MARATÓN (7/11)
Narras tú
–No puedo creer que te tuvieran como prisionera todos estos años _____– dijo Lincoln, quien me había encontrado cuando escapaba.
–Fue difícil...pasaron cosas horribles– me hizo beber algo y siguió limpiando mis heridas –Pero me resistí a todo lo que intentaron hacer–.
–¿Supiste lo de Costia?– tragué en seco asintiendo.
–Hablé con ella...Lexa debió quedar devastada con lo que hicieron– asintió lentamente –¿Anya está aquí?– negó.
–Anya murió unos meses atrás– guardamos silencio un instante, afirmó la venda y se levantó –Vamos– me levanté y lo seguí, tomando antes mi espada.
Hace unos años, cuando tenía doce, en una de las prácticas para el cónclave irrumpieron miembros de la nación de hielo, mataron los guardias, pusieron una bolsa en mi cabeza y me llevaron con ellos para entrenarme a su modo y tener a la comandante que deseaban.
–Lexa no sabe que estás aquí– suspiré, abrí las puertas de la sala del trono y enseguida miró a la entrada disgustada ante la interrupción, pero al verme su gesto cambió a uno de confusión.
–Creí que correrías hacia mí a abrazarme como cuando éramos pequeñas, pero sospechaba que como ahora eres la comandante no puedes hacer eso– se levantó mirándome sorprendida –¿Puedo entrar, Heda?– asintió lentamente y corrí hacia ella para abrazarla, me correspondió enseguida.
–_____...pensé que habías muerto– reí separándome y miré a Titus.
–Me enseñaron bien a cómo defenderme– miré a Lexa nuevamente –Me alegra que ganaras...y me alegra no haber estado ahí para patearte el trasero– sonrió reprimiendo la risa.
–Acompáñame a mi cuarto, por favor– comenzó a caminar –Seguimos con la reunión más tarde– la seguí y cuando entramos a su cuarto sus ojos se cristalizaron en seguida –No puedo creer que estés viva– acarició mi rostro y la abracé.
–Fue muy duro...tuve que defenderme sabiendo luchar como una niña...me hicieron cosas terribles– se quitó la armadura dejándola sobre el mueble –Y Costia...– negó de inmediato indicándome que guardara silencio –Lo siento– miré sus labios por unos segundos –Debo decirte que aquel beso...el día antes de que me llevaran...ha sido el único que he dado– sonrió levemente.
–No puedo decir lo mismo– reí –Sufrí mucho cuando acepté que no volverías...y que no estuve allí para protegerte– llevé mis manos a su rostro para acariciarlo.
–Quizás fue algo bueno...la pasé muy mal pero así no tuvimos que enfrentarnos...no hubiera podido hacerte daño– miró mis labios y luego mis ojos –Había olvidado lo hermosa que eres– iba a besarla.
–Mañana...– dijo dando un paso atrás –Mañana comenzarás a entrenar nuevamente, tarde o temprano deberás enfrentarte al cónclave cuando yo muera– asentí suspirando –Espero que recuerdes algunas cosas– notó mi mirada –¿Qué pasa?– reí.
–Amo ponerte nerviosa, sigue siendo tan satisfactorio, tal como antes– rió levemente.
–Le diré a los guardias que te preparen un cuarto– negué.
–¿No podemos compartir este?– suspiró.
–No quiero que pase de nuevo _____...acercarte de esa forma hacia mí te hace un objetivo– me acerqué a ella.
–Pude con ellos una vez, podré una segunda– sus ojos se cristalizaron.
–Pero yo no soportaría perderte de nuevo– asentí.
–Seamos amigas entonces...hasta que no te resistas– reímos y besé su mejilla para luego ir con los guardias.
–Apoya tu pie un poco más atrás– lo hice –Inclínate un poco a la derecha– obedecí –Ahora...– me atacó con la espada y esquivé muy bien, luego tomé la espada, iba a detener uno de sus golpes pero cuando su espada impactó la mía esta se resbaló de mis manos, aprovechó para darme una patada y caí al piso sintiendo su espada en mi cuello.
–Me rindo, no me mates– sonrió retirando el arma y con su ayuda me levanté. Ya habían pasado tres semanas desde mi regreso.
–Aún tienes muchas fallas– asentí agachando la cabeza.
–Perdón...pero puedo aprender mucho de ti, tus técnicas son muy buenas— sonrió –Si me enseñas a pelear como tú...wow, nadie podrá vencerme– miré a Titus –Él es un buen maestro, pero como ves, sigues dándome una paliza– me miró mientras pensaba.
–Titus– este la miró inmediatamente –Desde ahora yo me encargaré de los entrenamientos de _____, le enseñaré mis técnicas junto a todo lo que me has enseñado– este suspiró asintiendo y se retiró –Comencemos–.
Dos semanas más tarde ya había aprendido el modo de luchar de Lexa y a pesar de que seguía venciéndome, estaba mejorando mucho.
–Desde mañana te enfrentarás a los demás– asentí –Junto con Aden, eres la mejor– sonreí acercándome un poco a ella, estábamos en mi cuarto.
–Estoy aprendiendo de la mejor– relamió sus labios mirando los míos, así que decidí acortar la distancia. Demoró algunos segundos en corresponderme, pero lo hizo.
Llevó su mano a mi cuello acariciando mi piel con cierta ternura. Posé mis manos en sus caderas e iba a introducirlas por su ropa cuando unos golpes en la puerta nos interrumpieron.
–¡Heda!– era Titus –Azgeda ha ingresado con su ejército a nuestro territorio– se alejó bruscamente de mí caminando hacia la puerta y la abrió –Pero tenemos a la reina Nia– frunció su ceño y me miró.
–No salgas de aquí– negué lentamente –Pondré a guardias en la puerta, estarás bien– le sonreí y salió de la habitación.
Suspiré sentándome en la cama, miré mi espada en el mueble y me levanté para tomarla.
Llegué a la puerta de la sala de reuniones, no había nadie fuera así que acerqué mi oído para escuchar.
–Sky Cru ya aceptó el emblema, son parte de la alianza, este golpe ha fallado– dijo Titus y suspiré.
Siguieron hablando y decidieron hacer un duelo a muerte.
–Heda, ¿Quién peleará por ti?– escuché la voz de Titus.
–Ai laik Heda, non na throu daun gon ai (Soy la comandante, nadie pelea por mí)– algo se rompió dentro de mí al escuchar esas palabras.
—Nia de Azgeda, ¿Quién peleará por ti?– tragué en seco.
–Diría que Roan, el príncipe de Azgueda...pero ya no eres mi mejor guerrero ni digno del trono– tomé una respiración profunda y empujé la puerta para entrar –Escojo a _____– dijo al verme –La futura reina de Azgeda si gana esta lucha, y sin duda mi mejor guerrera– limpié la sangre que corría por mi rostro, la de los guardias que cuidaban mi puerta y finalmente me atreví a mirar a Lexa a los ojos.
Su gesto estaba neutral, pero en sus ojos se podía reconocer la furia que sentía en este momento.
Me estaba preparando en mi cuarto y escuché el sonido de la puerta, miré en aquella dirección y entró Titus muy enojado.
–¿Qué clase de broma es esta?– suspiré.
–Estuve casi diez años con ellos...me cuidaron y me hicieron importante– sentí su mano en mi hombro.
–Lexa no podrá contra ti, está devastada– lo miré –Y te enseñó todas sus técnicas para que vencieras el día del cónclave...pero que las uses contra ella...–.
–¡Basta!– lo empujé –¡Fuera!– grité apuntando la puerta –No tengo opción– dije en un susurro.
–Siempre la hay– dijo antes de salir.
Ya estaba el lugar listo, la gente se había reunido para vernos. Caminé hacia Nia y sonrió al verme.
–Hazme sentir orgullosa, hija– asentí –Serás la comandante y futura reina, tendrás todo lo que siempre quisiste, poder– me entregó su espada y la tomé, caminé hacia el centro del lugar y miré a mi oponente, Lexa.
Titus indicó que empezáramos, nos miramos sin hacer nada por unos segundos, luego miré a Nia y recordé lo que debía hacer. Corrí hacia Lexa, como conocía su método de defensa pude desestabilizarla fácilmente haciéndola caer, pero se levantó de inmediato. Seguimos luchando, se hizo un gran corte en la mano y me sorprendió que siguiera como si nada.
Le di una fuerte patada al dejarla desarmada, acomodé mi arma y la miré suspirando, con mi cabeza indiqué mi derecha, lo cuál entendió ya que esquivó mi golpe. Decidí rendirme y aflojé mi agarre, me quitó la lanza y me dio un fuerte golpe en la nariz haciéndome caer. A mi lado tenía una espada, pero miré a Lexa sin hacer nada.
–¡Levántate! Morirás como una cualquiera– asentí –¡No eres digna del trono!–.
–Perdóname...no quise hacerte daño...termina con esto ya, lo merezco– una lágrima rodó por su mejilla, acomodó la lanza pero en vez de matarme la lanzó hacia Nia, atravesando perfectamente su pecho.
–¡La reina ha muerto!– miró a Roan y este asintió –¡Larga vida al rey!– la miré confundida, se giró para extenderme la mano y me levanté.
–Lex...– me hizo callar.
–Ve a mi cuarto, ahora– asentí e hice lo que me ordenó.
Me quité la armadura dejándola en el piso y me senté en su cama, estaba jugando con mis manos cuando escuché a alguien entrar.
–El castigo por la traición es la muerte– dijo Lexa y asentí.
–Lo merezco– cerró la puerta –Sonaba como el plan perfecto...era el plan perfecto...pero no pensé en que seguías importándome tanto– limpié las lágrimas que corrían por mis mejillas –Perdón por haber fallado a tu confianza, sé lo mucho que te cuesta confiar en alguien– se sentó junto a mí.
–¿Quieres ser poderosa? ¿Ser la comandante?– sus manos estaban temblando levemente.
–No...Nia lo quería– tomé su mano –Yo solo quería volver con mis amigos...aún sabiendo que probablemente me matarías porque eres la mejor– limpié su mejilla –Perdóname Lexa– me miró –Si lo que necesitas es seguir las reglas y matarme...hazlo, te entende...– me interrumpió juntando nuestros labios.
Me hizo quedar bajo ella en la cama y quitó su camiseta, llevó sus manos a la mía para sacarla y me quejé porque le pegó a mi nariz, pero solo nos reímos y continuamos.
Me encontraba recostada sobre su pecho, su mano acariciaba mi cabello y las mías acariciaban su brazo.
–¿Puedo ver el tatuaje de tu espalda?– asintió y se sentó, miré un poco sus pechos pero luego agité mi cabeza para concentrarme –¿Lo hiciste por el cónclave?– asintió –¿Por qué faltan dos?– suspiró.
–Uno eres tú...y el otro es Luna– fruncí mi ceño.
–¿Qué le pasó a Luna?– me miró.
–¿Es necesario que hablemos de esto ahora?– suspiró –_____...si vuelves a traicionarme...–.
–No pasará...te lo prometo– sonrió –Me arrodillaría ante ti ahora para jurarte lealtad...pero si me arrodillo en este momento será con otro propósito– rió mordiendo su labio y me incliné para besarla.
_________________________________
¿TIENEN MASCOTAS? Yo tengo un gato, tenía un perro pero falleció hace unas semanas:(