuku bajó la cabeza, lo pensó mientras jugaba con sus dedos y se sentó en su cama frente a Katsuki. Se preguntaba una razón coherente por querer ser su cómplice y soltó lo primero que apareció en su pensamiento.

-Porque me preocupas... -dijo sorprendiéndose a sí mismo.

Kastsuki recostado en su cama, no lo miró se quedó observando el techo y pensó que si fuera Kirishima hubiera dicho porque es peligroso y si hubiera sido Kaminari diría si te mueres me van echar la culpa. Pero Izuku no se la había ocurrido nada más que decir "me preocupas" de una manera sosa, sumisa y simplona.

-No necesitó tu ayuda -contestó a la defensiva y le dio la espalda para dormir sintiendo el sabor afrutado del chardonnay en su lengua -No te metas en mis asuntos, es una orden.

Siempre había estado solo así que las palabras de Izuku no cayeron muy bien. El entrometido de su criado era un fastidio, quería que se largara ya, no oír su voz sumisa decir: "S-si, Kacchan" , no ver sus ojos verdes y enormes y contemplativos, no soportar su presencia cálida y tan viva en la otra cama.

Quería vivir como estaba acostumbrado: Sintiéndose violento, bebiendo alcohol sin parar, practicando sexo y estar solo y encerrado con el silencio de las ratas muertas como compañía. Izuku arruinaba eso último, hablaba, se movía, era limpió y su perfume olía a hierbas frescas y limón que dejaba residuos en la habitación incluso si no estaba ahí. Comparándolo con Kirishima y Kaminari era toda esa presencia llamativa el único motivo de desear que se fuera a pesar que para el resto, Izuku Midoriya era un chico lindo pero olvidable.

Los días avanzaron. Izuku continuó durmiendo en la cama de lado. Viviendo en esa reducido cuarto junto a él. Su relación crecía natural por si sola, era como una planta de uvas, enroscándose como las hiedras a un soporte y ahí extendiendo sus tallos de manera torcida para nutrir sus frutos dulces.

La siguiente vez cuando Katsuki bajó tambaleante de un carruaje con la botella de chardonnay en mano vio su pequeña e inofensiva sombra esperando en el portón.

-¿Deku? -mencionó entrecerrando los ojos con las mejillas rosas por el alcohol. Su mirada era borrosa y su estado era desaliñado. Estaba más borracho de lo normal pero notó sus ojos verdes en la noche y gruñó: -Maldito raro, le dije que no se metiera en mis asuntos...

De pronto sus piernas flaquearon, la botella de chardonnay se le cayó de la mano rompiéndose en pedazos. La cabeza y el mundo dio vueltas y su cuerpo cayó inclinado hacia adelante. Al ir cayendo, esperó que su cabeza sintiera el choque duro contra la tierra del viñedo pero en lugar de eso su frente chocó con su cuerpo dócil y dos brazos que lo tomaron antes de sucumbir.

-¡Te atrape! -oyó su inconfundible voz y su cabeza pegada a su pecho cálido escuchó los latidos de su corazón. Eran rápidos.

Katsuki fuera de sí, levantó su rostro del pecho de Izuku para confirmar su identidad: su rostro de rasgos suaves y curvos, sus verdes ojos y sus pecas en las mejillas estaban ahí, parecía estar en un sueño entre el escenario de penumbra, el campo de uvas meciéndose y respirar al aroma de su perfume herbal de limón. Era un sueño bonito. También estaba esa maldita sonrisa que le hervía las tripas.

Por otra parte cuando Katsuki cayó hacia Izuku y este tocó su cuerpo áspero y tosco por primera vez algo se removió en sus entrañas, un espasmo, una emoción que no pudo explicar. Sus manos sostuvieron firmes al chico violento por sus hombros; sus dedos de manera involuntarias tuvieron un picor al sujetar sus hombros anchos y al bajar a agarrar sus bíceps para cargarlo mejor el picor cambio a escozor.

El pecoso tuvo un escalofrío de miedo al tocar a un hombre otra vez. Fue unos segundos que quiso alejarlo no obstante cuando Katsuki levantó su rostro transformó su miedo y alborotó su interior. Sus ojos verdes se abrieron de par en par y vio ese rostro filoso estar sonrojado e indefenso de pronto el deseo de sostenerlo por más tiempo lo fulminó.

Si el tiempo se hubiera detenido para ellos en ese pequeño suceso su sabor sería perdurable y dulce como un buen vino. Es desafortunado que el reloj avance y a veces termine agriando las uvas.

-¡Sueltame! -Katsuki forcejeó - ¿Porqué estás aquí? ¡No te lo ordené, idiota! ¡No necesito a nadie puedo caminar solo! -dijo arrastrando las palabras.

Katsuki intentó levantarse y caminar por sí mismo, Izuku lo dejo pero sus piernas le jugaron sucio y perdió el equilibrio de nuevo. Al final apoyado en el hombro de su criado llegó a su cuarto y de inmediato se recostó.

Al reposar su cabeza en la almohada, el mundo dejo de girar, acostado boca arriba paso una mano sobre su cabello rubio, exudaba alcohol por los poros y con la cabeza menos alcoholizada por fin se dio cuenta que había pasado un mes desde que Izuku llegó a su vida.

¡No se ha ido! Él todavía sigue aquí.

Despació volteó su cabeza de lado y vio al pecoso entrando en su cama y acomodándose entre su cobija con una sonrisa nueva. Está jamás la había visto. Era una sonrisa de satisfacción como quien descubre un cofre del tesoro para él solo.

El rubio se impresionó que Izuku lograra permanecer a su lado, por su mal carácter y arranques de ira le había parecido imposible. Era normal que su abuela le dijera que era una aberración, lo cotidiano era estar solo, castigado y apartado del mundo pero por primera vez al girar su rostro y ver al otro lado no había una rata muerta partida en dos supurando sangre.

Por fin del otro lado había alguien más...

-Supongo que no es tan malo tener compañía... -musitó y ocultó una tenue sonrisa echándose la almohada sobre la cara.

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