Siento unas manos acariciando mi delgado abdomen, suspiro, siento un pequeño dolor en la parte baja de mi estómago. Unos labios se depositan en mi mejilla derecha, luego en mi cuello. Sonrio ligeramente, abro los ojos y finalmente giro.
¡Dios mio!
¡Es Ross! ¡Ross Lynch! ¡Mi maestro! ¡Maldición!
No recordaba que me había acostado con él, pero ahora que lo veo vino todo a mi mente...
¡Soy una estúpida!
¿¡Cómo diablos pude acostarme con mi maestro por buenas calificaciones!?
-Buenos días, nena.- Sus labios besan los míos.
Estoy tan decepcionada de mi misma como para corresponderle al beso.
-¿Quieres desayunar?
Asiento, sin decir ni una sola palabra aún.
-¿Que quieres desayunar?.
Me pregunta nuevamente, parándose de la cama completamente desnudo.
Mis ojos estan apunto de salirse, lo juro.
Se pone un albornoz y me mira atento.
-Eh... lo que sea.
Respondo nerviosa. Ross asiente, sonríe y besa mis labios nuevamente.
-Quédate aquí, te llamaré cuando este listo.
Asiento tímidamente.
No es normal estar en la cama de un maestro.
Ross se va de su habitación, dejándome sola y arrepentida.
Paso las manos por mi cabello, poniéndomelo para atrás.
Soy un desastre.
Una lágrima corre por mi mejilla derecha.
-Soy una fácil.- Susurro para luego sollozar.
No debí hacer esto.
Soy una estúpida, soy una fácil...
Esto no tendría que haber pasado, ¡maldita sea!
Sollozo nuevamente mientras miles de lágrimas corren por mis mejillas.
Soy una idiota.
Si alguien se llega a enterar de esto estaría muerta... no quiero que nadie me reconozca por ser una fácil o por ser la alumna que se acostó con un maestro.
Ross obviamente no diría nada, ya que lo pueden meter a la cárcel. Y eso es lo que yo quiero evitar.
¡No debí aceptar ese absurdo trato, maldita sea!
***
Me sorprende que Ross supiera cocinar.
¡Cocino un millón de cosas! Y todo estaba delicioso.
-¿Me darías tu número de teléfono?.- Pregunta antes de que me fuera de su casa.
Trago saliva sonoramente pero al final terminé aceptando.
-Nos vemos.- Se despide dejándome un pequeño beso.
-Chau maestro Lynch.
El maestro Lynch me guiña un ojo, me ruborizo, y salgo de su casa.
Camino, y tomo un taxi, no había traído mi camioneta ya que ayer vine a la casa del maestro Lynch en la camioneta de Camila.
Apenas me siento y la canción "Break Free" comienza a sonar.
Busco mi iPhone en mi bolso, y me lo pongo en la oreja sin ver quien era.
-¿Aló?
-¡_____!
Grita Camila.
-¿Que pasa? ¡Te he dicho que no grites que me vuelves sorda!.- Grito ahora yo divertida.
-Vale, ¿como te fue con el maestro Lynch?
Maldición...
¿Debería decírselo?
Niego con mi cabeza.
Aunque ella sea mi mejor amiga, no podía.
"Nadie tendrá que enterarse de esto, ni siquiera tu mejor amiga".
Recuerdo las palabras de Ross.
Suspiro.
-Bien... eh... no entendí casi nada de la clase pero no importa.- Miento tartamudeando.
Camila ríe
-¿Por que tartamudeas? ¿estás nerviosa? ¿me estas mintiendo? ¿que hicieron allí?
-¡Nos vemos!
Exclamo y cuelgo la llamada.
Eso estuvo cerca... muy cerca.
Al llegar a mi casa, le pago al taxista, este me guiño el ojo.
Lo miro con asco y salí del taxi.
Busco en mi bolso mis llaves pero no las encontré así que me limite a tocar el timbre de mi casa.
Al instante me abrieron y mi padre me jaló del brazo bruscamente para que entrará.
-¡Auch!.- Exclamé sobándome el brazo.
-¡Dime con quien demonios has estado ayer por la noche!
Abro mis ojos como platos.
-Eh... yo...
-¡Dilo ya!
-¡Pensé que estaban en Miami!.- Respondo sorprendida.
Mamá baja por los escalones, también algo molesta.
-Regresamos hoy a la una de la madrugada, pensamos que ya estabas dormida así que subimos a tu habitación y ¡Que sorpresa! no estabas.
Mis manos ya estaban heladas.
Maldita sea.
-¿Por que volvieron tan pronto?
Mi padre bufó.
-Porque las grabaciones se acabaron, la temporada terminó y terminamos de grabarla antes.
Si... mis padres eran actores de la popular serie "(Inventa el nombre)".
-Dinos que hiciste, con quien estabas ayer por la noche, _____ Evans.
Mi mamá se cruza de brazos.
-Yo... estaba con Camila... ayer hicimos una pijamada.
Miento esperando a que me creyeran.
-Bien.- Contesta mi padre.- Entonces llamaremos a los padres de Camila para asegurarnos de que estuviste con ellos ayer con la noche.
Contesto agarrando su teléfono.
Abro los ojos a tope.
¡MIERDA!