━𝗟𝗘𝗩𝗜 𝗔𝗖𝗞𝗘𝗥𝗠𝗔𝗡 ፧...

By Marlu-R

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❃.✮:▹Levi Ackerman, como el hombre más fuerte de la humanidad ¿Qué tipo de novio sería?◃:✮.❃ 🍁En el presente... More

Presentación.
Noviazgo-Levi.
Noviazgo-T/N
Visión de Levi.
A solas.
Discusiones.
Teniendo un mal día.
Situaciones cotidianas.
¿Sentimientos?-One Shot
Privilegios.
Visualización de imágenes.
Visualización de imágenes.
Color Carmín.
Cocinando.
Levi enfermo.
Mal día para Levi.
Los soldados más fuertes de la humanidad.
Besos<3.
¿Declaración?
Pesadillas.
Molestando a tu enano.
Primera cita.
Fiesta de cumpleaños de (T/N)
Masajes.
Masajes.
Lluvia.
Preocupación.
¿Te quieres casar conmigo?
¿Te quieres casar conmigo?
Siendo infiel a Levi.
Día del amor y la amistad.
Apariencia física.
Si no estuvieses por unos días.
Recuerdos.
Cariñitos.
Diccionario.
Razones.
Actualidad.
Cumpleaños de Levi
Frialdad.
Acciones.
Baile.
Películas.
Exploración/One Shot.
Datos extras.
T/N Enferma.
Acciones de Levi.
Diccionario.
Reacción de Hanji.
Próximamente.
★1★
★2★
★3★
★4★
★5★
★6★
★7★
Navidad.
Especial/Nuevo Mundo.
Especial/Nuevo Mundo.
Especial/Nuevo Mundo.
Especial/Nuevo Mundo.
Especial/Nuevo Mundo.
Especial/Nuevo Mundo.
Especial/Nuevo Mundo.
Especial/Nuevo Mundo.
Especial/Nuevo Mundo.
Curiosidades & Datos.
Convocatoria/One Shot.
Crueldad.
Sospechas/One Shot.
Posiciones.
Rechazo.
Consecuencias.
Siendo padre.
Carta.
Acción desprevenida.
Aviso: Pedidos Cerrados.
Agresión.
Opinión.
Celos.
Apartado de preguntas:
100k-Marlu.
100k-Levi.
100k-Preguntas.
Reacción de Kuchel.
Reacción de Erwin.
¿Levi cocinando?
Online.
Periodo.
Reacciones de Levi.
Reacciones de Levi.
Graduación.
Una nueva vida/One Shot.
Autoestima.
Odio.
Tipos de "te amo"
-40 Days.-
Un nuevo comienzo.
Agradecimientos.

Especial/Nuevo Mundo.

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By Marlu-R

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El tiempo había transcurrido de una manera rápida luego del entrenamiento, ya tenía la suficiente información gracias a esas pruebas a la que la sometí, aunque a decir verdad, no me bastó verla en la última prueba, por su manera de pelea e intensidad decía mucho sobre lo que tenía pensado; ella no quería lastimarlos aunque fuese necesario poner en prueba su fuerza. A partir de ahora noto como deja fluir esa confianza a los demás pese a conocerlos con tan sólo unas horas, y en esta ocasión trató de acercarse a Auruo, le fue difícil porque él prefiere evitarla pero de igual manera ella salió ganando, al final del día ellos terminaron charlando como con los demás. Por mi parte sólo trataba de observarlos y manteniendo mi mente un poco fuera de ello. Ya era de noche y la cena acabó muy rápido, aparentemente debió de ser porque me bastó con sólo ingerir un té. Cada uno se fue por su camino pero por mi parte sabía que sería una noche larga, no podía estar en esa habitación en donde sólo me rodeaba una miserable cama, al menos quería respirar en un lugar abierto y desolado, era preferible estar fuera del cuartel que estar encerrado.

El cielo estaba despejado logrando visualizar estrellas con una iluminación muy leve, en algunos momentos lograba sentir una brisa que atraía cada mechón de mi cabello hacia a un lado, lo único que escuchaba eran esas hojas de los árboles caer para así ser llevadas por el ligero viento que recorría en todo el entorno. Esto era lo único que me podía hacer sentir en paz por unos momentos, estar así lograba despejar mi mente de todo el día que he pasado, era preferible esto que alguna otra cosa. Pero algo detuvo esa tranquilidad, dejé de escuchar lo que estaba a mi alrededor sólo para centrarme en una cosa, la puerta del cuartel que se encontraba a un lado de mí había sido abierta, de ello salió esa mocosa, al subir su mirada se conectó con la mía, haciendo que fácilmente notara esa expresión de sorpresa en sus ojos. No le dí interés y dejé de verla, me concentré en otro punto en donde mirar para volver a lo mío. Supuse que luego de eso ella se iría y acerté, dejó la puerta media abierta sólo para irse inmediatamente. Estaba a punto de hacer lo mismo ya que a causa de esa brisa había hecho que mi cuerpo se estremeciera por lo helado que estaba el ambiente, había estado tanto tiempo aquí y no me había dado cuenta de ello.

-¡Capitán!

Mi vista volvió al mismo punto, a esa maldita puerta. Ella había regresado pero en esta ocasión con una manta entre sus manos, ella llegó rápidamente hacia mi para colocarlo alrededor de mi cuerpo.

-Tch, ¿que diablos haces?

-¡Eso mismo le pregunto a usted capitan! No debería de estar aquí–frunció su ceño para luego tomarme de la mano con brusquedad.

-¿Qué haces?

Luego de sujetarme comenzó a caminar para adentrarnos al cuartel. Ella aún se encontraba con el uniforme y su cabello permanecía como siempre, estaba suelto sin algún problema a enredarse entre todo lo que pasábamos para llegar hasta el comedor, supuse que me llevaría ahí por la prisa que llevaba. Cuando llegamos me soltó para tomar una silla cercana y me pidió de favor que me sentara, luego de eso fue hacia otra habitación que se encontraba cerca del comedor, ahí mismo teníamos todos los suministros que nos servirían para días como estos, todo pasó muy rápido hasta que la perdí de vista–Tch, me trata como un niño estúpido–me quité la manta y sólo lo dejé en la mesa para así sentarme, luego de unos segundos ella volvió con un pequeño plato en su mano y en la otra cargaba una taza. Lo colocó frente a mí y me devolvió una mirada de frustración, tomó la manta bruscamente y la volvió a dejar en el mismo lugar en donde lo había colocado antes, alrededor de mí.

-Disculpe por lo que diré Capitán, pero usted es más terco que un niño de cinco años.

No evité fruncir mi ceño al escuchar lo que había dicho en unos segundos, estuve a punto de insultarla pero un suspiro salió de ella haciendo que mis pensamientos chocaran entre sí, haciendo que perdiera el momento para hablar. No pasó ni un segundo para que ella tomara asiento al lado mío, observé que su mirada se enfocó por un momento en el plato que había dejado en la mesa, en ese plato contenía galletas que habían sido recién hechas, no pasó mucho tiempo para que ella tomara una de tantas que habían en ese lugar.

-Se suponía que iba a ser para mí, pero debe de comer también usted capitán.

-¿Por qué compartes esto conmigo?

-Porque usted sólo bebió un té y no ingirió algo más en la cena, estando afuera pudo ocasionar un resfriado si no hubiese llegado a tiempo. Así que sólo ingiera algo o se sentirá mal.

Chasqueé la lengua y mi vista volvió al maldito plato, supongo que no podía negar algo que ella estaba dispuesta a ofrecerme. Tomé sólo una y con el tacto de mis dedos sentía que era diferente, la textura era suave y el olor se hacía más fuerte, sólo tomé un pedazo para degustarlo y no sabía nada mal. A comparación de las galletas de Hanji que parecen rocas, éstas son exquisitas.

-¿Tú las hiciste?

-Sí capitán, no podía dormir y pensé que no estaría mal hacerlas. ¿Por qué la pregunta? ¿Están mal?

-No mocosa, no está nada mal.

Su rostro pasó a una expresión de alegría cuando escuchó esas palabras, no creí que su rostro fuese lleno de expresiones en cada momento. Era imposible contenerme a probar otra y sólo seguía degustando de una en una, a la vez ella también hacía lo mismo pero con una única diferencia, en su rostro permanecía esa expresión de satisfacción por lo que había logrado y en cambio la mía seguía igual que siempre.

-Me alegra que le guste eso capitán, a la única persona que logré compartir esto sólo fue a mi madre y ahora usted.

Al nombrar a su madre nuevamente tenía otra cara, su sonrisa de poco a poco fue desvaneciéndose hasta que optó por bajar su mirada.

-¿Te sientes bien?

-Sí, sólo no logro guardar la calma cuando pienso en ella.

-Supongo que ya no está contigo.

-Sí, la ciudad subterránea es un infierno, pensé que estaría bien si me iba por unos días pero suponiendo por el infierno que es no debí de confiarme. Sólo llegué para verla muerta en su habitación.

Su rostro cada vez bajaba mientras hablaba sobre lo que había tenido que pasar, traté de buscar algo para al menos tratar de calmarla. No puedo evitar verla como yo me veía antes al perder a mi madre, era como hablar conmigo mismo, algo me decía que tenía que tratar de ayudarla así como quería que me ayudaran a mí en ese entonces. Al ver la mesa recordé que ella había traído una taza, supuse que contenía té porque es lo único que hay en esa pequeña despensa, al tomarlo sentía como había enfríado pero en algo la trataría de ayudar.

-Ten, esto te relajará.

Levantó su rostro y logré observar unas lágrimas recorrer en sus mejillas, sabía que sentía vergüenza con sólo verla a los ojos. Ella es como un libro abierto, no puede contener esas expresiones que lleva consigo misma. Tomó la taza con cuidado y luego busqué en uno de mis bolsillos un pañuelo que siempre cargo, se lo ofrecí aunque al inicio comenzó con esa terquedad pero tenía que aceptarlo de alguna manera. En realidad siento como si fuese una versión de mí, pero aún más alegre y expresiva.

-Disculpe por haberme visto así, no quiero parecer alguien débil.

-Tch, llorar no te hace débil mocosa. Al contrario, eso te hace fuerte.

-Lo dice como si me entendiera.

-Eso es porque yo vengo de esa maldita ciudad y sé lo que es vivir ahí.

Sus ojos se abrieron como platos al escuchar lo mencionado, pero en ella se veía esa pizca de tranquilidad al encontrar alguien que la entienda o al menos eso logré ver.

-¿Habla en serio Capitán?

-¿Por qué tendría que mentir con algo como eso?

-Huh... Disculpe, es que no lo sabía. Es extraño pensar que alguien como usted perteneció ahí.

-Lo mismo digo de ti mocosa, ¿cómo sobreviviste a toda esa mierda?

-Fue verdaderamente difícil vivir ahí por tanto tiempo. Antes no tenía un hogar, cuando tenía siete años de edad, sólo vivía en las calles sin algún rumbo, cada vez que buscaba comida todos me cerraban las puertas de sus casas, era fastidioso ver a las personas comiendo en una mesa alrededor de su familia sin problemas. Mi madre siempre me decía que buscara comida para ambas pero era imposible, siempre que llegaba hasta ella sin algo en las manos ella me contraminaba contra la pared para golpearme por no haber llevado algo conmigo. Era muy indefensa en ese entonces. Cada vez que salía a buscar algo me topaba en el camino con ladrones, robaban en las tiendas más cercanas o golpeaban a cualquiera que se le topara en el camino para así quitarles sus pertenencias. La mayoría usaban sus puños y otros cuchillos para atacar, era diario ver a bandidos así por las calles en las que caminaba. Traté de memorizarme cada movimiento que realizaban para atacar a la persona que tenían de frente. Era lo único divertido que podía observar ya que todo era aburrido para mí, hasta que me tocó a mí ser la que trataron de robar dejó de ser divertido. Por primera vez logré conseguir comida gracias a un hombre que me observó cerca de donde él se encontraba. Tenía una canasta llena de frutas, frutas que nunca había probado antes. Se veía un hombre muy bueno, alto y fuerte. Por primera vez sentí que alguien no tuvo asco de mí, fue tan compasivo que hasta de regalo me dió esa canasta que llevaba con él. Estaba a punto de llegar a un callejón que era el lugar en donde dormía con mí mamá, pero unos tipos me impidieron seguir mi camino, eran cinco hombres, sus rostros eran conocidos ya que antes los había visto robar. Dos de ellos sacaron una navaja y los tres restantes forcejearon conmigo para quitarme la comida. Hice lo que pude para que no me lo arrebataran, en ese momento sólo se me pasó por la mente levantarme y golpearlos con los mismos movimientos que me había memorizado, pero era imposible. Comenzaron a golpearme hasta más no poder, me quitaron todo y uno de ellos me sostuvo de los pies, otro de mis brazos y el siguiente estuvo a punto de meter esa navaja en mi piel. Pensé que sólo lo llevaban para asustar a la gente pero en realidad me querían matar. Hasta que alguien los detuvo, llegó el mismo hombre que me dió esa comida para protegerme. Peleó contra cinco personas en una sola vez, esquivaba cada golpe de ellos y él regresaba con un golpe mucho más potente, a los cinco los noqueó muy fácilmente. Créame capitán, fue el primer hombre más fuerte que pude haber conocido en ese tiempo. Él me ayudó con mis heridas, me curó en su casa con las pocas medicinas que él tenía, pasé días en su casa, días en las que por primera vez me sentí viva a pesar del susto que tuve por tantos golpes en mi cuerpo. Gracias a él estoy viva, gracias a él pude comer comida de verdad, pude tener una vida pacífica por al menos en los días en los cuales logré recuperarme. No podía mantenerme ahí por siempre, porque sabía que tenía que volver donde mi madre, él lo entendió y me acompañó hasta ella. Pero al regresar no la encontré, sus cosas ya no estaban ahí, al menos las pocas que teníamos en ese momento ya no estaban, me lamenté por no haber llegado antes pero me había cegado por completo. Me lamentaba por alguien que sólo pensaba en ella misma y no en mí, siempre era yo la que tenía que cargar con todo el peso mientras ella sólo esperaba a que le llevara la comida a su boca. Decidí por primera vez pensar en mí y ese hombre que me salvó la vida me ofreció su hogar, un verdadero hogar en donde logré ser quien soy hasta ahora.

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Suki Kimura - 7 años de edad:

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