Sweet dreams

762 90 28
                                    

- Abuelo, ¿por qué siempre sonríes al dormir?

Iwaizumi se sobresaltó un poco ante la llegada sin previo aviso de su nieta. Cuando fue consciente de quien era, miró con una cálida sonrisa a su nieta, que ya tenía 18 años, y recordó con cariño como su hija le había preguntado lo mismo cuando tenía su edad.
Le pidió a su nieta que se pusiera cómoda en el sofá de al lado mientras esperaba la llegada de su esposa.

- Lo primero que tenemos que decirte es que tu abuela y yo nunca nos amamos - la chica había quedado en shock, siempre pensó que sus abuelos eran la pareja perfecta.

- Entonces, ¿por qué estáis juntos?

- Por que nos une la pérdida, lo trágico.

Los tres se quedaron en silencio, unos enfrascados en los recuerdos, y otros en la realidad. Antes de continuar, Iwaizumi bebió un sorbo de agua, sin saber si era por la deshidratación o para contener las lágrimas.

- Con tan solo unos días de vida conocí lo que se le llama "alma gemela". Un chico guapísimo que tenía locas a todas las chicas de nuestra escuela. Era bueno en todo, aunque tenía una personalidad algo molesta. Empezamos a salir siendo muy jóvenes, por lo que nunca tuve ojos para nadie más que él. Éramos inseparables, pero para mi familia éramos inaceptables. Todavía recuerdo la expresión  de dolor que hizo cuando le dije que mi familia me había ordenado casarme con tu abuela. Le sugerí que no viniera a la boda para no herirlo más y que volviera a Argentina, donde jugaba profesionalmente al vóley. Pero debido a su terquedad se había presentado allí, con un precioso traje azul marino. La sonrisa nunca dejó su rostro, ni siquiera cuando recitó su improvisado discurso o cuando cantó una canción que solo yo supe reconocer. Gracias a ese momento memoricé la letra, aunque puede que sea debido a todas las veces que ví el video de nuestra boda.

Iwaizumi alzó un poco el rostro y carraspeó antes de entonar la parte que Oikawa le había dedicado en su boda.

« No me queda más
que perderme en un abismo
de lágrimas,
no me queda más
que aguantar bien mi derrota
y brindarte felicidad.
[...]
Yo tenía una esperanza
en el fondo de mi alma
que un día te quedaras tú conmigo
y aún guardaba una ilusión
que alimentaba el corazón
mi corazón que hoy tiene que verte como solo amigo »

A Hajime no le importó que sus lágrimas le estuvieran impidiendo la visión, el simple recuerdo de Tooru era tanto la fuente de sus lágrimas como de sus sonrisas. Aún así, esperó a que pararan para continuar. Su esposa también estaba lagrimeando mientras rememoraba los recuerdos que compartió con la mujer a la que amó.

- Después de la boda no perdió el tiempo y volvió a Argentina, aquella fue la última vez que lo ví con vida. Debería haberme ido con él, pero lo único que le acompañó fue la enfermedad, que estuvo con él hasta su último suspiro. la mujer de la que había estado enamorada tu abuela había fallecido tiempo antes de la boda, y como ya no teníamos a nuestra alma gemela, decidimos quedarnos juntos para que nuestras familias nunca más nos hostigaran.

Su nieta se quedó en silencio, sus ojos estaban desbordados por las lágrimas. Se levantó del sillón y fue a abrazar a sus abuelos, que se encontraban cabizbajos, para intentar devolverles la sonrisa. Pero, ante la curiosidad, no pudo evitar una última pregunta.

- Pero, ¿eso qué relación tiene con la pregunta que te hice?

- Es sencillo, porque el único momento en el que puedo estar con él de nuevo es en mis sueños. Nunca tengo pesadillas y me voy a dormir tranquilo por que sé que Tooru me está esperando.


















Iwaizumi abrió lentamente los ojos, intentando acostumbrarse a la luz. Lo último que recordaba era que le había dado las buenas noches a su esposa y se había acostado, por lo que no sabía como había llegado allí. Lo primero que notó fue que, al mirarse las manos y notar su piel, había recuperado la juventud en su cuerpo.
Se encontraba en una explanada abarrotada de flores azul celeste, sus favoritas. Confuso, miro en todas direcciones intentando encontrar una explicación, hasta que lo vio. A unos diez metros, estaba Tooru mirándolo con una cálida sonrisa.

- Sí que has tardado en venir a verme, Iwa-chan~

- Siempre te prometí que viviría una larga vida y cuando te fuiste sentí que debía cumplir con todo lo que no pudiste hacer - Iwaizumi se fue acercando al hombre con una sonrisa.

- Bueno, ahora tenemos toda la eternidad para que me cuentes todas tus aventuras.

- Una eternidad contigo es lo que siempre soñé tener.

Iwaoi & Sakuatsu storiesWhere stories live. Discover now