El tormento del Asesino © [Tr...

By AlexandraRose-

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Segundo libro de "La mente del psicópata". ↬Las voces en mi cabeza me gritaron que te matara, pero solo eras... More

El tormento del asesino
Esquizofrenia
Prólogo
1. Extraño parecido
2. Suerte o Desgracia
3. Te extrañé, tonta Casey
4. El secreto de Mia
5. Asesinato perfecto
6. La mentira de Adam
8. Encerrada en el armario
9. Dulce sangre. Pt 1
10. Dulce sangre. Pt 2
11. Yes, daddy
12. También te quiero, llorona
13. El trastorno de Beth
14. La guía para no perderse antes de volver a leer
15. El host
16. Verdades y Mentiras
17. Confesión a media noche
18. Un beso antes de morir
19. Adiós, Jayden. Pt 1
20. Adiós, Jayden. Pt 2
21. Final de temporada
22. Especial de año nuevo
23. Segunda parte y guía para no perderse antes de volver a leer
24. El novio de Beth
25. Reencuentro esperado
26. Persecución
27. Un salto al pasado
28. Mentiras y Secretos
29. Cambios al anochecer. Pt 1

7. Buenas noches

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By AlexandraRose-


...

S I E T E

» Es posible que se observe en el afectado un distanciamiento de los amigos y los familiares, menor desempeño en la escuela, trastornos del sueño, humor irritable o depresivo y falta de motivación.

...


Era de noche cuando Jayden intentaba abrir la puerta de su habitación con un pedazo de metal de un perchero que había logrado pasar desapercibido entre sus cosas. 

El día anterior habían encontrado el cadáver de otra chica, quien se desangró hasta morir en medio de uno de los pasillos, y no podía quedarse tranquilo.

Se encontraba solo y todo a su alrededor estaba sumido en un espeso silencio, debido a que aún no le asignaban a un nuevo compañero después de que el anterior sufriera un desafortunado accidente.

Es por eso que, cuando escuchó un ruido detrás de él se paralizó.

—¿A dónde iremos?

El mayor cerró los ojos con fuerza y apoyó su cabeza en la puerta al reconocer la voz de Beth justo cuando un click le avisó que el seguro había cedido.

Al darse la vuelta, observó a la niña con pijama, pero no era cualquier pijama era un vestido algo corto aunque infantil con pequeños osos por todos lados. Pues genial, esta situación se veía super bien. Solo faltaba que la supervisora hubiera oído los ruidos que provocó al intentar abrir la puerta y entrara por la misma en este instante.

—¿Cómo entraste? —le preguntó.

Beth sonrió.

—Por la ventana, tontito.

Jayden observó de la ventana a la niña incrédulo. Estaban en el tercer piso del área de dormitorios. No era posible que aquella mocosa hubiera escalado o algo así.

—Sí —murmuró ella—, era más fácil salir y entrar por la mía. Mi habitación está en el primer piso.

Al acercarse a la ventana, el mayor fijó sus ojos en un árbol y una rama del mismo cercana a la ventana. El jardín trasero estaba lleno de ellos. Malditos árboles.

Beth se posicionó a su lado frente a la ventana.

—Ay no, por dios. ¿Crees que me trepé a ese árbol? —preguntó como si fuera algo absurdo— La verdad, lo intenté pero me caí. Odio la naturaleza.

La rubia estiró la mano para bajar la barbilla de Jayden. El mayor frunció aún más el ceño al ver unas escaleras plegables que llegaban hasta su ventana.

—¡Me la robé de la caseta del conserje! —exclamó con entusiasmo— ¿Por qué me miras así? Las voy a devolver a su sitio, lo juro.

Jayden apartó la mano de la niña de su rostro y antes de que pudiera preguntarle algo, ella continuó:

—Ah y lo siento por eso —dijo señalando las ventanas— A veces eres malo conmigo, así que pensé que serías capaz de dejarme afuera sin que te importen mis sentimientos. Entonces, en la mañana malogré el seguro de las ventanas para que no cerrarán del todo ¿Crees que soy genial?

Ni si quiera se había dado cuenta de que las ventanas no habían cerrado del todo. Pero eso no importaba, lo más lo inquietaba era ¿A qué hora de la mañana se supone que lo había hecho?

«Empújala por la ventana, Jayden»

El mencionado retrocedió sorprendido de escuchar aquella voz salida de la nada. Hace apenas un par de horas había tomado sus pastillas.

—¿Estás bien? —le preguntó Beth posicionándose en el lugar exacto en medio de las ventanas detrás de ella.

—Sí —soltó sin ánimo de lidiar con ella— Y aléjate de allí, niña.

Tomó su brazo y tiró de el ocasionando que Beth chocara con su torso. La rubia abrió los ojos con sorpresa, pero sonrió maliciosamente y antes de que Jayden pusiera distancia entre ambos, lo abrazó con fuerza de forma automática.

El mayor puso los ojos en blanco, tomó los brazos de la rubia y la separó de él al instante.

—No sé si olvidaste que hay una línea invisible entre nosotros. Si la cruzas otra vez, un gatito muere. No quieres que muera un gatito ¿cierto?

Ella negó con la cabeza de forma inocente, pero murmuró lo siguiente de forma automática:

—Yo mataría cientos de gatos por ti, Jayden.

El mencionado, que había dado un par de pasos hacia la puerta, echó un vistazo fuera para asegurarse de que los pasillos estuvieran desiertos por lo que no escuchó a la niña.

—¿Qué dices? —preguntó dándose vuelta.

—Nada. ¿A dónde vas?

—Solo espera aquí y no hagas ruido.

Al salir, cerró la puerta con cuidado dejando a Beth dentro de su habitación, pero ella no se quedó quieta. A los pocos segundos, abrió la puerta y corrió para alcanzarlo mordiéndose la lengua para no reír ni murmurar nada que pudiera delatarlos.

...

Casi al mismo tiempo, Matt se había colado a la habitación de Casey como cada noche que tenía el control y en ese preciso momento estaba recostado a su lado en la cama mientras acariciaba su cintura con lentitud.

—Buenas noches, tonta Casey —murmuró.

—Buenas noches, Matt —musitó ella. Aunque no tenía ni un poco de sueño, estar al lado de Matt la tranquilizaba de alguna manera, así que cerró los ojos para relajarse.

El castaño se preparó para descansar unas horas antes de volver a su habitación, pero Ethan no lo dejó conciliar el sueño.

¿Sabías que el síndrome de Estocolmo no suele necesitar un tratamiento específico?

Con el tiempo y tras recuperar la rutina, los sentimientos benévolos hacia el secuestrador desaparecen.

Matt hizo el agarre en la cintura de la chica más fuerte.

—Ella no tiene ese jodido síndrome.

Sí, lo que digas.

Solo es un dato interesante.

De pronto Casey se removió y sostuvo su cabeza reprimiendo un quejido.

—¿Qué sucede? —cuestionó Matt separándose un poco para observarla.

—Nada es... Me pareció recordar algo, pero no tiene sentido.

—¿Qué fue exactamente?

Casey pasó saliva nerviosa.

—Todo está un poco borroso, pero recuerdo que corría como si intentará escapar o algo así y que Ethan me decía algo sobre el síndrome de Estocolmo.

Pregúntale si recuerda que dijo que se quedaría por mí.

Tal vez sí recordó, pero no quiere decírtelo.

—No lo tengo —agregó Casey todavía pensativa—. Estoy libre y nada cambió.

Matt puso una mano en la espalda de Casey y volvió a atraerla a su cuerpo.

—No podrías darte cuenta si fuera así, pero no, no lo tienes —dijo el castaño con total seguridad.

Sin embargo, lo que acababa de pasar y las palabras de Ethan hicieron que una pregunta se negara a abandonar sus pensamientos y lo molestara de sobremanera. Intentó ignorarlo, hasta que lo soltó por fin.

—No me engañarías con Ethan ¿Cierto?

Casey pareció atorarse con su propia saliva porque empezó a toser y se incorporó en la cama.

Matt se sentó también y puso una mano en el hombro de la chica con preocupación hasta que sintió su frágil cuerpo tensarse bajó su agarre y frunció el ceño.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí, ¿me pasas esa botella de agua? —dijo señalando el objeto sobre su mesita de noche.

Matt se la tendió mientras sentía su pulso aumentar repentinamente. No quería asustarla, no ahora que estaban tan bien, así que tomó aire profundo y contó hasta 10.

—Dime, tonta Casey —habló con aparente calma— ¿Por qué pones esa cara?

Casey tomó del agua sin observarlo.

—¿Mmm? ¿Cuál cara?

—Esa que dice "Lo siento por lo que hice".

Me disculpo, querido Matt.

Ella me lo pidió.

—Lo siento, Matt —se disculpo ella por fin observándolo a los ojos con evidente preocupación—. Iba a decirte, pero no pensé que tomarías el control hoy entonces...

Matt apretó los puños— ¿Que ella pidió qué?

Casey recordó que Ethan solía hacer cualquier cosa para molestar a Matt y que sus propias palabras parecían agravar la situación, así que continuo:

—Un momento. No sé qué te está diciendo, pero fue él —sacudió la cabeza y agregó— y no fue nada.

—¿Qué se supone que hicieron? —preguntó quitándole la botella de las manos porque la movía cada cinco segundos y lo desesperaba aún más.

—No fue nada —repitió ella—. Intentó besarme, pero lo detuve.

Matt estuvo a punto de dejar amablemente a la pobre botella sobre la mesita de noche hasta que escuchó la última frase y la apretó tan fuerte que pudo haberse reventado.

—¿Qué?

"¿Queee?"

"Yo apoyo ese ship. ¿Por qué no me dejas ver nada?"

Porque tú eres un chismoso.

"¡Pero si Cass le está diciendo! "

Es más divertido verla dando sus explicaciones toda nerviosa.

Entonces una voz desconocida habló con fastidio detrás de ellos:

—No puede ser. Tal vez la otra chica saltó para no escuchar sus estupideces.

Matt giró la cabeza prestándole atención a la nueva compañera de habitación de Casey, quien les daba la espalda, pero escuchaba con atención cada palabra.

—¿Quién es la nueva? —preguntó Matt.

—Se llama, Maddie —respondió Casey.

—Más te vale quedarte callada, Maddie —advirtió ladeandose hacía ella.

La chica se cubrió toda la cabeza con las sábanas.

—Sí, sí. Lo que sea, pero tampoco hagan ruido ¿sí? Si no, tengo una colección de tijeras muy afiladas que puedo enseñarles.

—La detesto —soltó Matt.

Pero por qué.

Se me hizo parecida a ti.

—¡Tú no hables ahora! —exclamó exasperado masajeando su sien—. Por lo menos Amanda era una buena chica que fingía dormir.

—¿Estás molesto? —preguntó Casey volviendo a atraer su atención.

No, solo quiero darle un putazo a Ethan.

Sería fantástico si fuera posible.

—No. Lo apartaste ¿Por qué lo estaría?

—Pues porque tú siempre...te molestas ¿Estás seguro?

Matt seguía contando y ya iba por el número cuarenta.

—Sí, tonta Casey —dijo levantando una mano para acariciar la mejilla de la chica—, confío en ti.

Maddie, desde su propia cama, se removió bajo las sábanas incrédula y, sin poder evitarlo, se dirigió a Casey.

—Solo con escucharlo me doy cuenta de que está fingiendo —soltó como si fuera obvio—. Amiga, date cuenta.

De pronto, pudo sentirse la tensión en el ambiente. Todo el entorno pareció envolverse con un aire de peligro y la voz temerosa de Casey no hizo más que alertarla.

—Matt, no lo hagas.

Maddie no tomó más de dos segundos en destaparse y girarse en la cama. Quedó congelada al ver al tal Matt con un cuchillo en la mano a mitad de la habitación bastante cerca de su cama y a Casey sosteniendo su brazo detrás de él observando con horror aquel filoso objeto.

Todo pareció claro para ella. La compañera anterior no saltó, la empujaron para que pareciera que había sido así e imaginó perfectamente la razón.

Se cubrió la boca sorprendida observando de Casey a Matt y de Matt al cuchillo que este sostenía con fuerza sin dejar de observarla con los ojos chispeando de cólera.

Agradeció mentalmente a Casey por salvarla y soltó un risa.

—¿Saben qué? Yo no dije nada y no vi nada. Lo de las tijeras también era mentira. No están aquí, están en mi casa —se cubrió con las sabanas y volvió a darles la espalda— Sueñen con los angelitos.

La chica me cae bien.

La odio.

"Esto es como una película"

"Me encanta"

A solo unos metros, Jayden y Beth escuchaban detrás de la puerta por fuera.

—Vaya —murmuró la rubia—, así quién necesita Netflix. Aunque quisiera ver que sucedió exactamente.

Jayden intentaba disimularlo, pero había escuchado cada palabra con atención casi entretenido. Sin embargo, sacudió la cabeza enfocándose en lo importante. Sospechaba que Matt era quien había asesinado a Amanda y a la chica de ayer, pero por alguna razón ya no estaba del todo convencido. Analizando la situación, aunque hubiera amenazado a la nueva compañera o algo así no podría solo matarla allí dentro, además Casey lo había detenido. 

Beth interrumpió sus pensamientos.

—¿Qué tal si Casey se enamora de Ethan? Sería como si...¡Como si tú te enamoraras de mi hermana! —soltó con horror—. No lo harías ¿Cierto? Que suerte que no tengo hermanas.

Jayden dio unos pasos con la intención de alejarse de allí.

—Deberíamos irnos —murmuró.

—Pero quiero saber qué pasará.

—Bueno, quédate tú pero yo me voy.

Beth decidió seguirlo y, aunque caminara más rápido que ella, en poco tiempo lo alcanzó.

—¿No crees que es genial? —preguntó a su lado con notable emoción— Otra vez pasamos mucho tiempo juntos buscando a un nuevo asesino.

Jayden frunció el ceño al escuchar aquello y se detuvo en medio del pasillo girando su rostro hacia la pequeña rubia.

Beth estornudó.

Él abrió los ojos como platos ante el ruido que ocasionó aunque apenas se había escuchado por los alrededores y la tomó de la mano para conducirla con rapidez antes de que se riera o dijera sus pensamientos en voz alta.

—Apresúrate.

—Aww, te preocupas por mí y no quieres que me enferme ¿cierto?


...


Más tarde, Matt dejó un beso en el cabello de Casey y se removió con cuidado para no despertarla.

Al incorporarse no pudo evitar dirigir una mirada de molestia hacia la otra cama en la que la nueva compañera, que no podía cerrar la boca, dormía con tranquilidad o eso parecía. Seguía cubierta por completo con las sábanas y su respiración era profunda y acompasada, pero aún así se acercó con cautela.

Cuando estuvo frente a ella, sostuvo el borde las sábanas y las levantó con el cuchillo en la mano, pero se quedó congelado en su sitio.

Aquella chica Mindy estaba muy despierta y no solo eso. Había estado esperándolo todo este tiempo con unas tijeras en la mano con las que pretendía defenderse.

—¿Cómo metiste esas tijeras aquí? —preguntó él con el ceño ligeramente fruncido para ocultar su sorpresa.

—¿Cómo metiste ese cuchillo aquí? —rebatió ella apuntándolo de la misma manera.

Vaya, genial.

"¡Es otra loca!"

¿Y ahora qué, genio?

Matt decidió ignorar las voces de Ethan y Adam porque, a pesar de la poca luz que se colaba por la ventana debido a la luna, algo en esa chica lo inquietó.

—Mira ya te dije que no... —empezó ella con algo de indiferencia, pero no terminó porque sucedió algo que no esperaba para nada.

Matt encendió la lámpara que había sobre la mesita de noche y se quedó perplejo.

—Oye qué...

Maddie no pudo terminar la frase. Todo sucedió tan rápido que no le dio tiempo de reaccionar. En un rápido movimiento, aquel castaño le arrancó las tijeras de la mano estampándolas con la mesa y dirigió el cuchillo a su cuello.

Una corriente la recorrió de pies a cabeza y se estremeció mientras pasaba saliva con dificultad. Después de mucho tiempo, sintió miedo.

—Se parece —murmuró.

"Ay no"

¿Otra vez?

No. No se parece a nuestra madre.

En nada.

"¿Por qué siempre están comparando personas?"

"Nunca podemos ser normales"

—Su cabello... y me está mirando igual que ella.

Maddie parpadeó sin entender nada mientras su corazón latía desenfrenado en su pecho.

Pero qué demonios. Y este qué.

—¿Qué? Yo no... Ni si quiera te estoy mirando —se cubrió los ojos— Ya. No te miro.

Aunque no recuerda, le prometiste a Casey que ya no lo harías.

—No había visto a nadie parecida a nuestra madre en mucho tiempo. Estoy un poco sorprendido.

"A mí me prometiste que personas del Internado no"

"¡Nos van a atrapar y estaremos perdidos!"

Maddie decidió seguir hablando sin dejar de cubrir sus ojos. Intentó parecer muy segura aunque antes pasó saliva con dificultad al sentir el filoso objeto sobre su piel.

—¿De qué estás hablando? —soltó con un tono de fastidio—. No creo que me parezca a la señora de tu madre. Espero que me compares con su versión de joven o algo así. Además aprecio mi vida, no diré nada ¿Está bien? —ante el silencio continuó— ¿Me estás escuchando?

Matt no había escuchado ni una palabra.

"Ella parece comprensiva"

"Calma"

¿Estás contando? ¿En qué número vas?

La chica corre peligro hasta el 400.

La verdad, Matt había perdido la cuenta desde hace un rato. Intentó levantar una de las manos de la chica para inspeccionar mejor su rostro una segunda vez, pero ella negó con la cabeza y presionó aún más fuerte sus palmas contra sus ojos.

—Qué no te estoy mirando —soltó ella—. Déjame en paz.

El castaño frunció el ceño. Tal vez no era tan parecida. Tal vez en serio solo era una excusa para matarla porque no lo hacía desde hace mucho tiempo. Pero era cierto que le había prometido a Casey que no volvería a hacerlo y ella estaba a solo unos metros durmiendo muy tranquila. Además, este no era un buen lugar.

Entonces, reprimiendo sus impulsos asesinos, empezó a alejar el cuchillo lentamente.

Maddie sintió como la presión del filo en su cuello disminuyó, pero de la nada aquel chico castaño pareció confundido y se desvaneció sobre ella.

Qué.

Demonios.

¿Y ahora qué?

Maddie empujó el hombro del chico para comprobar que siguiera vivo. Solo esperaba que no hubiera acuchillado las sábanas nuevas.

—Vaya, te acabo de quitar el control —dijo sin observarla y con un tono de voz mucho más calmado, nada amenazador— ¿Estás muy molesto, querido Matt impostor?

De pronto se giró hacia la chica y ella se paralizó nuevamente aunque se sintió algo más tranquila por alguna razón.

—Solo no digas nada y estarás bien —le dijo él.

Ella pareció ignorar el hecho de que el castaño seguía sobre ella o no le importó mucho y soltó lo siguiente algo fastidiada:

—Ya te dije que no voy a hablar como ochenta veces, gracias por escucharme.

Ethan estiró una mano para sostener la barbilla de la chica y ladearla hacia la luz de la lámpara.

—Que bonita —murmuró antes de soltarla—. Yo sí te escuché y supongo que te comparó con una versión joven de nuestra madre, no te preocupes.

—¿Eh?

—Aunque no te pareces, ten cuidado. A él le gusta ver las cosas como se le antojan en lugar de como son en realidad —Se encogió de hombros—. Adiós, me caes bien.

Al terminar, por fin se dignó a levantarse de la cama dejando de aplastar a la chica. Ella soltó todo el aire que estaba conteniendo y no pudo evitar seguir los movimientos del castaño con extrañeza.

Él dio un par de pasos lejos con dirección a la cama de Casey mientras hablaba aparentemente solo.

—¿Ya ves que hablando se resuelven las cosas? ¿Por qué no solo escuchaste a la chica? —preguntó al vacío e hizo un corto silencio antes de responderse a sí mismo— Ah, claro, porque querías matarla con una razón absurda —silencio—. Sí, sí. Lo que digas.

Maddie observó al castaño cada vez más confundida por su extraño comportamiento, pero antes de que volviera a ser agresivo-agresivo en lugar de pasivo-agresivo se cubrió con las sábanas y le dio la espalda.

Por su parte, Ethan observó a Casey dormir por unos cortos segundos antes de dejar un beso en su frente.

—Buenas noches, llorona —dijo en un susurro.

Pero Casey estaba muy despierta y todo lo que había escuchado le sirvió para recordar.


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