Capítulo 25: "No consciente"

46.1K 1.4K 130
                                    


Besé sus labios con ferocidad y la tumbe sobre la cama. Puse mis piernas al los lados de sus caderas. Me encanta poder estar así con ella. Aunque me encantaría que ella estuviese consciente de esto.

Mis labios viajaron por todo su cuello.

Succionando y dejando marcas rojas. Ella era mía. Y de nadie más. Y eso se lo dejaría muy en claro esta noche.

Apreté sus pechos por encima del apretado vestido rojo que traía. 

Gemí al sentir que ella también succiono una parte de mi cuello, y aún más al sentir que su rodilla rozó a mi amiguito, que por cierto ya estaba bastante duro y erecto gracia a ella.

Ella causaba miles de cosas dentro de mí. Y la excitación, era una de ellas.


____:

Sentí una fina capa de húmedad en mis braguitas. Gemí.

No se como pero logré ponerme encima de Ross.

Meneé las caderas sobre su largo pene. Ross gimió al igual que yo.

Volví a hacerlo una vez más, solo que esta vez le saque la cabeza.

Mordí su cuello, y succione una parte de este.

Besé su pecho y fui bajando, besé al rededor de su pezón izquierdo al igual que el derecho.

Mis manos se encargaban de torturar su duro miembro.

-No sabes cuando me encantas.- Susurré en su oído.- Duro como una piedra.

Mordí el lóbulo de su oreja.

Desabroche sus pantalones y los baje un poco, hasta sus rodillas.

Besé su polla por encima de sus bóxers. Y se los baje.

Su erección ya estaba bastante grande. Casi le llegaba por el ombligo, o algo menos, pero estaba realmente grande. 

Gemí e introduje su polla a boca. 

Saboreando su líquido pre seminal. Me encantaba.

Pasé mi lengua por sus testículos haciendo que entreabriera la boca y frunciera el ceño.

Mordí la punta de su pene y le besé justo allí.

Succioné todo lo que pude. No entraba todo en mi boca. Pero aún así lo intente todo lo que pude. Su polla todo mi garganta. Gemí realmente fuerte.

Succioné la punta, y un poco más arriba.

-¡Oh, joder!

Lamí su polla. Y le dejé un par de besos por toda su extensión.

Era excitante dejarlo frustrado con el cabello despeinado y sus ojos oscuros como la noche, debido a la excitación que sentía en ese momento.

Grite de impresión cuando me presiono el trasero algo fuerte. Me puso boca a bajo y bajo el broche de mi vestido. Dejo un par de besos por mi espalda al quitármelo.

-¿Te gusta jugar, verdad, preciosa?

Gemí contra la almohada.

Sentí como bajaba mis braguitas y las aventaba a una parte que no pude ver.

Se acomodó entre mis piernas y empezó con su trabajo.

Mordí la almohada.

Lo único en que podía pensar era en lo bien que se sentía.

Su lengua salía y entraba de mí. 

Apoyé mis brazos en la cama e intente salirme para poder seguir torturando a Ross. Pero no pude. Ya que me agarro del trasero. Gemí. 

Su lengua estaba mucho más adentro en mí. Y eso me encantaba.

 Cerré los ojos y los abrí bruscamente.

Grité.

Juro que iba a morir de placer en ese mismo instante. 

Lamió mi vagina y luego chupó algunas partes de mi zona V.

Gemí.

Estaba por correrme pero se detuvo.

-Mierda

Murmuré apretando los dientes.

Rió y besó mi nalga derecha.

Volví a gemir cuando me dio un pequeño azote en el trasero.

-¡Ah!

Me acomodé, y me puse encima de Ross, enrollando mis piernas en su cadera.

Besé sus labios desesperadamente. Como si el mundo fuese a acabar.

Nuestras lenguas peleaban y nuestros sexos rozaban exquisitamente.

Me quito mi sujetador rápidamente, jugó con mis pechos un buen rato.

De una sola embestida se metió en mí.

Gemí tirando la cabeza hacia atrás. Nuestros labios se separaron automáticamente.

Se movía adentro y afuera, adentro y afuera. Mientras yo me movía arriba a bajo.

Para que alcancé un punto más profundo en mi interior.

Clavé mis uñas en su fuerte espalda. 

Podía oír sus gemidos en mi oído, y eso era una maldición.

Acaricie su cabello que estaba un poco más arriba de su nuca. Ross se tensó.

Reí cansadamente.

Sus embestidas cada vez eran más fuertes. 

Juro que iba a llorar, me estaba penetrando tan intensamente que hasta dolía un poco.

Era un dolor delicioso.

Me encantaba.

Mordí su hombro no tan fuerte pero aún así lo hice.

Estaba por correrme.

Mis gemidos se hicieron más fuertes hasta que me corrí.

Suspiré cansada y derrotada.

Pude notar que el también se corrió ya que dejó de embestir.

 Me recostó en la cama y besó mi cuello, mi frente y mis labios.

-Te amo... no sabes cuanto lo hago, cariño... y nunca... dejaré de sentir lo que siento por ti.

Suspiré nuevamente.

Quería decir algo pero ya no tenía más fuerzas.

Cerré mis ojos y no recuerdo nada más luego de ese momento.


---

Sexo con mi profesor | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora