El tormento del Asesino © [Tr...

Da AlexandraRose-

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Segundo libro de "La mente del psicópata". ↬Las voces en mi cabeza me gritaron que te matara, pero solo eras... Altro

El tormento del asesino
Esquizofrenia
Prólogo
1. Extraño parecido
2. Suerte o Desgracia
3. Te extrañé, tonta Casey
4. El secreto de Mia
5. Asesinato perfecto
6. La mentira de Adam
7. Buenas noches
8. Encerrada en el armario
9. Dulce sangre. Pt 1
10. Dulce sangre. Pt 2
12. También te quiero, llorona
13. El trastorno de Beth
14. La guía para no perderse antes de volver a leer
15. El host
16. Verdades y Mentiras
17. Confesión a media noche
18. Un beso antes de morir
19. Adiós, Jayden. Pt 1
20. Adiós, Jayden. Pt 2
21. Final de temporada
22. Especial de año nuevo
23. Segunda parte y guía para no perderse antes de volver a leer
24. El novio de Beth
25. Reencuentro esperado
26. Persecución
27. Un salto al pasado
28. Mentiras y Secretos
29. Cambios al anochecer. Pt 1

11. Yes, daddy

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Da AlexandraRose-


...

O N C E

Especial de San Valentín 1/3

...


Era domingo por la tarde, el único día día libre que tenían en el internado, cuando Beth se detuvo frente a la casa de Jayden.

Presionó el timbre y esperó mientras las gotas de lluvia caían sin detenerse. No había llevado consigo un paraguas porque el cielo se veía bastante despejado cuando salió de su casa. Sin embargo, a la mitad del camino empezó esta extraña lluvia de la nada y ahora estaba completamente empapada.

Se abrazó a sí misma por la fría brisa a su alrededor y estornudó sin poder  evitarlo. De pronto, se abrió la puerta y un chico castaño apareció frente a ella frotándose los ojos adormilado. Sabía quién era, ya casi se aprendía los turnos en los que cada personalidad tomaba el control.

—¿B-Beth?

—¡Hola, Adam! —saludó observando su atuendo con curiosidad— ¿Porqué estás con pijama? Van a ser las cuatro de la tarde.

Adam se observó a sí mismo somnoliento y, un segundo después, abrió los ojos con pasmo, avergonzado.

—Ahh, es que... Es domingo y no es como si fuera a ir a algún lado —dijo rascando su nuca nervioso—. Qué haces aquí, por cierto.

Aunque lo que quiso preguntar es "¿Como sabes dónde vivo?". Qué miedo. Esto es lo que debió sentir Casey cuando se enteró de que tenía un ganado de acosadores.

—Ah, ¡cierto! —recordó ella con una sonrisa— ¿Está, Jayden?

Auch.

Bueno, era cierto. Beth estaba enamorada de Jayden.

Adam ladeo la cabeza y sus ojos se detuvieron en el mayor, quien estaba recostado en uno de los sofás de la sala de estar, durmiendo.

La pequeña, ahora pelirroja, apartó a Adam para adentrarse en la casa. Avanzó hacia el sofá lo más silenciosa que pudo y observó el entorno. Parecía que Adam también se había dormido en el otro sofá y acababa de despertarse para abrirle la puerta.

—¿Acaso estaban viendo una película y se quedaron dormidos? —preguntó sin poder evitarlo.

—Mmhm, sí —respondió Adam soltando un bostezo.

—Qué tiernos.

Beth se detuvo frente a Jayden, quien estaba recostado con una mano detrás de su nuca y la otra sobre el gato que estaba hecho una bolita sobre su pecho. Frunció el ceño al percatarse de aquella nueva mascota, pero decidió no darle importancia para volver toda su atención al ojiverde.

Su respiración todavía era profunda y pausada. Lo había visto dormir muchas veces pero siempre se quedaba embobada por unos segundos. Reprimió el impulso de pasar una mano por el oscuro cabello del chico y sacó su celular para tomarle una foto.

—A Jayden no le gusta que le tomen fotos —advirtió Adam en voz baja, posicionándose al lado de Beth.

Ella rio.

—¿En serio? Yo tengo mi galería llena de fotos de él.

Pero su actitud alegre se esfumó de su rostro después de tomar la primera fotografía, pues se percató de algo extraño. Bajó el celular para observar mejor al gato que dormía de forma tranquila sobre Jayden y al instante palidecio.

—¿Tas bien? —cuestionó Adam sorbiendo el jugo que había estado tomando antes de quedarse dormido.

Jayden se removió ladeando la cabeza ligeramente y abrió los ojos de pronto. Frunció el ceño cuando se topó con Adam observándolo de pie al lado del sofá ¿Acaso había dormido con la boca a bierta o algo así? Luego, su mirada bajó unos centímetros y trató de mantenerse inexpresivo cuando se encontró con Beth. Volvió a cerrar los ojos al instante.

—Escuché tu molesta voz y pensé que estaba soñando —murmuró con voz ronca—. Ya sabes, teniendo una pesadilla de esas.

—Cuando lo despiertan se pone de mal humor. Quiso decir que te extrañó —corrigió Adam.

Jayden soltó un suspiro de cansancio.

—Lo que quise decir es ¿Qué haces aquí y por qué estás mojada?

Adam abrió los ojos con pasmo.

—¡Es cierto! ¡Te vas a enfermar! Iré a... ¿Qué cosa hago? —cuestionó con preocupación— ¿Le doy ropa?

Beth sacudió la cabeza y señaló al pequeño animal que aún dormía sobre Jayden, impactada.

—¿De dónde sacaste un gato igualito al otro que tenías?

Jayden acarició el pelaje del pequeño anima, que se acurrucó sobre él.

—Es el mismo —señaló algo confundido—. Se llama Kira y volvió la semana pasada. Te lo dije, siempre vuelve.

Beth abrió la boca sin poder creérselo. ¿Pero qué demonios?

Adam intervino:

—Sí, vuelve lleno de germenes y pulgas de la calle. ¿Y quién lo bañó? ¿El dueño del gato? No, fue Adam.

—Cuando me enteré de que había vuelto ya lo estabas secando —se defendió Jayden.

—Eso dicen todos. Ay, se me resbaló el cuchillo, lo siento Adam, iba a tomar el control para limpiar pero ya habías terminado —se quejó el menor cruzandose de brazos.

Jayden negó con la cabeza decidiendo no indagar más en lo que había dicho Adam y dirigió su mirada a Beth. Por alguna razón, ella no se había movido un solo centímetro y permanecía con la boca cerrada. Eso era extraño.

—¿Pasa algo? —le preguntó.

Ella sacudió la cabeza mordiéndose la lengua para no delatarse.

«Sí, se supone que lo tiré del tercer piso», pensó.

«¡Estúpida, tienen nueve vidas!», se respondió a sí misma, «Y caen de pie»

ª

Cierto.

—No pasa nada —respondió mostrando una sonrisa de boca cerrada.

El gato por fin pareció despertar y se estiró aún sobre Jayden. Ladeo su pequeña cabeza en dirección a Beth y, como si se pusiera a la defensiva, su pelo se erizo y sacó las uñas hasta que fueron visibles.

Jayden hizo a un lado al gato, pues sus garras se habían clavado ligeramente sobre su piel. Lo alzó con cuidado y se incorporó en el sofá, acariciándolo para tranquilizarlo. Sus ojos verdes se trasladaron hacia Beth con suspicacia, pero volvió su atención al pequeño gato.

—Te tiene miedo —murmuró.

Beth soltó una risa nerviosa.

—Pff, claro que no —dijo acercando una mano hacia la cabeza del pequeño animal para acariciarlo—Si nos llevamos de maravi...

Sin embargo, en el último momento, el gato emitió un maullido y estiró una pata arañándola en el acto. Fue tan veloz que Beth no fue capaz de apartarse.

Reprimió una mueca de dolor y alejó su mano, pegándola a su cuerpo. Observó los arañazos como franjas rojas sobre su piel de los que empezaban a brotar unas gotitas de sangre. Mantuvo su expresión muy seria. Parpadeó. Luego sus ojos se dirigieron al gato de forma sombría.

Adam dejó caer el agua que estaba tomando y se acercó a Beth de un salto. Sostuvo el brazo de la pequeña y lo acercó a su rostro.

—¡No puede ser! ¿Estás bien? Nunca había arañado a nadie, es un gato bueno. Kira malo, lo llevaré al patio trasero. Ay no, tengo que limpiar este desastre —dijo alterado y señaló a Jayden—. Tú cura su herida.

Y se fue de allí diciendo más cosas que ambos chicos en la sala de estar no terminaron de comprender.

—Muy bien, pequeño —animó Jayden a su mascota.

Los ojos de Beth chispearon con más cólera en dirección al animal.

—Digo, ¿estás bien, niña?

—Sí, no es nada —respondió reprimiendo el gran impulso que tuvo de patear al gato cuando pasó caminando a su lado.

Observó la herida en su mano. No parecía muy profunda, pero era larga, se veía terrible. Ahora tendría que explicarle a su madre cómo se había hecho tal cosa una semana antes de la boda.

Soltó un suspiro en el momento exacto en el que Jayden se posicionó frente a ella y se agachó para quedar a su altura. Le arrebató su mano de la nada y la acercó a su rostro para examinarla mejor.

Beth se paralizó y parpadeó sin comprender mientras observaba el rostro del mayor a unos insignificantes centímetros, pero claro, él solo se dedicaba a observar la herida de su mano con detenimiento. Luego de lo que le parecieron los segundos más largos de su vida, Jayden por fin se dirigió a ella.

—Estás sangrando un poco ¿No te duele? —inquirió con confusión, ya que la expresión de la niña no le mostraba ni un solo signo de dolor.

Ella seguía tan sorprendida de aquella situación que no le dio tiempo de mentir ni fingir que le dolía.

—No mucho —aceptó sin apartar la mirada del chico que todavía centraba toda su atención en la mano de la niña y los arañazos.

—Estás celosa del gato ¿verdad? —cuestionó él sin levantar la mirada.

—Sí —se le escapó al tenerlo tan cerca. Sacudió la cabeza—. Digo no. ¡Digo sí! Lo abrazas, lo acaricias y dejas que duerma junto a ti. Tiene toda tu atención y lo poco que pareces tener de corazón. Lo odio.

—Es una mascota. Si adoptas un animal tienes que quererlo —hizo una pausa y por fin levantó la mirada hacia ella—. Dime, le hiciste algo ¿verdad?

—Noo, ¿Cómo crees? —inquirió la pelirroja como si fuera absurdo—. Eh, ¿sabes que afuera está lloviendo mucho? El clima está terrible.

—Voy a hacer como que te creo porque volvió sin ningún rasguño.

Beth suspiró aliviada, pero se congeló al darse cuenta de que Jayden no había dejado de sostener su mano en ningún momento y pasaba su pulgar cerca de la herida acariciando la zona afectada.

Parpadeó un par de veces como si aquello fuera solo parte de su imaginación, pero no, al parecer era de verdad.

—¿Le vas a dar un beso para que se cure o algo así?

El mayor frunció el ceño y antes de que pudiera responder, un estruendo al lado de ellos los sobresaltó.

Adam, ya devuelta en la sala de estar, había dejado caer el trapeador al escuchar su conversación.

—Claro que no.

Jayden soltó el brazo de la mocosa, se puso de pie y le hizo una seña para que lo acompañará escaleras arriba.

...

—Quítate la ropa.

Beth parpadeó sin creérselo una segunda vez, pero sonrió sin poder evitarlo.

—Yes, daddy.

Jayden ladeo la cabeza sin saber muy bien como reaccionar. ¿De qué estaba hablando esta mocosa?

Beth continuó casi al mismo momento.

—Digo, no estoy lista para esto —corrigió abrazando su cuerpo todavía con la ropa empapada cubriendola.

El mayor observó al techo pidiendo paciencia, cerró el cajón que estaba revisando y se giró arrojandole una camiseta a la cara.

—Ponte eso y dame tu ropa para ponerla en la secadora. Te vas a enfermar —hizo una pausa y agregó—. No es que me importe que te enfermes, pero Adam se pondrá triste si lo haces.

Beth sonrió y apoyó la camiseta de Jayden sobre la mesita de noche detrás de ella. Estaba en la habitación del ojiverde, parada casi al medio de todo. Él le había dicho que no toque ni se acerque a nada hasta que estuviera completamente seca.

—Bien, ¿puedes darte vuelta? En realidad, me da un poco de vergüenza.

Jayden lo hizo y terminó observando una de las paredes de su habitación sin mucho ánimo.

—Apresúrate.

Beth se quitó la camiseta por la cabeza rápidamente, pero tropezó con un zapato detrás de ella y se le escapó un grito mientras caía hacia atrás.

El mayor resistió el impulso de golpearse la frente.

—¿Te moriste?

Lamentablemente, cuando volteó vio a Beth muy viva y recostada sobre el suelo. Sostenía su cabeza con una mano y tenía una expresión de dolor en el rostro.

En un segundo, llegó frente a ella y le tendió la mano soltando un suspiro de cansancio, pero Beth no la recibió. Contrario a eso, se cubrió el cuerpo con ambos brazos. Jayden no comprendió hasta que se dio cuenta de que la niña estaba sin camiseta y aparentemente un brasier blanco muy pequeño era lo único que la cubría de la parte arriba.

Se paralizó aterrado por lo terrible que se veía aquella situación con la mocosa, pero antes de que pudiera darse la vuelta para alejarse de allí, alguien apareció por la puerta.

—¡¿Qué pasó de nuevo?! ¿Quién se... ?

Adam no terminó la frase y abrió los ojos como platos, impactado.

Al mismo tiempo, Beth gritó y tiró del brazo todavía estirado de Jayden. El mayor cayó sobre ella y lo abrazó para cubrirse con su cuerpo.

—¿Qué haces? —inquirió él sin observarla ni moverse un solo centímetro. Estaba en estado de shock, pero no era el único.

Tan pronto como recordó, se giró hacia el menor que seguía congelado en la puerta.

—Adam, espera, no es lo que...

Adam cerró la puerta.

Jayden cerró los ojos y se pasó una mano por la frente.

—No puede ser, ahora tengo que comprarle un helado para que no esté triste.

—¿Por qué estaría triste? —preguntó Beth confusa.

—Porque está enamorado de ti y tú siempre haces cosas como estas cuando está mirando. Respeta sus sentimientos.

—¿Qué? —cuestionó la pelirroja sin comprender del todo— Pero yo... —su ceño se frunció aún más al analizar sus palabras—. Lo que dices no tiene sentido, él es el novio de Casey.

—No, Ethan es el novio de Casey —corrigió Jayden.

—Ahhh, cierto —aceptó ella, pero luego negó con la cabeza—. No, espera, ¿su novio no era Matt impostor?

—Bueno, uno de ellos es su novio, pero Adam dice que solo es su mejor amigo y está enamorado de ti.

—Pero... Pero eso no se puede.

—Sí se puede, son como diferentes personas.

Beth apretó los labios.

—Vaya, pero ni si quiera me habla ¿Cómo iba a saberlo? Además yo soy fiel a ti.

—Nosotros no somos... —Jayden por fin se dio cuenta de la posición en la que seguían y cerró los ojos tomando un hondo respiro— ¿Puedes dejar de abrazarme?

—No —dijo ella con una inocente sonrisa que se esfumó casi al instante—. Aunque la verdad me siento un poco incomoda porque no tengo nada abajo. Mejor... fuera —dijo empujandolo por los hombros y estirando una mano hacia la camiseta que le había dado al incio, misma que seguía sobre la mesita de noche.

Jayden se separó observando sus ojos con molestia de forma inconsciente.

—Ya, no me mires —se quejó Beth cubriéndose con la única prenda seca.

—No estaba mirando nada.

—Sí miraste.

—¿Por qué miraría? No te ofendas pero tu cuerpo no está desarrollado. No me atraes de ninguna manera.

—¿Ah sí?

Entonces, en lugar de colocarse la camiseta del todo, Beth la dejó caer al suelo.

Jayden ladeo la cabeza hacia otro lado, aparentemente inexpresivo, pero Beth achino los ojos y lo señaló de forma acusadora.

—¡No puede ser! ¡Te pusiste rojo!

—No es cierto —negó él de forma rotunda—. No vi nada. Cerré los ojos.

La pelirroja por fin se dio cuenta de que Jayden estaba con los ojos cerrados y sonrió de forma inconsciente.

«Tan lindo», pensó.

—Puedes abrirlos. Ya me puse la camiseta que me diste —avisó.

Sin embargo, Jayden no abrió los ojos ni se ladeó en dirección a la pequeña.

—Bien, me voy.

Y se giró dispuesto a salir de allí, pero se detuvo cuando volvió a escuchar aquella molesta voz.

—¡Espera! ¿Mejor puedo ponerme esta otra camiseta que está debajo de tu almohada? ¿Es tu pijama?

Jayden reunió toda su paciencia para no volver tras sus pasos y quitarle aquella prenda.

—Usa lo que quieras, pero ponte cualquier cosa encima —zanjó y por fin se dio la vuelta con dirección a la puerta.

—¿A dónde vas? —escuchó la voz de Beth a su espalda.

—A la iglesia.

—Espera, todavía no se seca mi ropa ¡Voy contigo!

Jayden se giró de pronto. Al comprobar que la niña ya no estaba semi desnuda, se acercó a ella y la tomo por los hombros obligándola a retroceder. Beth abrió los ojos con pasmo cuando sus piernas chocaron con el colchón de la cama. Sin embargo, ninguno de los pensamientos que pasaron por su cabeza se hicieron realidad porque Jayden solo la impulsó hacia abajo para que quedara sentada en la cama y la soltó.

—No. Siéntate aquí como una niña buena y cuando se seque tu ropa, te vas a tu casa.

Beth hizo un puchero de tristeza, pero asintió observando a otro lado.

—No lo harás ¿cierto? —preguntó Jayden.

La pelirroja observó el techo fingiendo pensar por largos segundos.

—Mmmm, no —terminó  con una inocente sonrisa.

El ojiverde dejó caer la cabeza hacia adelante y dijo la primera idea que cruzó por su mente.

—Vamos a comprar un helado para Adam y luego te vas.

Los ojos de la pequeña brillaron con ilusión al pensar que pasaría más tiempo con él.

—¡Está bien! —aceptó al instante.

—Bien. Iré a poner tu ropa en la secadora y esperaré a que se seque —cuando Beth se levantó de la cama, Jayden la detuvo con una mano en su pecho, pero la soltó al instante—. Iré yo solo, necesito espacio de ti. Quédate quieta y no toques nada.

Y así pasaron 15 minutos en los que Beth se quedó sentada como una niña buena, pero no pudo contener su curiosidad por mucho más tiempo y empezó a pasear por toda la habitación revisando todo lo que había.

Hasta que abrió el cajón de la mesita de noche y encontró una fotografía que la dejó perpleja.

Ethan y Matt habían dicho que se parecía a una tal Mia, que había sido novia de Jayden y había fallecido por alguna razón desconocida, pero verlo era algo muy diferente. Era una chica mucho más alta, más bonita y con un largo cabello pelirrojo natural que caía en ondas por su espalda.

La fotografía estaba enmarcada y estaban los dos juntos y felices. Sí, Jayden estaba sonriendo. Nunca se había reído con ella, ni una sola vez. Y allí estaba tan feliz, con esa.

—Se parecen ¿verdad? Yo nunca lo hubiera notado si Ethan y Matt no me lo decían.

Beth saltó del susto y casi deja caer el cuadro.

—Por dios, Adam, casi muero del susto y rompo esto —dijo con una mano sobre su pecho—. Me gustaría tirarlo pero no quiero que Jayden se enfade conmigo.

La expresión de Adam fue de absoluto terror y asintió.

—Sí, ese es su tesoro sagrado, mejor déjalo en su sitio.

—¿Tesoro sagrado? —preguntó Beth con confusión.

—Ajá —respondió el castaño simplemente—. Mia se lo regaló.

—Ah, hasta le daba regalitos. Seguro también se agarraban de la mano y se besaban.

Adam sonrió.

—Pues sí. Hasta vino a dormir aquí una vez, pero Jayden me dijo que solo durmieron como hermanitos —Al terminar abrió los ojos como platos—. Ahhh, con que de ahí venía esa frase. Que par de mentiras.

Beth apretó su mano libre en un puño.

—Me imagino qué haría si le regalo un cuadro como este —dijo admirándolo—. Probablemente ni lo reciba.

—Aunque no lo atesoraría tanto como este, estoy seguro de que lo guardaría. No parece, pero muuuuy en fondo todavía tiene sentimientos —dijo no muy convencido y agregó— por algunas personas.

Beth suspiró.

—Para mí no.

—La verdad, creo que sí puede estar enamorado de ti —los ojos de Beth se dirigieron hacia él con ilusión—. Bueno, no tanto así, pero tal vez te aprecia de alguna manera. Mira, hasta te deja quedarte aquí y te presta su ropa, si fueras otra chica te hubiera dejado afuera con la lluvia.

—¿Siempre eres tan bueno con todo el mundo? —preguntó Beth ante los intentos de Adam para reconfortarla.

Entonces recordó lo que Jayden acababa de decirle hace unos minutos:

«Adam está enamorado de ti»

—Ay, no puede ser. Soy una maldita —hizo una pausa buscando las palabras exactas— perra.

Adam se rio fuertemente sin poder evitarlo y le envió una mirada de desconcierto.

—Claro que no. ¿Por qué lo dices?

—Porque Jayden dijo que... Que tú sentías algo por mí y yo no paro de hablar de él y de por qué no me quiere.

Adam se encogió de hombros con una sonrisa triste.

—Bueno, ya acepté que no me vas a querer nunca, así que tengo que acostumbrarme a tu presencia sin ponerme nervioso.

—Eh, ¡sí! Podemos ser amigos —animó ella.

Adam se llevó una mano al pecho bajando la mirada.

—¿Qué pasó? —preguntó Beth confusa. Y ahora qué hice, pensó.

—Acabas de dejarme en la zona de amigos —dijo dolido—. Esto es tan horrible como describen en los libros, pero supongo que será más fácil hablarte ahora.

Beth se cubrió los ojos con una mano.

—¡Lo siento! No pienso cuando hablo. Dios, seré una terrible amiga.

—Claro que no —afirmó Adam—. Es por mis sentimientos, ya desaparecerán —desvío la mirada hacia un lado—. Creo.

Beth estuvo a punto de decirle algo más, pero el castaño la interrumpió. Ella no lo estaba haciendo a propósito, pero sus palabras eran como dagas afiladas para su corazón.

—Deberías guardar ese cuadro —advirtió el castaño cambiando de tema—. Tengo miedo de que se caiga y se rompa en pedacitos o algo ¡Jayden nos mataría!

Cerró la boca de pronto. Siempre que decía cosas como aquella terminaban cumpliéndose de la misma forma o con variaciones mucho peores así le hizo una seña a Beth para apresurarla.

La pequeña asintió y abrió el cajón, pero dirigió su mirada una vez más hacia la foto. Específicamente, observó una vez más a Mia. No es que fueran como dos gotas de agua. Incluso el color de los ojos era distinto. Mia los tenía verdes y ella azules, pero sí había un ligero parecido en las facciones y el cabello rojizo lo acentuaba aún más.

—La verdad sí nos parecemos un poco —aceptó por fin dejando el cuadro en su lugar.

—Un poco bastante, ¡son como hermanas!

Beth frunció la cejas ligeramente, pero antes de contestar se quedó completamente inmóvil porque sintió una presencia detrás de ella, que habló con notable molestia.

—¿Qué están haciendo?



...

Hey! ♡ ¿Qué les pareció la primera parte del especial de San Valentín?

¡Muy pronto el siguiente! Es tan bonito escribir estas cosas que a veces se me olvida como terminará el libro *inserte risa malvada* mentira, no se asusten, pero sí sucederán cosas inesperadas.

Antes de irme, aquí les dejo un extra cortito de Jayden y Beth:


Jayden: ¿Quién es QvaleriaT? (pregunta leyendo el papelito que Beth le acaba de entregar)

Beth: No sé, pero nos pidió un saludo. Bueno, te lo pidió a ti específicamente. Al parecer quiere morir.

*Jayden gira la cabeza hacia ella, pero es interrumpido.

Beth: Digo, nada jeje. Solo dile hola.

Jayden: Hola.

*Beth le hace una seña para que diga algo bonito.

*Jayden rueda los ojos.

Jayden: Eh, toma mucha ¿agua? (hace una pausa confuso) Un momento, ¿acabas de grabarme?

Beth: pfff no.

*Jayden lanza el papel e intenta irse.

Beth: Espera, aquí hay otra hoja.

*Jayden la lee mientras su rostro parece confundido, luego sus mejillas enrojecen ligeramente y se va arrugando el papel en su mano.

Beth: Es tan lindo. Por cierto, el papelito decía....


¡Nos leemos pronto!
Con amor <3

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