Déjame amarte.

By MssRise

9.3M 421K 31.1K

Una chica difícil. Un secreto. Una desgracia. Un chico arrogante. Un secreto. Una casualidad. Obra registra... More

Nota de la autora
Siempre juntas.
Es un adonis.
Perfecto
Aguafiestas
Otra vez
Como siempre
Tal para cual.
Corina. Parte 1
Corina. Parte 2
Coma
Yo no hago nada por obligación
No me fío de ti
No quiero tu compasión
Vuelve pronto
Supongo
Tengo toda la noche
Paso
Diferente
Cadenas
Amigos
No pares
Demasiado buena
"Siempre tu amigo"
Are you gonna be my girl?
Dilo
Entonces no importa
Iniciales
Reencuentros
Eres mía
La canción del miedo
No me odies
No podía dormir sin ti
Es ella
Juguete roto
Déjame
Quédate conmigo
Nosotros
Siempre
Loca
Tomás
En toda mi vida
Te he echado de menos
Hagamos el amor
Siempre quiero más
Mi sonido favorito
Martina
El azul
Sigo muy enfadado
Bailaré contigo
No me hagas esto
Está loco por ti
¿Quieres jugar?
Valdrá la pena.
Te quiero
Extra
Nota/Aviso
NOTA IMPORTANTE

Quiero verte

225K 6.3K 853
By MssRise

— No. — susurra ella. Sonrío en su boca. Siempre es lo mismo, ella dice que no y yo la ignoro, luego me vuelve a besar y acaba diciéndome que sí. — Te he dado a elegir entre los dos regalos y ya has elegido. — dice levantándose. — Lo siento. — me dedica una sonrisa traviesa y con deseo. Sé que se está haciendo la dura.

— Ese no era el trato. — me quejo tirándome hacia atrás en la cama. — Si me lo hubieses dicho así me lo hubiese pensado. — gimoteo mirándola desde abajo.

Ella sonríe, me levanto para acercarme, pero retrocede mirándome divertida.

— No voy a hacerte nada. — miento. — Solo quiero agradecerte por el regalo. — doy un paso más y quedo muy cerca de ella. Ella me mira, sus pupilas están dilatadas mirando mi boca y luego mis ojos, veo deseo en ellos.

— Pues vamos a la fiesta. — dice cuando estoy acercándome para besarla. Retrocedo como si me hubiese empujado y aprieto la mandíbula. ¿Por qué coño tiene que decirme esto ahora? Si quiere cabrearme lo ha conseguido.

— Ni hablar. — digo dándome la vuelta para no ver su cara.

— Vamos. — lloriquea abrazándome desde la espalda. — Solo un ratito, no vamos a quedarnos todo el día aquí...

— ¿Por qué no? — rujo intentando darme la vuelta, pero no me deja, me aprieta más en su abrazo.

— Porque nos volveríamos locos. — susurra bajando sus manos por mi abdomen. Me tenso bajo su toque y casi puedo verla sonreír.

— ¿Más?

— Mucho más. — dice llegando hasta el borde de mis calzoncillos. Contengo el aliento cuando su pequeña mano se adentra por ellos.

— Elena... — gimo cuando me agarra la polla.

— ¿Iremos? — abro los ojos ante su chantaje.

— No.

— Por favor. — ruega abrazándome más hacia ella con su brazo libre. — solo un ratito.

Hago que me suelte y me giro para besarla contra su armario. Ella gime cuando me hago con el control de la situación y la estrecho contra mí acariciando la cinturilla de sus bragas.

— Puedo... — gime. — ponerme el vestido que tú quieras. — sigue intentando convencerme mientras beso su cuello.

— Está bien, pero deja de hablarme de esa maldita fiesta de una vez. — gruño preso de mi deseo. Sé que luego me voy a arrepentir, pero ahora solo quiero oírla gemir.

Ella sonríe sintiéndose claramente vencedora así que muerdo su labio inferior, cosa que hace que sonría más aún. Me siento en la cama y ella se sienta a horcajadas sobre mí. Se restriega contra mi paquete. Dios, es muy mala. Me trago una maldición y aumento la fuerza del beso. Llego hasta su mandíbula y me separo de su cuello para quitar su camiseta. Jadeo cuando veo su simple sujetador negro aprisionando sus tetas, así que me apresuro a desabrocharlo. Ella tiene los ojos cerrados, la observo cuando los entorna para mirarme. Adoro sus ojos y como me mira de esa manera, como si quisiese todo de mí y yo pudiese dárselo. La tumbo sobre la cama y meto mi mano por sus bragas, ella gime tirando la cabeza hacia atrás y me acerca para que la bese. Muevo mis dedos muy lentamente torturándola y busco el punto exacto en el que sé que va a volver a gemir, solo yo sé dónde tocarla para que lo haga y eso me encanta.

— Alex. — dice con la voz entrecortada.

— ¿Sí? — me hago el tonto parando los movimientos y mirándola.

— No pares. — dice con terror en la mirada.

— Vale, nena. — la obedezco volviendo a mover mis dedos. Sonrío cuando se me ocurre acelerar las cosas y meto uno de mis dedos en su interior. Ella suspira y se aferra más hacia mí. — ¿Te gusta?

Ella tiene la boca entre abierta y los ojos cerrados de placer. Ya sé la respuesta.

— Nena, dímelo. ¿Se siente bien?

— S—sí... se siente... muy bien. — gimotea levantando las caderas.

Oírla gemir hace que me decida a dejarla de torturar, me aparto de encima de ella y me pongo uno de los condones que tenía en la cartera.

Ella me mira expectante y es la imagen más perfecta que he visto nunca. Me recibe abrazándome y yo tras torturarla durante unos segundos más me introduzco en su interior con facilidad. Sus uñas se clavan en mi piel haciéndome gemir en su cuello. Sus piernas se cierran abrazándose a mi cintura y de repente me clavo más adentro.

— Joder. — exhala ella. Yo me detengo y la observo alerta.

— ¿Qué pasa?

— Nada. — ella se ruboriza. — Es solo que... lo he notado más adentro.

— ¿Y eso está bien?

— Sí. — dice moviendo sus caderas contra mí. — Muy, muy bien.

Sonrío volviéndome a mover y besándola.

— Maldita sea. — gruño cuando ella vuelve a mover sus caderas impaciente. Si sigue haciendo eso... Me encantaría verla sobre mí, tomando el control, pero es demasiado pronto y no tiene confianza suficiente como para hacerlo, así que me lo apunto como futura fantasía. Elena muerde su mano y cierra los ojos para no gemir muy fuerte, pero, a diferencia de otras veces, retiro la mano de su boca para oírla.

— Alex. — gime ella apretando sus piernas más a mí alrededor mientras yo sujeto sus manos a su lado para que no se tape.

— Quiero verte nena. — jadeo en su oído, ella se estremece y me muevo más rápido. Su cara se crispa y gime mi nombre una vez más a la vez que yo lo hago también.

— Dios... mío. — suspira ella con una sonrisa de satisfacción en su boca. Me da un breve beso y sus piernas se aflojan.

Elena.

Observo como los músculos de Alex se contraen mientras se pone su camiseta. Aún estaba medio adormilada por su culpa. Encojo las piernas en mi regazo y apoyo la barbilla en mis rodillas.

— ¿Qué quieres comer? — pregunta él sin mirarme, mientras se pone unos pantalones.

— Me da igual. — me encojo de hombros, no sé qué hora es, pero tengo hambre. — Pasta, me apetece pasta.

Él se gira para mirarme con sus ojos divertidos.

— Pasta. — repite él. — Está bien, ya veré qué puedo hacer,

Es entonces cuando me doy cuenta de que se está vistiendo.

— ¿Qué? ¿Te vas? — me despierto de inmediato aterrorizada.

— A comprar algo para comer. — explica él.

— Pero es navidad. — me quejo. — Está todo cerrado.

Se suponía que hoy la comida de navidad la organizaba Amalia en su casa, pero Alex me había convencido para que no fuésemos. Yo había accedido para que nos quedásemos porque pasar las primeras Navidades juntos, no me desagradaba para nada.

— Sé lo que hago. No te he convencido de que nos quedemos en casa para permitir que comas cualquier mierda, voy a prepararte un plato que vas a alucinar. — dice acercándose a mí con una sonrisa. La cama se hunde bajo su peso al apoyar sus brazos a cada lado de mi cuerpo, queda muy cerca de mi cara.

— Quiero que te quedes conmigo. — susurro en su boca.

— No se puede tener todo en esta vida nena, ya me tienes a mí. — musita divertido y muerde ligeramente mi labio inferior.

— Menudo creído... — suspiro apartándole de mí y privándome de sus besos. — Voy a ducharme. — me deshago del edredón que me tapa, y cae al suelo. Veo como me mira de arriba a abajo y traga saliva.

— Me voy. — se apresura a decir sin mirarme. — Luego me lo vas a pagar. — me amenaza saliendo por la ventana.

— Está muy bueno. — le alabo. Él me sonríe.

— Lo sé. — se mete un trozo de lasaña en la boca. Está muy callado.

— ¿Por qué estás tan callado? —Quiero saber.

— Solo estoy pensativo.

— Y en qué piensas.

Me estoy empezando a poner nerviosa.

— En ti, obviamente. — no veo sorna en su mirada, así que sonrío complacida. — y en la fiesta.

— Oh. — musito mirando mi plato.

— ¿Por qué quieres ir?

— No sé. — me encojo de hombros. — Hace mucho que no voy a una fiesta, y sé que eran tus amigos.

— ¿Tiene algo que ver Dani en tu interés por ir?

— No, claro que no. — niego. — Pero no quiero que pierdas amistades por mi culpa.

— Eso no son amigos ni nada. — dice enfadado. — Si no voy con ellos ahora es porque ya no lo necesito. — yo me quedo callada. — Pero iremos si es lo que quieres. — dice al fin.

— Gracias. — me levanto para colocarme a su lado. Él pasa un brazo por mi cintura y sigue mirando su plato. — ¿Vas a estar de morros? — hago un puchero imitándole y rozando mi nariz con su mejilla.

— No. — suspira rendido. Sus ojos se encuentran con los míos.

— Pues sonríe un poco. — pido sonriendo, él aparta la mirada y yo estiro su moflete para que sonría. Al final acaba sonriendo y sentándome en su regazo.

— Te quiero mucho, lo sabes ¿verdad?

— Claro que sí. — sonrío.

Su boca busca la mía y yo le beso. Él inspira mientras alarga el beso y pasa sus manos por mis piernas aún desnudas, Alex no había dejado que me pusiese pantalones, y yo estaba encantada, claro.

— ¿Quieres que vayamos a ver a Corina?

— Sí. — sonrío.

— ¿Puedes alegrarte un poco? — me quejo mientras cepillo mi pelo ya por la noche después de haber estado toda la tarde con Corina y estábamos preparándonos para la fiesta.

— Estoy contento, muy contento. — me dedica una sonrisa falsa desde el espejo.

— ¿Por qué no le dices a Sandra y a Óscar que se vengan? Así por lo menos... — dejo la frase en el aire.

— Ya se lo he dicho, les pasaremos a buscar ahora.

— Claro, que Óscar no tiene el coche. — digo empezando a ponerme rímel, cuando voy a preguntar si a Óscar no le importa estar esperando y que le robemos el coche, él tartamudea ligeramente y me interrumpe.

— ¿Por qué te maquillas? No lo necesitas.

— No lo sé, supongo que para estar guapa.

— No lo necesitas. — repite él y yo sonrío.

— Ya. — me giro para mirarle.

— En serio, eres guapa y ni siquiera tienes que esforzarte, no sé por qué ensucias tu preciosa cara con esa mierda. — suelta cogiéndome de la cintura. Mi corazón se acelera porque ha dicho "preciosa".

— Si quieres me lo quito. — murmuro provocativamente acercándome a su boca.

— Ya lo tienes puesto. — se encoge de hombros.

— Voy a lavarme los dientes. — digo dándole un breve beso en los labios. — y a acabar de vestirme.

— Puedes vestirte delante de mí. — se queja.

— Creo que si me vistiese delante de mi acabaría con menos ropa de la que tengo. — me mofo y él suelta una carcajada.

Veinte minutos más tarde todavía no estoy lista, Alex no para de decirme que soy una tardona y me está poniendo muy nerviosa. Me miro en el espejo del baño una vez más, llevo unos pantalones etilo leggin, negros ajustados y una blusa color granate escotada.

— Nena... — empieza él con tono serio cuando salgo. Está apoyado en la pared con los brazos cruzados. Abre los ojos cuando me mira de arriba a abajo. — ¿Vas a ponerte eso? — le pillo mirando mi trasero cuando me giro para ver su expresión.

— No, es mi ropa de estar por casa. — digo rodando los ojos y pasando las cosas de un bolso a otro.

— Muy graciosa... — dice débilmente. — Nena... — vuelve a repetir.

— Dime. — musito sin mirarle yendo de un lado a otro.

— Tengo que hablar contigo.

— ¿Y tiene que ser ahora? — le miro, tiene cara de preocupación, pero sé que quiere distraerme para que no vayamos a la fiesta.

— Preferiría que sí. — murmura.

— Oh, ¡qué propio de ti! — digo cabreada. — Sabes que me hace ilusión y quieres hablar justo ahora, ¿de qué Alex? ¿De por qué no nos quedamos aquí toda la noche? — me doy cuenta de que he sido muy brusca, él tiene la mandíbula tensa y me mira duramente. — Solo quiero ir un rato. — suavizo mi voz acercándome a él. — Solo un rato, y si no nos gusta nos volvemos. — prometo. Él va a abrir la boca para decir algo, pero inspira y dice:

— Está bien, te espero abajo. — dice sin más dejándome allí sola.

Me quedo sin habla durante unos segundos y las lágrimas amenazan con precipitarse. Pero no puedo hacer eso, tengo que conseguir que a Alex se le pase el cabreo. Acabo de arreglarme y salgo por la puerta para reunirme con él.

Me abrazo a mí misma buscando el coche de Alex, o bueno, de Óscar. Me hace luces desde la oscuridad, pongo los ojos en blanco y me dirijo hacia él. Me abre la puerta desde dentro y la luz ilumina su cara. Parece que está nervioso y enfadado así que me mentalizo para una discusión.

— Alex... — empiezo entrando en el coche. — No quiero que... — sus manos me agarran la cara y me besa con sentimiento, necesidad y algo de dolor. Veo miedo cuando me separo de él y le miro a los ojos. — ¿Qué te pasa?

— Nada, — suspira. — Es solo que lo siento, sé que te hace ilusión y no quiero cagarla con mi mierda.

Mi mirada se dulcifica y le vuelvo a besar poniéndome encima de él. Alex respira pesadamente cuando paso mis manos por su pecho y le beso.

— Te quiero. — susurro en su oído, él se estremece y me abraza aún más fuerte. Escondo la cabeza en su cuello y él me abraza de nuevo.

— Nunca te he visto con estos pantalones. — murmura pasando su mano por mi muslo lentamente.

— Hace mucho que no me los pongo. — entorno los ojos cuando sube la mano y sonrío.

— Pues deberías ponértelos más a menudo, te hacen un culo... — río y él se contagia de mi sonrisa. — Creo que esta noche voy a acabar a hostias con alguien. — suspira.

— Esperemos que no. — sonrío en su boca.

— Vamos, ya llegamos tarde. — musita entre beso y beso. — Y esto reduce mis ganas de ir. — dice refiriéndose a nuestra cercanía.

Lo cierto es que ahora me apetece abrazarme a él y no soltarme. Estar en la cama y.... pero no puedo cambiar de opinión ahora o nunca me tomará en serio de nuevo. Me siento en mi sitio y Alex arranca.

Óscar y Sandra se suben al coche, y respiro aliviada porque Sandra comienza a hablar de todo un poco y alivia la tensión que parece haber entre Alex y Óscar.

Alex no deja de destrozar mi mano mientras recorremos el jardín para llegar a la casa. Sandra discute con él para que me suelte de una vez y yo no digo nada cuando me arrastra hasta la pista.

— Necesito alcohol. — admito chillando en la oreja de Sandra. Ella sonríe y comienza a andar hacia una barra improvisada. La sigo y me sirvo un cubata bastante cargado.

— Vaya, — silba Sandra apoyándose en la barra. — ¿Problemas? — dice bebiendo de su vaso.

— No. — digo bajando la mirada. — Alex no quería venir aquí. — me encojo de hombros. — ¿Dónde está por cierto?

— ¿A quién le importa? — sonríe. — Estará por ahí con mi primo, no te preocupes.

— Bien, vamos a bailar. — digo bebiendo un último trago y cojo su mano. 

Continue Reading

You'll Also Like

5.8K 345 31
Algunos traumas le impiden comportarse normalmente y varias personas un tanto extrañas lo rodean, pero su vida da un giro al conoser a una persona mu...
42.4M 2.2M 119
Hannah es una adolescente de dieciséis años enganchada a las redes sociales. Pero un día recibe una solicitud de amistad de Facebook de un chico llam...
733K 5.2K 6
La costumbre es el peor enemigo del hombre. Por eso Jordan busca no sólo recibir placer. Busca que sus acompañantes obtengan placer. Para el, observa...
1M 57.9K 54
¿Crees en las almas gemelas? Madison definitivamente sí, desde que su abuela le regaló el libro con el que encontró al amor de su vida no deja de pe...