"Más allá de las nubes"
El cielo resplandecía, los pájaros volaban y emitían bellos cantos, la frescura del viento besaba el rostro de (T/N), que estaba acostada sobre el pasto, con los ojos cerrados se disponía a dejarse llevar por el sonido y el sabor de un cupcake que había preparado. Se preguntaba qué sucedió con las rocas, de repente desaparecieron sin dejar rastro, quedaban unas pocas pero era raro que la mayoría hubiera desaparecido. Tal pregunta sería respondida si Varian la mantenía informada.
Entonces al recordar a Varian los pensamientos de las rocas se borraron, ahora se interrogaba qué proseguía con su relación, con el beso le demostró que estaba enamorada de él.
¿Qué sentía Varian por ella? ¿Acaso pasó demasiado tiempo que olvidó lo ocurrido?
Exhaló, decidió concentrarse en el sabor de las frutas, descubrió que cocinar no era tan complicado, tenía que calcular cantidad, tiempo y tener pasión, era como construir máquinas, después de todo se relacionaban con las matemáticas.
—Conque aquí estás, traviesa— habló el alquimista, acomodándose a lado de ella —. Te he estado buscando por doquier.
(T/N) sonrió como respuesta, le extendió un panquesillo, por su semblante tranquilo Varian entendió que estaba disfrutando un momento de relajación y aceptó el postre.
—¡Es sumamente delicioso!— comentó con la boca llena —¿De verdad lo hiciste tú? ¡Es muy rico!
La joven abrió los ojos para contemplar a su amado, apreció la belleza de un muchacho cuyas mejillas se inflaron por el bocado y chispas de colores decoraban sus labios.
—Claro que los hice yo— rió (T/N) quitando las chispas de sus labios.
—¡Por eso son tan deliciosos!— exclamó y digirió el bocado —, porque los cocinaste tú.
A pesar de que al principio la mayoría de los cupcakes salieron quemados o muy empalagosos, supo resolver esos problemas gracias a la paciencia de Attila.
(T/N) agradeció, no sólo por el cumplido, sino también de volver a apreciar esa luz brillante que demostraba su gentileza, amabilidad, inocencia, entre otras características que fueron opacadas cuando ocurrió el accidente de su padre.
Ahora el cielo era más azul, al fin podía admitir que todo era real, no se trataba de ningún sueño, Varian estaba a su lado, él la observaba sonriendo, diciendo en su mente lo afortunado que era al tenerla todavía en su vida, su luz no se complementaba si ella no estaba a su lado.
Más allá de las nubes, había estrellas que iluminaban el cielo nocturno y sabía que cuando las cosas oscurecieran él estaría ahí, ella lo sentía más allá de su corazón.
Varian, nervioso, intentaba sostener su mano, quería avanzar pero era imposible si (T/N) había perdido interés en él.
Los dos fueron flechados, gustaban uno del otro, pero el tiempo, quizá el tiempo los obligó a borrar sus recuerdos de sus días juntos.
—Am..., ¿(T/N)?— la mencionada movió la cabeza indicando que le prestaba atención —. ¿Crees poder ayudarme con una máquina? Es demasiado urgente para que los reyes de Corona vuelvan a recordar...
—¿Recordar? ¿Recordar qué?— preguntó (T/N), se acostó de lado y quedó a centímetros del rostro de Varian —¿Se dieron un golpe muy duro en la cabeza?
—No, no, no es eso— aunque su tono de voz entristeció, tartamudeó por la cercanía —. ¡Agh, (T/N)! Hice cosas horribles, entre ellas borre su memoria para poder controlar del reino.
Más allá de las nubes hay tormentas, rayos que asustan y nubes grises que aturden a la mente, donde las lágrimas caen en forma de lluvia y los gritos se convierten en truenos.
—Sé que cometiste muchos errores, pero...— (T/N) sujetó una mejilla del alquimista y la acarició suavemente —..., una vez te dije que te ayudaría a arreglar los errores. Sin importar cuán difícil sea, yo te ayudaré.
Después de la tormenta viene la calma.
Varian la abrazó fuertemente, después se dormiría su brazo ¿y eso qué? Cualquier dolor, sufrimiento, alegría o tristeza lo valía por ella, porque (T/N) era el sol que alegraba la terrible tormenta, ella era su luz.