Estaba cansado, fastidiado, preocupado y demás. Las cosas en sus días de prueba habían salido bien, o eso le había dicho el señor Song antes de irse un par de días para luego regresar. El menor estaba preparado para lo que le dijese el vicepresidente con respecto al empleo, su corazón latía rápidamente y sentía que este chocaba contra su pecho pidiendo salir con urgencia.
—Jung Wooyoung, pasa por favor —. Le llamó el rubio con una sonrisa.
A pesar de que Ren, Intak e Irene le dijeron que no se preocupara y que no estuviera nervioso, era evidente que no podía hacerlo, le temblaban demasiado las piernas, sin destacar esas inmensas ganas que tenía de salir corriendo. Tenía que respirar y controlar lo que sentía en ese momento puesto que no quería echar a perder todo y tirar a la basura el esfuerzo que puso en cada actividad para que estuviera bien. Entró a la oficina con un ligero temblor en sus piernas, aún teniendo esa sensación de que se caería. Ya dentro el señor Song le ordenó que tomara asiento y así lo hizo; sin mencionar nada ni hacer ruido. Los nervios le estaban jugando una mala pasada.
—Muy bien, Wooyoung —. Habló el mayor mientras firmaba una hoja.
El menor lo miró y se acomodó en la silla.
—¿Crees estar listo para el puesto? —. Preguntó de pronto haciendo que el joven abriera los ojos.
No estaba muy seguro del todo.
—Si, señor Song —. Mencionó el menor con una sonrisa.
—Bien. Hiciste un buen trabajo con todo lo que te ordené, por lo que... Creo que tienes el puesto —. Aseguró el hombre mirando con una sonrisa el semblante del menor.
No podía creerlo.
Sentía que era mentira pero el rostro del señor Song no daba a entender lo contrario. No era ninguna broma, era verdad.
—Antes que digas nada, debo hacerte una advertencia, el jefe de esta empresa es un tanto... Molesto algunas veces y es muy difícil que alguien le siga el paso —. Confesó. —Espero hagas un buen trabajo y no te corra a los tres días solo porque no le entregaste o cumpliste algo que él te pidió, ¿De acuerdo?
El menor asintió con una sonrisa en sus labios y un gesto más calmado, por lo menos había obtenido el trabajo. Ahora si podía decirle a su madre que ya no se preocupara por los gastos y que ahora él sería el encargado de llevar dinero y comida a la casa; no le dejaría con todos los problemas.
—No se arrepentirá señor Song, haré mi mayor esfuerzo para adaptarme al modo de trabajar del jefe —. Aseguró con un semblante lleno de felicidad.
—Eso espero. Bien, ahora puedes irte y tomar la tarde libre, el jefe llegará en dos días así que... Te veo hasta el martes a tu hora de entrada —. Aclaró.
Wooyoung se levantó de la silla en la que estaba y asintió con alegría, eso era todo, lo había hecho.
—Claro que si. Gracias y con su permiso... Me retiro —. Finalizó para luego caminar hasta la puerta de la oficina y salir.
Ya afuera soltó un suspiro y dirigió la mirada al chico rubio, a la chica y al castaño que lo observaban esperando a que les contara como le había ido. Durante sus días de prueba, Ren, Intak e Irene lo estuvieron ayudando con aquellas cosas que no entendía o que le costaban mucho trabajo realizar con facilidad; gracias a ellos había aprendido demasiadas cosas que ni él mismo sabía que existían. Ellos tres eran los mejores compañeros de trabajo que podía tener, estaba más que agradecido con ellos.
—¿Y bien? ¿Qué te dijo? —. Preguntó Intak con una sonrisa.
Estaba un poco desesperado por saber lo que el señor Song habló con el menor. El joven puso una cara triste y bajó la mirada, los tres chicos entendieron y suspiraron con tristeza pues al parecer su pequeño amigo no había pasado la prueba.
—Lamento decirles esto chicos pero... Desafortunadamente... No me verán sino hasta el martes —. Confesó.
La chica lo miró con una ceja levantada y sus brazos cruzados, no le agradaban ese tipo de bromas.
—Ayy por favor, Intak, deja de llorar, ¿Qué no te das cuenta que es una broma? —. Aseguró la chica a la vez que señalaba al menor.
Intak se secó las lágrimas y sonrió.
—Era obvio, yo le ayudé —. Dijo con mucha seguridad por lo cual los otros comenzaron a reír.
—Me da gusto que hayas obtenido el puesto —. Sinceró Ren mientras abrazaba al menor con un brazo por detrás de los hombros.
—También yo. Estoy segura de que harás un muy buen trabajo —. Habló Irene para luego tomarse la libertad de revolver el cabello de Wooyoung con una sonrisa.
—Gracias chicos por ayudarme, los veré el martes tengo... Tengo que ir a casa —. Mencionó al recordar que debía pasar a comprar algo para preparar la comida.
—Bien. Ve con cuidado, te veremos hasta ese día. Bye —. Dijo el rubio.
Wooyoung se despidió con un ademán de mano y una sonrisa, acto seguido, giro sobre sus talones y caminó hasta el elevador. Ya estaba más tranquilo y sin ninguna preocupación, al menos no pensaría en otras cosas durante un día y medio, sólo se centraría en cuidar a su madre para evitar que empeorara.
Una vez que estaba fuera de la empresa caminó hasta un pequeño supermercado para comprar lo que ocuparía. No sería mucho pero de paso llevaría algo para los próximos días. Tomó un carrito y empezó a buscar con la mirada las cosas de la despensa.
Mientras intentaba encontrar lo que buscaba no se percató que frente a él estaba una persona por lo que el carrito terminó chocando contra el cuerpo contrario. El menor se quedó sorprendido y pidió disculpas con un tono nervioso a aquella persona, algo que no le gustó fue que el contrario se le quedó viendo con el ceño fruncido y un semblante molesto, al parecer las disculpas del menor no habían echo efecto en el mayor.
—¿Qué rayos te sucede? ¿Acaso no ves por donde caminas? —. Habló el mayor con enojo.
El joven se atrevió a mirarlo a los ojos sin mencionar ni una palabra pero, para su mala suerte, la mirada del mayor era demasiado penetrante, dura e intimidante, no podía lidiar con aquel par de ojos negros que lo observaban con demasiada intensidad y que no querían otra cosa que no fuese matarlo por haberle golpeado con el carrito de supermercado.
—Perdón yo... Yo estaba buscando algo y... y...
—Ya, deja de tartamudear como loco, pareces un retrasado mental —. Soltó el mayor con rudeza a la vez que se iba.
El menor quedó anonadado ante esas desagradables palabras que había dicho el contrario, tenía ganas de llorar allí mismo sin importarle el hecho de que estuviera en un lugar donde habían varias personas pero no podía. Sin más, continuó con lo suyo intentando no toparse de nuevo con aquel hombre puesto que no deseaba volver a sentir ganas de llorar y huir de ahí.
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Abrió la puerta de su casa con lentitud ya que no quería despertar a su madre, en caso de que estuviese dormida claro. Dejó las dos bolsas de mandado sobre la barra de la cocina para luego ir hasta su habitación y dejar su pequeña bolsa en donde llevaba su celular, dinero y audífonos.
—¿Saliste temprano? —. Preguntó la mujer a la vez que se sentaba en uno de los sofás.
El joven la miró y le regaló una sonrisa, al menos su progenitora ya se podía sentar sola y caminar con un poco de normalidad; ya no le costaba tanto pero aún debía dejar reposar su cuerpo, lo necesitaba bastante.
—Si. De hecho... Tengo algo muy importante que decirte —. Sinceró a la vez que tomaba asiento al lado de la mujer. —Yo... Lo siento, ya no me tendrás aquí —. Sinceró.
—¿Qué quieres decir? Oh, espera... No te dieron el trabajo, ¿verdad? —. Preguntó la mujer con un semblante de desilusión.
Ella esperaba que su hijo fuera aceptado.
El menor mostró una sonrisa ladina y negó.
—No, madre. Ya no me tendrás aquí porque... Me dieron el puesto —. Dijo con felicidad. —Oficialmente inicio el Martes —. Aclaró.
La señora Jung no sabía que decir, estaba sorprendida y llena de felicidad, su pequeño hijo lo había logrado; ser aceptado en una empresa bastante reconocida y estricta no era para nada sencillo. No podía hacer más que abrazar al menor con fuerza, sabía que lo haría bien y que obtendría buenos resultados.
—Felicidades, me da gusto escuchar eso y...
—Ahora —. Interrumpió a la mujer. —No debes ir a trabajar, yo me haré cargo de todo, no te preocupes —. Dijo mientras se separaba de la muestra de cariño de su madre.
—No puedo hacer eso. No es justo que te deje con toda la responsabilidad, Wooyoung
—Madre... Estás enferma y... No quiero que te pongas peor así que debes dejarlo —. Mencionó con tono seguro.
La mujer no estaba preparada para eso, estaba confundida. Su hijo se había esforzado bastante para quedarse con el empleo y llevar dinero a la casa y estaba feliz por ello pero... El simple hecho de dejar a su hijo a cargo de todo mientras ella sólo estaba en casa sin hacer nada pues... No le agradaba para nada.
—Hijo...
—Por favor madre, no insistas, ya te he dicho que yo me haré cargo. Por favor, permite que yo me encargue de esto, ¿Si? —. Pidió a la vez que la miraba a los ojos y tomaba la mano de la mujer con delicadeza.
No tenía idea de nada, no deseaba que el menor se estresara y preocupara mucho, sin embargo, al ver los ojos de su hijo que la miraban con súplica no podía negarse.
—Está bien —. Cedió la señora Jung para luego depositar un corto beso en la frente de su hijo con mucho amor.
El joven soltó una pequeña risa ante eso, adoraba cuando su madre le demostraba cariño. Luego de eso, Wooyoung se adentró a la cocina para preparar algo de comida, él tenía hambre al igual que su madre.
Pasados unos minutos, ambos se encontraban comiendo a gusto sentados en el suelo de la sala mientras veían una película de amor ya que a él le gustaban bastante y, a pesar de que a la mujer no le gustaban del todo, los dos se la pasaban bien y riéndose de algunas escenas en las que se podían notar algunos errores, ya fuese de escenario o vestuario de los actores, era divertido.
A Wooyoung le encantaban mucho ese tipo de películas pues adoraba ver como a los personajes principales no les importaba lo que las otras personas dijeran o hicieran para impedir su relación. Era muy lindo para él.
De alguna manera... Sentía que le hacía falta alguien por quien luchar, alguien a la que debía demostrarle su amor y todo lo que estaba dispuesto a hacer para poder merecer su amor. Estaba seguro que algún día lo encontraría, algún día se enamoraría de verdad de una persona y ésta de él, sólo esperaba el momento.
¿Desesperado?
Mmm... Tal vez no.
No desesperado por encontrar el amor pero si por tener a ese alguien a quien decirle que lo amaba y contarle todo lo bueno que le pasaba.
Sin pensar más en ese tema, se dispuso disfrutar de la película junto a su madre, quien estaba comiendo con la mirada fija en la pantalla de la televisión. El menor sonrió y llevó un poco de comida a su boca; luego de eso tomaría un buen descanso, los últimos días se había dormido hasta tarde por lo que debía dormir bien para cuando fuese Martes.
Estaba ansioso.