Tanto Iwa como yo estábamos asustados y desamparados. Hacía ya un par de semanas que el virus se había esparcido, convirtiendo a una gran parte de la población en lo que podríamos llamar "zombies". Ambos llevábamos aún puestos los uniformes escolares ya que el apocalipsis nos había pillado a mitad de una clase de matemáticas.
Aquel día fue terrible, el pánico cundió en toda la escuela y debido a la estrepitosa huida de tantos alumnos, muchos acabaron infectados. Cada noche soñaba con la cara de Maki y Mattsun que habían quedado atrapados debajo de aquellos infectados, mientras que yo era arrastrado hacia la salida por Hajime.
Al principio fue muy duro, intentamos encontrarnos con nuestros familiares pero no quedaba ni rastro de ellos. Decidimos acomodarnos en mi casa ya que tenía una valla algo alta que podría protegernos además de una buena despensa con comida. En los primeros días nos pasábamos las horas arropados hasta la cabeza sin movernos, buscando la seguridad en los brazos del otro.
- No podemos seguir así - Iwa, como siempre, tomó la iniciativa - no podemos quedarnos aquí tumbados esperando a que llegue la muerte. Necesitamos ayuda y seguramente los militares ya estén en las calles.
Hajime me limpió las lágrimas y me ayudó a levantarme. Lo primero que hicimos fue coger una sábana y pintamos la palabra SOS con uno de los pintalabios de mi madre. Mientras Iwa preparaba la sábana, yo me asomé al balcón para ver la situación en la calle. La calle estaba bastante vacía a excepción de uno o dos infectados que pasaban por allí. Uno de ellos giró su cabeza en mi dirección pero después de unos segundos volvió a seguir su camino. Empecé a preguntarme por qué no había reaccionado, tenía una teoría pero tenía que probarla. Volví dentro de la habitación en busca de algún objeto innecesario para tirar, Hajime me miró con desinterés y siguió con lo que estaba haciendo. Cogí una zapatilla, que le pertenecía a mi padre, y la tiré a la calle; Iwa se acercó a donde me encontraba alarmado por el ruido y ambos nos asombramos de que el zombie siguiera el sonido pero, después de no sentir ninguna presencia, se diera la vuelta y siguiera su camino.
- Son ciegos - Iwa y yo nos miramos con esperanza al encontrar la debilidad de los infectados. Decidimos escribirlo en la sábana junto al mensaje de socorro.
Estuvimos otro par de días más esperando a ver si venían a recogernos, mientras intentábamos por todas las fuerzas contactar con nuestros familiares. Para nuestra sorpresa, seguíamos teniendo agua y electricidad, y por la televisión pasaban actualizaciones sobre el número de infectados y los pasos o recomendaciones a seguir para poder sobrevivir. Más tarde también informaron sobre la ceguera que padecían una vez ya infectados.
Conseguimos contactar con nuestros amigos, pero también perdimos a muchos otros.
(Oikawa) - Queda alguien vivo?!?!
(Atsumu) - Omi y yo estamos en un campamento militar... pero según lo que me ha dicho mi madre Osamu acabó infectado intentando ayudar a nuestros padres.
(Hinata) - Mi familia y yo nos hemos refugiado en una casa que tiene una valla alta, pero Kageyama no me reponde...
(Kuroo) - Kenma, Bokuto, Akaashi y yo estamos bien, pero tendremos que salir a por provisiones pronto.
(Tanaka) - Dios mío, acabo de ver como muerden a Nishi...
Arrojé mi móvil frustrado y dolido al ver aquellos mensajes, las lágrimas empezaron a nublar mi vista y, por primera vez en aquel apocalipsis, dejé que mis emociones fluyeran.
Pasaron ya varias semanas y nadie aparecía, así que decidimos salir a por provisiones antes de que nos quedáramos sin nada. Empezamos trazando un mapa de a los lugares más cercanos a los que podríamos ir y de la estrategia que deberíamos seguir si nos topábamos con infectados. Las primeras dos semanas no tuvimos problemas y no nos encontramos con casi ningún infectado pero las tiendas que se encontraban cerca de mi casa tenían poca comida por lo que tuvimos que pensar en la posibilidad de caminar un tramo más largo.
Decidimos ir a una tienda con almacén que se encontraba cerca de nuestro antiguo instituto que no quedaba a más de diez minutos a pie de mi casa. Cogimos nuestras bolsas en las que cargaríamos las provisiones y salimos de casa. En vez de seguir el camino principal, decidimos bajar por el terraplén que se encontraba al lado, al lado corría un pequeño río. Ese lugar tenía un lugar especial en mi memoria ya que era el lugar donde Hajime se me había declarado. Seguimos caminando durante un rato con las manos entrelazadas, por primera vez desde que empezó este horror nos regalamos una sonrisa.
Pero estábamos tan enfocados en el contacto del otro que no nos percatamos de una presencia que apareció detrás nuestra. Cuando me di cuenta a Iwa ya le habían mordido el hombro. Tiré de él y empezamos a correr en dirección a un pequeño parque abarrotado de árboles que parecía estar desierto. Una vez que vi que no había moros en la costa, apoyé a Hajime contra un árbol para inspeccionar la herida, pero él me apartó.
- Tooru, tienes que irte.
- Estás loco?! Eres lo único que me queda. Qué haré yo sin ti?
Las lágrimas empezaron a nublarme la vista mientras peleaba con Iwa para poder quedarme a su lado. Unas líneas azules empezaron a aparecerle en la cara y empezó a volverse más agresivo, pero Iwaizumi luchaba por mantener la cordura. Se me pasaron por la mente todos los momentos que compartimos juntos: cuando nos conocimos, cuando empezamos a compartir la pasión por el voleibol, cuando nos dimos nuestro primer beso... Me era imposible controlar mis llantos, pero ya no importaba. Cuando vi que por fin la infección había ganado dentro de él, le agarré la mano y lo posicioné encima mío.
- Si vas a irte llévame contigo...
Segundos después cerré los ojos y pude sentir los dientes de mi Iwa perforando mi piel. En ese instante me imaginé la boda que Hajime y yo podríamos haber tenido; yo con mi traje blanco, charlando antes de la ceremonia con mis amigos para calmar los nervios, yo caminando por el pasillo anclado al brazo de mi padre, lo guapo que se vería Iwa con su traje negro, la cara de nuestros amigos, la felicidad que correría en el ambiente. Cuando volví a abrir los ojos lo que quedaba del amor de mi vida me miraba fijamente a los ojos, expectante. Lo aparté ligeramente hacia un lado y me levanté ofreciéndole mi mano.
- Si vamos a caminar por este infierno de por vida, lo haremos juntos.
Empecé a recobrar la consciencia al escuchar unos murmullos, a medida que abría los ojos pude descodificar a duras penas lo que decían. Cuando los abrí completamente me topé con la sonriente cara de Iwa.
- Por fin despiertas, bello durmiente.
Me incorporé algo confuso, pensando que todo había sido una pesadilla. Pero todo era real, me encontraba dentro de unas instalaciones hechas por los militares para salvaguardar a los ciudadanos.
- Han encontrado una cura, estamos a salvo.
Miré a Hajime con incredulidad que poco después pasó a alegría. Compartimos un cálido abrazo mientras dejábamos que las lágrimas nos mojaran las mejillas. Estuvimos así un par de minutos, sintiendo las caricias del contrario, hasta que nuestros amigos llegaron corriendo.
*
Sé que a la gente que le guste el angst no le va a gustar que haya un fianl feliz, pero odio hacer historias sobre zombies con final triste (además de que casi lloro escribiendo esto 😢)
Amo a más no poder las películas, series y libros sobre zombies así que tenía que hacer una parte sí o si con esta temática.
Espero que les haya gustado 💜
Byee 💜