Cage estaba sentado en el capó del coche, mirando las puertas del instituto de Dany; esperando a que salieran ella y sus amigas para llevarlas a casa. No era necesario recoger también a Livy, según su padre, tenía vigilancia las veinticuatro horas del día cerca de casa. Aún así, no se fiaba de dejarla sola. Pero ¿que podía hacer? Después de la escena del día anterior, dudaba mucho que accediera a subirse en su coche.
Lanzó el cigarrillo que llevaba en la boca al suelo justo cuando sonó la campana que anunciaba el final de la jornada escolar. Si Dany lo veía con un cigarro en la boca le caería una buena. No es que no supiera que fumaba, pero no le gustaba que lo hiciera delante de ella.
Su hermana era siempre la última en salir. Cuando acababa las clases, se reunía con sus amigas y se tomaban con mucha parsimonia eso de irse del instituto. Livy también era muy lenta, pero no tanto como Dany. Sus amigos le metían prisa para que estuviera lista antes, y ésta, aunque no fuera tan rápido como ellos querían, intentaba complacerlos. Aquel día, sin embargo, fué completamente diferente.
Sólo habían salido cuatro personas cuando Cage vió a la mejor amiga de su hermana correr fuera del instituto e ir en dirección al aparcamiento. Pareció buscar algo entre los coches, hasta que lo vió a él. Entonces, hizo lo último que había pensado que podría hacer. Le sonrío. Con una de esas sonrisas especiales de Livy que hacían que se le derritiera el corazón.
Empezó a correr en su dirección, con la mochila colgando sólo de un brazo y la chaqueta aún por cerrar. Aunqué podría resfriarse, a Cage no le importó. La visión de Livy corriendo hacia él era... espectacular.
No sabía con que le saldría la joven, pero le volvió a sorprender cuando se tiro a sus brazos y unió sus labios con los suyos. Cage estaba tan sorprendido que en un principio no respondió, aunque en pocos segundos empezó a devolverle el beso con la misma ferocidad. Besar a Livy era estar en el séptimo cielo. Era tan cálida y suave. Jugueteaba con su lengua de un modo que no había esperado en ella, y soltó alguna que otra rustía antes de que se apartaran.
-Wow, hola -dijo poniendo las manos en su cintura-. No es que no me haya encantado, pero, ¿A que viene este arrebato de pasión?
Livy sonrió y volvió a besarlo, algo a lo que Cage no se pudo resistir. La apretó contra si mismo y puso las manos por debajo de su chaqueta, aprovechando que estaba abierta.
- Quería aprovechar antes de que Dany llegara -explicó empezándose a separar de él.
- Pues has aprovechado muy bien -no le había respondido a su pregunta, pero le daba igual-. ¿Vas a venir al club?
Parecía mentira que el día anterior le hubiera propinado un puñetazo a la nariz. Aunque aún se sintiera algo rencoroso por los sucesos de la tarde pasada, cualquier sentimiento de resentimiento había sido ofuscado por el repentino cambio de humor de Livy. Si cada vez que le pegaba se volvía así de melosa, Cage corría el riesgo de volverse masoquista.
-Hoy no -explicó empezando a aflojar su agarre en el cuello de Cage-. És el primer día que puedo estar en casa desde el incidente con aquellos chicos, y quiero pasar la tarde allí.
Esto desilusionó un poco a Cage, aunque no impidió que la cogiera de nuevo y le plantara otro beso en los labios. De todos modos, no podía hacer nada con la Livy-melosa con Dany y sus amigas correteando por allí. Después de que le hubiera contado su primer beso, dudaba que fuera a dejarle estar a menos de veinte metros de su amiga. Por suerte, en aquellos momento no estaba allí. Ojos que no ven...
-Bueno -dijo una vez se hubieron separado-. Entonces mañana será. ¿Al menos tendré el honor de llevarte a casa?
Livy rió.
-Me lleva una compañera de literatura que vive por la zona.
-Pues quizás me pasé por allí una vez haya dejado a Dany y sus amiguitas en el club.
Livy volió a besarlo, con más fiereza esta vez, pero por mucho menos tiempo.
-No lo creó.
Le dió una sonrisa perversa y se fué por donde había venido. Y él volvía a estar con una situación incomoda en los pantalones. Maldita sea, ¿es que iba a ser siempre así con Livy? Parecía un joven hormonal e inexperto. Definitivamente necesitaba saciarse.
Y entonces cayó en lo que acababa de pasar. Livy se había reído de él, cómo él hizo de ella la otra tarde. De algún modo se había dado cuenta del efecto que provocaba en él y se había aprovechado para provocarlo y dejarlo con las ganas.
Volvió a mirarla. Estaba cerca de la puerta del instituto, hablando con un gran grupo de chicos que parecían de su edad y ente los cuales debía haber la chica que la llevaría a casa. Si se daba prisa, podía cogerla y meterla en el coche, aunque montara una escena y volviera a tener bronca con su hermana. La llevaría al club y le demostraría que no le debía tomar el pelo de esa manera.
Estaba decidido a ir tras la joven cuando aparecieron su hermana y sus amigas. Anabell le dedicó una de sus picaras miradas, la cual no se dignó a devolver. Estaba demasiado centrado en Livy como para prestar atención a la perra que Dany tenía por amiga. Por suerte, la menor de los West estaba demasiado entretenida debatiendo con Erin sobre el culo de algún tipejo del equipo de fútbol del instituto, de modo que no se dió cuenta de a quien dirigía Cage sus miradas.
-¡Venga hermanito! -dijo cuando llegó a él-. Enciende el coche y llévanos al club.
Él asintió, borrando de su mente todos sus planes, y abrió la puerta del conductor.
-¿Y Livy? -preguntó Erin abriendo una de las puertas de atrás- ¿No viene al club?
Dany negó la cabeza tranquilamente.
-Hoy quería pasar un tiempo a solas en su casa -explicó, no parecía enfadada con su amiga-. Creo que se siente algo tensa en el club.
Ese último comentario iba dirigido a él, cómo la mirada de odió que le acompañó. Vaya, de modo que no estaba enfadada con la chica, peró con él sí. Pues si supiera lo que acababa de pasar.
Recordando la escena que se había sucedido hacía apenas unos minutos en ese mismo lugar, Cage no pudo evitar girarse para mirar por última vez a Livy. Estaba riendo tranquilamente con el mismo grupo de antes, aunqué un poco más reducido. A Cage le enfureció. ¿Es que no sabía la siuación en que acababa a de meterle? ¿No estaba enterada de lo difícil que era conducir con una erección entre las piernas?
Bufó, no solo le había puesto en una situación increíblemente incomoda, sinó que le había dejado con las ganas. Pues, ¿sabía que? Estaba harto de tener que recorrer a putas cada vez que estaba junto a ella. Aquel día iba a tener que arreglar el problema ella misma.
Salió del coche sin decir nada más que un "ahora vengo" y tomó rumbo hacia el grupo donde se encontraba Livy. En aquel momento ya le daba igual cómo reaccionara su hermana. Merecería la pena, pensó él.
No había dado ni dos pasos cuando vió que Livy y una chica (la que debía llevarla a casa, supuso Cage) se despedían y tomaban rumbo en dirección contraria a él. Cage sabía que, al otro lado del instituto, había otro aparcamiento, que construyeron hacía poco debido a que el primero no era suficientemente grande para albergar todos los coches de sus alumnos.
Sonrió, así estaría fuera de las miradas indiscretas de su hermana.
No fué hasta que giraron la esquina del instituto cuando Cage empezó a acelerar el paso, no quería perderla. Por suerte, la alcanzo en poco. Ella no se había dado cuenta que la seguía, y mantenía animadamente una conversación con su compañera, totalmente ajena a su perseguidor.
Si además de satisfacerse a sí mismo, podía darle un susto, aquella ocasión sería de película.
Tiró de su brazo sin cariño y rodeó su cintura con la mano que tenía libre, antes de bajar su cabeza y besarla, silenciando así el gritó de sorpresa que acababa de soltar la pobre. Cage no pudo evitar sonreír contra sus labios antes de devorar la boca de Livy ante la sorprendida mirada de su amiga.
Livy parecía tan atónita que dejó que la besara ferozmente mientras cedía poco a poco sin acabar de entregarse nunca, aunque a Cage le gustaba de ese modo. Era divertido verla tan sorprendida y que se quedara inmóvil ante un beso suyo. Se preguntó cñomo reaccionaria con algo más, pero prefirió reservarse. Livy si que se enfadaría si la cosa se caldeara un poco más justo en frente de su amiga.
-Voy a dejar a las chicas en el club y vendré a por tí -dijo cuando se hubieron separado-. Nos vemos en tu casa en un rato.
Y dejó a una aún inmóvil Livy junto a su amiga antes de encaminarse hacia su coche. Nadie se metía con Cage, y mucho menos aquella cosita dulce que no se podía sacar de la cabeza.