Emily Wolf ©

By Sexygyal

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[Emily es secretaria de la famosa directora de la revista "Cúspide of moda". Su rutina se ve alterada por la... More

Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI (parte I)
Capítulo XVI (parte II)
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Epílogo
NOTA DE LA ESCRITORA
Huellas de Wolf (SEGUNDA PARTE)

Capítulo VII

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By Sexygyal

Me encontraba estirada sobre la cama sin poder reconciliar el sueño, miré el reloj y tan solo faltava media hora para que sonase la alarma. La luz entraba por el ventanal justo al lado de mi cama, decidí cerrar los ojos y aprovechar esa media hora de paz.

Sobre el telón naraja que cubría mis ojos empezé a imaginar a una niña, una niña con una flor en la mano. A la niña parecía gustarle mucho la flor que sostenía, tanto que la estrechaba contra su pecho. De repente el cielo azúl que brillaba sobre la niña se tornó gris, con nubes amenazantes que escupían rayos y relámpagos, la niña asustada empezó a llorar y en ese mismo instante se desató la tempestad. Ví como la niña, llorando de rodillas, sufría una metamorfosis, su cuerpo cambiaba ahora era más grande, justo como una adolescente. 

La jóven levantó la vista y vió un árbol dónde poder encontrar cobijo hasta que amainara la lluvia. Cuándo llegó bajo el árbol, observó la flor y pudo apreciar como varios pétalos de la flor se caían. La jóven apenada esperó y esperó. De pronto un pajarillo de vivos colores se posó en una de las ramas más bajas del árbol y empezó a canturrear notas melodiosas, y la tormenta calmó. El pajarillo cantaba a la muchacha y esta embobada seguía al pajarillo allá donde fuera. De improviso el pajarillo voló y voló, la muchacha no pudo seguir los pasos del pajarillo y vió como este se perdía en el horizonte. Notó como, de nuevo, su flor perdía pétalos y en esta ocasión en vez de desatarse una tormena, empezaron a caer suaves copos de nieve, cayeron tántos copos de nieve que todo lo que antes era prado verde, ahora era una llanura blanca nevada. 

Bajo el toque de cada copo de nieve, la muchacha volvía a transformarse, adoptando ahora el físico de una mujer, una bella mujer de piel suave como la nevisca, gestos tensos y una mirada lobuna, fría y penetrante. La mujer empezó e emitir unos gruñídos própios de un animal, se encorbó sobre si misma com escondiendo algo, al observar con más atención vi un fardo rojo, no supe bién que era. Volví a prestar atención y lo ví claro, era un cuerpo humano desmembrado, rasgado por el abdómen con las vísceras sobresaliendo como algo obrado por una manada de animales salvajes, la mujer hundió la cabeza en el abdómen de aquel ser destrozado, se tornó y me observó con la cara manchada de sangre, dirigió su vista al cielo, que había empezado a oscurecerse y en él lucía una luna plateada prefectamente circular. Ese extraño mónstruo articuló algo parecido a un aullido, un aullido cada vez más fuerte y más fuerte, tán fuerte que me obligó a abrir los ojos y levantarme de la cama de un salto.

Miré a mi alrededor asustada y me dí cuenta que el despertador estaba sonando, lo apagué y me froté  fuerte la cara. Me encaminé hacia el baño algo perturbada por aquellas visiones, no hay nada que una buena ducha no arregle, pensé. Abrí el grifo del agua caliente. Me quité la ropa dejando el pijama apoyado sobre el lavamanos y me dispuse a quitarme la goma de pelo que me recogía el cabello en una tirante coleta justo frente al espejo del lavamanos, y entonces fué cuanto comprendí todo aquello. Miré fijamente la imagen que me otorgaba el espejo, medio empañado por el calor de la ducha. Esos ojos, esa era yo. La mujer extraña era yo, la de mi sueño.

Entré rápido a la ducha y empecé a frotarme fuerte intentando sacar a base de raspar con la esponja ese pensamiento chocante. No no ¿Cómo podía ser yo? Yo no soy así. Y por un momento me concedí el beneficio de la duda. ¿Y si realmente fuera yo así? La niña sufriendo esas metamorfosis era yo, la flor mi corazón y las tormentas, épocas dificiles de mi vida, ¿Peró y la última visión? ¿La del animal comiendose a aquella persona, que significaba?

Salí de la ducha y esta vez evité mirarme en el espejo, fuí a mi armario y decidí buscar algo que ocultara las marcas rosáceas de la espoja en mis brazos. Encontré un top palabra de honor verde, me puse por encima la chaqueta a juego con la falda negra a rayas diplomáticas y me fuí directa a tomarme un té verde a ver si calmaba mi inquietud. Melissa estaba en la cocina y ya había acabado de desayunar.

-¿Tu no iras a ir así al trabajo no, futura directora de una revista de moda?- me dijo apuntando con su dedo mi cara y mi pelo.

-Mel, no estoy para sarcasmos esta mañana- le dije abatida mientras esperaba que el microondas calentara el agua para el té.

-Tú sientate que ahora vuelvo- dijo y salió dspedida hácia su habitación.

Cuándo volvió yo estaba sentada en una de las sillas de la cocina mirando fijamente la nada, con la taza de té entre las manos.

-Voy a peinarte y maquillarte ya que no tengo nada bueno que hacer hasta las 10 de la mañana. Y no intentes oponerte- dijo emocionada.

Ni siquiera le estaba prestando atención diría, tan solo me deje hacer. Sentí como me recogía el pelo en un rodete, esa sensación me resultaba familiar, y sin poder contenerme aunque tampoco lo intenté, las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas.

Cuándo Melissa acabó de peinarme cogió el pomo con la base de maquillaje y se percató de mi llanto. Dejó ir el bote encima de la mesa y me abrazó.

-¿Porqué lloras cariño?- dijo algo preocupada

-He tenido una pesadilla esta noche, ultimamente todo es muy extraño, mi vida ha dado un vuelco y no se como afrontar todo de golpe- dije entre sollozos.

-Sábes que puedes contar conmigo mi niña, yo estaré aquí para lo que necessites. Pero debes aprender a ser fuerte, dejar atrás lo que te lastima y levantar la cabeza al futuro y afrontar las situaciones.

-Estoy destinada a quedarme sola, mi padre me abandonó cuando tenía 5 años, mi madre se volverá a casar, Michael me engañó y se fué... ese es mi destino- susurré.

-No digas bobadas anda, tienes a un chico guapo y enamorado de tí que haría cualquier cosa por evitar verte así como te estoy viendo yo, y lo sabes- dijo levantándome la barbilla y obligándome a mirarla a los ojos-, pero eso a tí te asusta, te asusta que te pinte pajaritos en el aire y te haga falsas promesas como lo hizo Michael.

-Si- dije con un hilo de  voz

-Ay mi niña- dijo abrazándome fuerte- non debet timere et amare, ni debes temer amar ni ser amada.

- ¿Y que hago?, es tan nuevo para mi- pregunté intentando obtener una respuesta que solucionara toda mi vida.

-Lo que tu corazón sienta- me dijo señalando el lugar dónde se aloja esa masa de músculos que bombea la sangre a todo el organismo- y ahora deja de llorar si quieres que te maquille, o sinó acabarás llendo peor al trabajo- me recriminó con una dulce sonrisa.

Era impossible no contagiarse del buen ánimo de Melissa.

Cuándo acabó le dí las grácias, cogí el bolso, las llaves del coche y el móvil de la mesilla de noche.

-Recuerdate de sacar a Buster un ratito- le grité desde la puerta y luego la cerré.

Entré en el ascensor como un ciclón y apreté para que me llevara al parking. Me giré y me sorprendí de verme en el espejo, ya que no era consciente de cómo me había maquillado Melissa, pero me alegré de que hubiera sido fiel a mi estilo. Un poco de base de maquillaje para igualar la cara, un poco de sombra color petróleo en el extremo distal del ojo para realzar el esmeralda de mi mirada y rimel, un toque de brillo de labios transparente y así me disponía a ir a trabajar. La verdad, le podría decir que me maquillara todos los días, aunque ya me temo cuál iba a ser la palabra mal sonante que utilizaría para dejarme claro que ni loca.

Subí al coche, respiré hondo y salí del parking. Decidí que para abstraerme de mis pensamiento pondría la música y cantaría. Mi alter ego al oirme decír eso, se sacó de los bolsillos unos tapones para los oídos y se escondió debajo del almohadón de su chaise long.

Le dí al play y empezó a sonar una canción que no me recordaba como se llamaba, pero que a Melissa y a mí nos volía locas hace tiempo, llegó el estribillo y lo oí claro "el amor es un juego de azar", me reí por no tirar el CD por la ventana, cambié de cancion encontré una de Rihanna que me subió la moral de golpe "Brilla como un diamante", eso era lo que iba a hacer brillar, dirigiría la revista y hará sentirse orgullosa de mí a Sandra Cooper.

Llegué hasta mi mesa, tarareando la canción desde el ascensor, y había una chica rúbia sentada en ella. Me miró con cara de asombro y rebotó de la silla.

Alex había hecho bien las reformas, todo tenía un aire fresco y nuevo

-H-hola, soy su nueva secretaria señorita Green, el señor Williams me ha dicho que la espera en su nuevo despacho, ah y por cierto me ha dicho que le de esto- dijo timidamente ante mi presencia rígida y sonrojándose al tenderme una caja. La intriga me mata.

-Michas gracias... ¿Tu nombre?- pregunté un tanto antipática.

-Lo siento, Ana, me llamo Anan Sloan.

-Bien Ana, lo siento si te he parecido un tanto brusca, pero me has pillado por sorpresa, puedes llamarme Emily, y ¿Si no te sabría mál me podrías traer un café?

-Enseguida Emily- dijo girando sobre sus talones y dirigiéndose a paso rápido a la sala de descando a por el café.

Suspiré en cuanto dobló la esquina y abrí la caja, el ella habían unos preciosos zapatos de tacón de Christian Louboutin. Me cambié enseguida los zapatos y me puse aquellos tan bonitos, y enseguida noté el cambio, me enfrentaría a mi misma y le daría una oportundad a Alex.

Empujé la puerta y alli estaba Alex. Tragué salida y caminé.

-Bien venida nena a tu nuevo despacho- dijo Alex con los brazos abiertos.

Miré a mi alrededor y el despacho estaba totalmente cambiado, el gran ventanal estaba cubierto por una cortinas blancas que dejában pasar la claridad al despacho, La mesa de roble pesada que ocupaba antes el centro de la habitació fué remplazada por una mesa de cristal con delgadas patas de hierro negro y desplazada justo adelante del ventanal, así quedaba un gran espacio en el centro del despacho dónde había una alfombra de pelo negra y un sillón blanco con cojines negros y algunos verdes en el extremo opuesto al ventanal, una mesilla y un jarrón en ella con orquídeas blancas . Las paredes estaban decoradas con una serie de cuadros en blanco y negro. Me acerqué para observorlos mejor y Alex me siguió riendo por detrás.

-¿Te suenan?- dijo Alex.

-No estoy segura- dije fijandome especialmente el el único cuadro que teía algo de color, era un ojo en primer plano con la pupila verde y el resto en escala de grises.

-Eres tu, la comisura de tus labios, tus ojos, tus cejas, tu nariz, esas arruguitas en tu frente cuando frunces el ceño- me decía divertido mientras señalaba uno por uno los cuadros- tu espectacular sonrisa...

-¿De dónde las has sacado?- le prgunté asombrada.

-Llamé antes de ayer a la noche a Melissa y le pedí que me enviara algunas fotos tuyas y le pedí aun amigo si me hacía el favor con tan poco tiempo y me dijo que sí, y aquí están.

-Te quiero, te quiero, te quiero mucho Alex- exclamó mi alter ego angelical, saliendo de su hibernación.

Dudó un momento pero me abrazo fuerte y me besó la cabeza.

-¿Eso significa que me das una oportunidad?- pregunto separandome de él.

-Supongo- dije intentado recapacitar lo que había salido por mi boca.

-Nena no sabes cuanto me alegro de oír eso- dijo y me dió un apasionado beso en los labios- ahora señorita Green, ocupe su puesto de directora- dijo señalandome la butaca frente al escitorio.

Dí media vueta y desde el sillón contemplaba la ciudad através del ventanal, así me pasaría todas las mañanas.

-No se que decir- le dije a Alex mientras él estaba sentado cómodamente en el sofá.

-Tan solo dime que te mudaras conmigo a mi piso- dijo firmemente.

-¿Cómo? ¿Yo, a tu piso?

-Si nena, quiero que vivamos juntos.

-¿Pero y Buster?

-Me cae bien el chucho, se portó bien el otro día así que es bienvenido.

-Pero es que no estoy segura, creo que deberíamos tomarnoslo con calma. Todo es tan precipitado- dije con un hilo de voz.

-Tienes razón.

Tocaron la puerta, supuse que sería Ana con mi café.

-Entra- dije un tanto sorprendida.

Ví a John en la puerta con un paquete con un moño enorme rojo. Lo primero que hice fué mirar a Alex, que no se había percatado de la presencia de John.

Le hice gesto de que se fuera, y él cerró la puerta.

-¿Que pasa? ¿Quién era?- preguntó Alex mientras se levantaba y me miraba extrañado.

-Nada Ana, la secretaria. Creo que debería asusmir las responsabilitades de jefa ya, y creo que tengo una reunión- dije intentando hacer que Alex se fuera a hacer sus cosas con Jackson.

-De acuerdo nena, me marcho y te dejo tranquila- dijo besándome castamente en los labios- ¿Esta noche cenamos juntos? Porque creo que para almorzar estaré reunido. Le diré a Jackson que te pase a recoger a tu piso.

-De acuerdo Alex, y por cierto, muchas grácias por todo, pero sobre todo por los zapatos- dije mientras me paraba y posaba como una modelo entre risas.

-La verdad es que te sientan de maravilla, pareces una jefa extricta con ellos- dijo acercándome a él- hasta esta noche nena- dijo, y despues me besó apasionadamente.

-Hasta esta noche- dije acompañandolo hasta la puerta.

Lo ví desaparecer en el ascensor. Ana apareció con el café.

-Lo siento si e tardado, pero no quería interrumpir la reunión entre el señor Williams y usted- dijo sonrojandose.

-Tranquila, has hecho bien, por favor deja el café en mi mesa, enseguida vuelvo.

-Por supuesto señorita Green.

-Emily, llamame Emily, Ana- dije con una sonrisa.

-Si señ... Emily- dijo devolviendome la sonrisa.

Por nada en el mundo me gustaría una Sandra Cooper  para mi secretaria.

Me dirigí al departamento de John con cara seria. ¿ Que querría? Despues de lo que ocurrió en la fiesta, mas le vale no irse con tonterías, ahora era la jefa. Está claro que no lo despediría por qüestiones personales, pero más le valía irse con cuidado.

Lo encontré en su escritorio hundiendo la cara entre las manos con los codos apoyados en la mesa. Al no darse cuenta de que estaba allí carraspeé sonoramente y él levantó la cabeza.

-Emily-dijo abriendo los ojos como platos.

-John ¿Qué quieres?- le dije un tanto molesta.

-Emm, bueno, esto... solo quería pedirte perdón por lo del viernes, no se enserio que me pasó- sonaba enserio apenado- y toma- dijo alargándome la caja con el moño rojo- son tus favoritos y felicidades por el ascenso, te lo mereces.

-John, por más bombones que me regales, lo hecho hecho está, creo que fallaste, por ahora nos limitaremos a ser la jefa y el empleado- dije mientras a él le cambiava la cara- no creo que pueda perdonarte.

Mientras caminava hacia mi despacho, casi pude oír como se le rompía el corazón al marcharme de golpe.

Entré al despacho y me senté mirando aquel lugar muy atentamente. Realmente era precioso y el cambio había sido casi de la noche a la mañana.

Realmente me sorprende que Alex haya sido capaz de hacer todo esto por mí.

-Te ama- escuché a mi angelito interior

-Calla cursi- le replicó mi alter ego demoníaco- ¿Tu lo que quieres es que le vuelvan a hacer daño?

-Claro que no, ¿Pero es que no lo ves?

-Se acabó- exclamó mi alter ego vil, lanzó su trindente contra el angelito y este desapareció en una nube de purpurina.

Empezé a reirme inevitablemente. ¿En serio acababa de presenciar en mi mente el asesinato de mi alter ego bueno? Estoy fatal

Sacudí la cabeza y me centré en mi trabajo. Escribí un par de e-mail para conseguir entrevistas con diseñadores de la semana de la moda.

Cuando me quise dar cuenta, me había tomado ya el café y comido media caja de bombones. Eran las 12:45. No tenía hambre, me apetecía no se, darle puñetazos a algo.

-Eiiii eso es, ve a ver a Zack esta noche y desahogate un rato mujer- dijo mi alter ego guiñandome un ojo- Ya tu sabe'- añadió haciendo movimientos de cadera.

La verdad es que era buena idea, lo de ir al gimnasio, de lo otro no tan segura. Podría pasarme, pero tenía que cenar con Alex y no sabía si me entretendría.

Sonó el teléfono y me asusté.

-Emily, el señor Williams en la linea 1.

-Grácias Ana- dije y apreté el indicador luminoso con el número marcado.

-Nena, tengo una mala noticia- dijo Alex antes de que pudiera yo decir algo.

-Dime Alex- dije todavía pensando en como organizarme para esta noche.

-Esta noche no podremos cenar, he tenído que coger un vuelo directo a Seattle, hora estoy en el aeropuerto, lo siento nena.

-De acuerdo, ¿Pero todo va bien?- pregunté preocupada.

-Si si, tranquila es por un asunto de unos permisos.

-Ok. Envíame un mensaje cuando llegues, para saber que has llegado bien.

-Oh, pero como se preocupa usted señorita Green.

-No te hagas el gracioso, ¿Me enviarás el mensaje?

-Si nena, tú sigue concentrada no te molesto más, hasta mañana.

-Hasta mañana Alex- y colgué el auricular.

Bien, solucionado, hoy tengo la noche para mí solita.

-Ya tu sabe'- me repetia mi alter ego.

Volvió a sonar el teléfono y me volvió a sobresaltar. ¿Es que algún día me acostumbraría al sonido estidente del aparato?

-Emily, voy a salir a almorzar, ¿Quieres algo?- dijo Ana al otro lafo de la linea.

-No tranquila Ana, solo dime una cosa.

-Por supuesto Emily.

-¿Esta tarde tengo alguna cita concertada, reunión o algo?

-Espera que miro la agenda- tardó un rato- Si, tienes una reunión con Cristina, me pidió que te pasaras por el vestidor antes de marchar, y nada más.

-Ana, si quieres, hoy tomate el resto del día libre.

-Gracias Emily- dijo con voz de sopresa.

-Hasta mañana Ana- dije y colgué.

Acabé de enviar lo e-mails y le envié un mensaje a Melissa diciendole que esta noche iría al gimnasio y si se apuntaba.

Recibí la constestación casi al instante.

"Cariño, he ido a Connecticut con Roger a visitar a su familia. Lo siento si no te he avisado antes"

Bien así que la casa sola para mi también seguro. Soy una loba y vivo con un perro, menuda manada que me he montado.

Recibí un correo con fotos del envíado especial en París, para que las revisara.

-Dios esto me llevará un buen tiempo, creo que no me escaqueo del curro hoy.

Fuí hasta la cafetería habitual a pedir mi café y uno con vainilla para Christina. La encontré en el vestidor tomando medidas y buscando telas.

-Oh Emily, no tenías por que molestarte- dijo Christina cuando le tendí el café.

-Cuidado que está caliente todavía, además te lo devía por lo del lunes. Me ha dicho Ana que me querías ver.

-¿Cómo va la nueva responsabilidad, jefa?- con cierto rintintín.

-Pues bastante bien.

-Tengo algo para tí- dijo Chistina perdiendose en el laberinto de perchas y zapatos.

-Me das miedo Christina cuando desapareces por allí detras- dije riéndome.

-¿Por qué?- dijo asomando la cabeza entre las perchar

-Creo que por allí hay un mundo perdido de maravilloso  vestidos de lentejuelas, boas de plumas y zapatos de medidas estratosféricas- dije mientras ella volvía a sumergirse entre telas.

La oía rebuscar entre cajas y el sonido metálico de las perchas.

-Aquí está- dijo mientras intentaba volver a salir de aquel dédalo de ropa.

Cuando por fin salió sostenía un vestido rojo de seda largo hasta la rodilla, con escote barco delante y un gran escote redondo detras, dejando la espalda totalmente descubierta.

-Dios mio Christina- dije con la boca abierta.

-Es mio, quiero decir tuyo, osea, te lo regalo, haver si me aclaro- dijo rascandose la cabeza- es mi regalo por tu ascenso, te lo mereces con creces.

-No puedo aceptarlo Christina- dije negando con la cabeza.

-Si que puedes, más bien tienes. El sábado se celebra una cena benéfica lo más probable que tengas que ir.

-Ana no me ha dicho nada- dije asustada.

-Tranquila- dijo haciendo gesto de poca importancia- y por cierto, falta otra cosa- y volvió a desaparecer entre las perchas.

-Cristina ya tengo zapatos, mira- dije levantando el pié-

-Oh pero si son los Louboutin...

-Ya pero estos son mios, me los a regalado Alex, el "jefe"- dije haciendo el gesto de comillas con los dedos.

­-Uy, yo también quiero que el jefe me regale algo- dijo guiñandome un ojo.

-Tranquila para navidad, la nueva jefa tendrá en cuenta que le salvaste el culo en una reunión- dije riendome.

Ella siguió buscando algo y apareció con una corbata roja de la misma tela que mi vestido.

-Es para tu acompañante, queremos que la directora de Cúspide y el "jefe"- dijo imitando mi gesto de comillas"-luzcan bien juntos.

-Claro claro, lo que tu digas, bueno Christina, me marcho. Tengo que arreglar unos asusntos.

-Gracias por el cafe Emily

Me marché de allí y volví a mi despacho. Estuve revisando todas las fotos, las aproximadamente 500 fotos de las cuales elegir tan solo 5...

Cuando ya no pude más miré el teléfono y tenía una llamada perdida de Alex, decidí llamarlo.

-Diga- contestó Alex con voz cansada.

-Lo siento, ¿Te pillo en mal momento?

-No nena, tranquila, solo estaba hechando una cabezadita antes de la reunión.

-Siento haberte despertado.

-¿Ya me hechas de menos?- dijo y casi pude oír su risa.

-La verdad, añoro tener a un pesado por aquí controlandome- dije riéndome.

-Oh, eso me ha ofendido, bueno nena, aprovecho para comer algo que a las 7 empieza la reunión- dijo mientras bostezaba- y por cierto, ¿Todavía estas en la oficina?

-Si, me han enviado las fotos de París y las estaba revisando. Me queda menos de una semana para acabar el borrador y enviarlo a impresión- dije suspirando sonoramente.

-Nena no te estreses, lo lograrás, respira hondo y vete ya a casa.

-Acabo enseguida y me marcharé.

-No, déjalo para mañana.

-Vaaale, lo dejare para mañana.

-Así me gusta, y ahora si no te importa, me iré a duchar- dijo mientras oía como se desabrochaba el cinturón, y una oleada de calor subió desde el fondo de mis entrañas.

-Hasta mañana Alex.

-Hasta mañana nena.

Dejé todo tal y como estaba y me fuí a casa. En cuanto llegué lo ví claro, cogí todo lo necessario, incluido Buster, y me fuí al gimnasio.

Saludé a Angel y dejé a Buster con Jack.

-Zack no está todavía- me dijo Angel mientras le ponía las vendas a un principiante de boxeo.

-Tranquilo, hoy vengo a correr un rato- le dije mientras caminaba entre los aparatos.

Me puse los auriculares, ajusté la velocidad de la máquina y empecé a correr a un ritmo rapido.

Estuve unos 15 minutos sumida en mis pensamientos corriendo. Bajé de la cinta y me dirigí a la oficina para perdirle a Angel una botella de agua.

De camino tropecé con Zack.

-Ei Emily, sabía que vendrías- dijo cogiendome por la cintura.

-Quita, que no he venido por tí- le dije riendome.

-Todas decís los mismo... y mentís muy mal- dijo tocandome la nariz- ¿Que buscas?

-Agua, me olvidé mi botella en casa.

Se fué hasta la oficina y apareció de nuevo con una botella.

-Toma, no está muy fresca- dijo tendiéndome la botella.

-Grácias.

-Y bueno, ¿Has venido a entrenar muchacha?- dijo mientras caminabamos hacia el ring.

-La verdad es que solo he venído a correr un rato y a hacer unos abdominales, poco más- dije mientras me sentaba en un banco cerca del ring.

-Bueno pues yo iré a calentar un rato, y si cuando acabe todavía estas por aquí entrenamos juntos- dijo mientras se quitaba la sudadera, dejando su torso al descubierto.

-De acuerdo- dije mirandolo fijamente a los ojos, intentando no desviarlos al resto de su cuerpo.

-A entrenar- dijo poniéndose las vendas y empezando a pegarle golpes a la pera que se suspendía en una esquina cerca del ring.

-A entrenar dice.... ¿Como se supone que voy a entrenar con ese hombre tan fuerte y sexy pegandole golpes a esa cosa de cuero?- susurré por mis adentros

Empecé a hacer abdominales desde un sitio privilegiado. Desde dónde estaba, veía a Zack entrenando con José. De vez en cuando Zack me miraba y se reía. La disimulación no era mi fuerte tampoco.

-30, 31, 32......ay 33- iba contando a medida que realizaba abdominales.

-Menudo guapetón ¿No?- dijo una chica morena mientras se colocaba a mi lado y empezaba a hacer abdominales.

-Si- le dije riéndome.

-Pero no te esfuerces, no sale con ninguna del gimnasio.

-Ah, de acuerdo- dije siguiendo con mis abdominales.

-¿Estais hablando del buenorro?- preguntó una rubia mientras también se sentaba a hacer abdominales.

La situación era bastante cómica.

-Si le estaba diciendo a...- me dijo señalandome.

-Emily- dije rapidamente.

-Yo soy Tifany- dijo la rubia- y ella es Thalya- dijo señalando a la morena.

-Le decía a Emily que no se hiciera esperanzas porque ese- dijo señalando a Zack- no sale con ninguna del gimnasio.

-Es verdad- dijo la rubia- Creeme, ya lo he intentado pero nada funciona.

-¿Y que es lo que habéis intentado?- pregunté curiosa.

-Una vez me colé en las duchas de los chicos después de que él entrara, pero él siguió duchandose tan tranquilo, así que salí de allí golpeando la puerta-dijo Thalya.

-¿Enserio?- dije a carcajada limpia y alojando los abdominales.

-Si- dijo un tanto molesta.

-Lo siento, no pretendía ofenderte, solo que él es mas bien del estilo de "aqui te pillo, aquí te mato"- dije mientras aquellas me miraban con cara de no entender- bueno al menos en la universidad era así.

-¿Lo conoces?- me preguntó Tiffany.

-Si bueno...

-Emily, ven a entrenar- gritó Zack haciendo que todas lo miraramos de repente.

-... es mi entrenador- dije levantandome y dejando a aquellas mirandome con cara de incredulidad.

Llegué hasta la mesa cerca del ring y me puse las vendas.

-¿Preparada para darle caña al saco?- dijo bajándose del ring

-Veo que no es a lo único que le quieres dar caña- dije pícaramente.

-¿Cómo?

-He estado haciendo amigas en el gimnasio y me han contado ciertas cositas sobre tí.

-Ay mi madre, cuenta...- dijo cogiéndose la cabeza con las manos en gesto dramático.

-Que se cuelan en las duchas, pero que tu no estas interesado- dije pegandole golpecitos en el ombro- ¿Que has hecho con Zack y dónde está mi antiguo compañero de fiestas?

-He madurado, ya no salgo de cazería como antes. ¿Y tu? ¿Todavía sales y la lías como en la uni?- me preguntó colocandose por detras del saco.

-No, he madurado también. Ahora soy directora de una revista- dije pegando un fuerte puñetazo en el centro del saco.

-¿Que haces esta noche?- me preguntó mientras sostenía el saco.

-¿Quieres que cenemos juntos en mi casa?, no hay nadie, Melissa está en Connecticut con Roger.

-Y después podríamos salir de fiesta un rato, ya sabes al pub ese latino al que solíamos ir.

-Me encantaría, pero mañana tengo que ir a trabajar- dije ahora sosteniendo yo el saco.

-¿Segura que podras aguantar el saco? Y por dios, hace siglos que no salimos, una noche no le hace daño a nadie.

-Bueno ya veremos, y sí creo que aguantaré tus puñetazos- dije colocando los pies firmes en el suelo.

-Lo que tu digas- dijo y empezó a trabajar el saco al más puro estilo Rocky.

-Vale vale para, me estas dejando aplastada detras del saco- dije riéndome.

-¿Y que más te ha dicho tus amiguitas del gym- preguntó mientras se quitaba las vendas.

-Nada, me preguntaron  si te conocía, y les dije que eres mi entrenador- dije tirándole mis vendas y él las cogió al vuelo.

-Así que soy tu entrenador- dijo tirando de mi brazo y cogiéndome por la cintura.

-Sí solo eso, no te hagas ilusiones- dije mientras miraba a mi alrededor y localicé a las dos chicas con las que había hablado- ¿Lo haces a posta, sabes que aquellas están mirando?

-Puede, puede- dijo y me soltó de golpe- ¿A que hora quieres que vaya a tu casa?

-Eres malo- le dije pegandole un suave puñetazo en el pecho.

-Oye no me pegues- dijo quejándose como un niño.

-Pues dame tiempo a ducharme, ¿Supongo que por allí las 10.30?

-Perfecto, allí estaré, prepara algo bueno, yo me encargo de la bebida.

-Envenenare tu comida- le dije marchandome a la oficina- hasta la noche Zack- dije lo suficientemente fuerte para que aquellas me oyeran.

-Hasta la noche...cariño- dijo Zack percatandose de mis intenciones, me giré y lo vi sonreir de esta forma que me vuelve loca.

Me despedí de Angel y cogí a Buster.

-Tu mañana te vendrás conmigo al trabajo y te llevaré a la peluquería, estas hecho un asco- le dije al animal mientras lo dejaba en el asiento del copiloto.

Estaba preparando carne en el horno junto a una patatas. Ya me había duchado, llevaba el pelo suelto y muy rizado, recogido tan solo por el lado derecho y dejando el flequillo caer del lado izquierdo. Iba vestida con un vestido verde oscuro pegado al cuerpo con unos flecos en la parte de la falda del mismo color, me maquillé en la misma tonalidad y me puse un tocado de pequeñas plumas verdes del mismo lado que llevaba el pelo recogido.

Mientras preparaba una ensalada sonó el timbre y Buster comenzó a ladrar.

Me quedé boquiabierta al ver a Zack con una rosa blanca y una botella de vino.

-Estás fantastica, deberías salir con el delantal puesto- dijo acercandose y dándome un beso en la mejilla- Esto es para tí- dijo dándome la rosa.

-Por dios Zack, no hacía falta- dije y consciente que me estaba sonrojando- pon el vino en la novera, enseguida estará hecha la carne.

-Mmm huele de maravilla- dijo mientras dejaba el vino en la nevera.

Me sentía nerviosa por la presencia de Zack. Dejé la rosa en un jarrón y acabé de preparar la mesa del comedor.

-Oye, ¿Tu quieres impresionarme no?.

-Ya te tengo impresionado, no me hace falta esforzarme.

Empezamos a comer y la charla fluía recordando viejos momentos y anégdotas de la universidad.

-Si quieres que salga contigo hoy, tú lavas los platos- le dije entre risas.

-Encantado lo haré si sales conmigo esta noche- dijo recogiendo los platos y cubiertos y llevandolos a la cocina, dónde se puso el delantal.

La imagen de este chico musculoso con una camisa negra, que le sentaba de maravilla, despertó a mi diva interior.

Llevé hasta la cocina las copas y el resto de lo que quedaba en la mesa.

Me senté en una de las sillas de la cocina y observé a Zack mientras lavaba los platos, miles de escenas lujuriosas virieron como relámpago a mi mente.

-¿Disfrutas mirandome el culo?- dijo mientras seguía con los platos

La verdad es que los jeans le marcaban un culo digno de clavar las uñas.

-¿Pero que dices?, disfruto viendo como un tio me lava los platos.

-Bueno señorita, si usted está lista, ya nos podemos marchar al club.

Me puse los tacones negros y el trench nuevo, la verdad es que me sentaba muy bien la combinación.

-Esta noche romperás los esquemas- me dijo Zack mientras subíamos a su coche- te tendré que vigilar de cerca o te irás con otro.

-Claro, recuerda que he venido aquí contigo, es una noche de ex-universitarios.

Llegamos al pub y el ambiente estaba encendido, me encantaban ese tipo de locales, recuerdo que algunas chicas de la hermandad me habían enseñado a bailar algunos ritmos latinos.

Enseguida escuché una canción que me llamó la atención, Zack me llevó al centro de la pista y allí desatamos  nuestra vena más bachatera.

Empecé a moverme y me dejaba llevar por Zack que me tenía cogida de la mano y de la cintura.

-No me acordaba que bailabas tan bien- me dijo mientras me estrechaba con fuerza

-Tu sabes castellano ¿No?- y Zack asintió con la cabeza- ¿Me podrías traducir más o menos la letra?- dije riéndome.

-Claro- me estrechó más y yo apoyé mi cabeza en su pecho- Es un chico que está enamorado de una chica y él le dice- me susurraba Zack al oído-... mira como estoy sufriendo, no me hagas eso sabes que te quiero, con todo el corazon...

Levanté la cabeza al oír esas palabras, y ví que Zack me miraba con el fuego saliendo de sus pupilas, acortó las distancias entre nuestras bocas y el espacio desapareció a nuesto alrededor.

Nos separamos y nos quedamos embobados mirandonos sin creer que al final despues de tantos años pasase eso.

-Vamos a tomar unas copas- dijo Zack arrastrandome a través de la gente hasta la barra.

Pidió dos margaritas, y me alegré de su elección. Nos sentamos en unos sofás y estuvimos allí charlando.

-¿Estas bien?- me preguntó Zack.

-Si, solo que estoy pendiente de la hora, y la verdad es que creo que se me está subiendo el margarita a la cabeza, será mejor que me marche a casa- le dije poniéndome en pie.

-Te llevo entonces, me aseguraré de que entras es casa- dijo poniendose de pié muy creca de mi, demasiado.

Subimos al coche y el reproductor empezó a sonar.

-¿Enserio?- le preguté retorciendome de la risa por la canción que estaba sonando.

-¿Que pasa?, me gusta- dijo sonriendo.

-Hoy es noche de sexo- dije en un acento raro, sabía lo que decía la canción de las millones de veces que la habíamos puesto en nuestras fiestas universitarias.

-Voy a devorarte nena linda- siguió cantando Zack- hoy es noche de sexo...- me miró para que siguiera cantando.

-I voy a cumplir tus fantasias- canté moviendome en mi  asiento.

Llegamos frente al bloque de pisos y Zack apagó el motor del coche.

-Oye, esto, ¿Quieres subir un rato? estoy sola toda la noche y todavía no me apetece irme a dormir.

Menuda mentira más poco elaborada- me gritaba mi diva interior- si si tu lo que quieres es lo que decía la canción- seguía gritandome con el ceño fruncido- au au auuuu- aulló con una sonrisa en la boca- esa eres tu chica, si si.

-Sí, te haré compañía, haré el esfuerzo.

Salimos del coche y me quité los zapatos frente a la puerta del edificio.

-No entiendo para que las mujeres os ponéis tacones si despues os duelen los pies.

-No te quejes, las mujeres sobre tacones nos sentimos más sexys- dije entrando al ascensor.

-A mi me pareces igual de sexy con o sín tacones- me dijo atrapandome contra la pared del ascensor.

-Ep ep- dije separandolo con las manos- traquiliza tus hormonas machote- le dije riéndome.

Se abrieron las puertas y introducí la llave en la cerradura. En cuanto empujé la puerta Buster salió corriendo y me saltó encima.

-Ei tranquilito tu también- dije acariciandolo- ¿Me quieres, tu me quieres?- le dije haciendole cosquillas- ahora el tio Zack te va a sacar a pasear, mientras yo preparo unas copas de vino.

-Ya claro, no saco ni al peludo y gordo de mi perro, sacaré a este chiguagua.

-No es un chiguagua, es un yorkshire- le dije haciéndome la enfadada- pues te quedas sin vino y sin....- dije dejando a Buster en el suelo.

-¿Sin que?- me dijo mirandome curiosamente.

-Sin guinda para la noche- dije dándo a mal entendidos.

-Oh, eso cambia las cosas- dijo buscando a Buster- ¿Dónde esta mi perrito guapo, dónde?

Despues que Zack cerró la puerta, me fuí a mi habitación  y me puse algo cómodo, que consistía en un camisón color rosa pálido en tela satinada. Me dirigí a la cocina y descorché una botella, serví dos copas, cogí las dos y las puse sobre la mesilla frente al sillón y encendí la televisión.

Al cabo de un rato llegó Zack, soltó a Buster y este se fué a la habitación de la colada dónde estaba su otra colcha.

-Oye, ni siquiera me has esperado- dijo quitándose la chaqueta y lanzándose, literalmente, en el sofá.

-Ei, me vas a hechar el vino por encima- dije mientras él apoyaba su cabeza en mi regazo.

-Me gusta este camisón- me dijo pasando una mano por el límite de este.

-Quietas las manitas señor- dije pegandole cariñosamente sobre la mano.

Él se sentó de golpe y me miró fijamente.

-¿Y la guinda de la noche? no te creas que me he olvidado de lo que me has dicho- dijo cogiendo su copa y recostandose en el respaldo del sofá.

-El vino- dije sonriendo divertida.

-Eso no es lo que me esperaba- dijo con un falso tono de desilusión.

-¿Tú que te esperabas?- le dije sentandome a horcajada sobre él.

-Niña, no juegues conmigo- dijo dándo un largo trago al vino

-¿Yo? ¿Jugar contigo?-dije llevandome las manos al pecho- Yo no juego con los hombres.

­-No te hagas la santa que nos conocemos wolf.

-Pues bueno, me iré a dormir- dije haciendo amago de levantarme.

-Quieta ahí- dijo cogiéndome por la cintura.

Se inclinó hacia adelante hasta que nuestros alientos se mezclaban e invitaban a que nuestras bocas se perdieran la una con la otra, cerré los ojos

-¿Que te creías que iba a hacer?- dijo riéndose y abrí los ojos de golpe- tan solo iba a dejar la copa en la mesa.

-Vete a la mierda Zack- le dije levantandome con la intención de irme a dormir.

-Venga wolf, no te enfades, pero reconoce que ha sido muy divertido- dijo siguéndome hasta la habitación.

Giré de golpe y me topé con su presencia. Dios ese hombre me  seguía volviendo loca en el fondo.

-Buenas noches Zack, ya te puedes marchar, sabes dónde está la puerta- dije mirandolo furiosa, no me gusta que se rían de mí.

-Mi niña bonita- dijo cogiéndome la cara y besándome suavemente- me lo has dicho antes, hoy vas a cumplir mis fantasias, y ta tu sabe' hoy es noche de sexo- dijo riéndose.

-A la mierda con todo- dije quitándole la camisa de golpe.

Me levantó poniendo las manos en mis nalgas y yo enrosqué mis piernas en su cintura. Nos besamos apasionadamente y se me aceleró el pulso. Me bajó suavemente rozando mi camisón satén por todo su torso musculado, lo cogí por el límite del pantalón y lo llevé hasta mi cama, cerré la puerta y el ambiente explotó.

Volví a la cama y rápidamente nos deshicimos de la ropa sobrante. Me deslizé sobre él y en un giro ya estaba él sobre de mí.

-No sabes hace cuanto que me hubiese gustado tenerte así- dijo besandome tiernamente.

-Pues no lo alargues más, y sí, te dije que hiba a cumplir tus faltasías, como dice la canción.

Sentía sus manos sobre mis pechos y no pude evitar gemir. Sentía su miembro palpitante entre mis piernas. Al notar cómo su pene entraba, tomé aire de golpe, no me esperaba semejante pene en mi interior, instintivamente clavé mis uñas en su espalda.

Embestida tras embestida mi orgasmo se activó y disfruté de cada caricia, cada mordisco y cada beso de Zack. Él gruñía al compás de las penetraciones y eso eran melodía para mis oídos, me exitaba saber que estaba disfrutando igual que yo y de esa manera llegamos los dos al clímax acompañado de un sonoro orgasmo por mi parte y un grave gruñido por el suyo.

Cuando recuperamos el pulso se separó poco a poco de mí, y me reactivé al notar su pene saliendo de mi y acariciando mi sexo.

-¿Así que cuando cae la noche, te conviertes en la loba?- me dijo besándome el ombro y abrazándome.

-Bueno, ahora ya sabes el por qué de mi apodo- dije apoyando mi cabeza en su pecho.

-Creo que tendría que haber descubierto antes el significado del apodo, vamos a dormir, mañana tienes trabajo.

-Es verdad- mierda mañana encima llega Alex de Seattle..

No rescuerdo nada más, así que doy por hecho que me sumí directamente en la fase REM de mis sueños.

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