CAPÍTULO 29

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La vida de Dominic mejoró considerablemente el día que le quitaron el yeso, y pudo recuperar la movilidad de la pierna

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La vida de Dominic mejoró considerablemente el día que le quitaron el yeso, y pudo recuperar la movilidad de la pierna. Él extrañaba demasiado caminar con autonomía, sin depender de nada, ni de nadie. Rebecca y Michael lo llevaron muy temprano al hospital el día de la consulta, y esperaron a que llegase su turno. Dominic fue el tercero en pasar, y casi armó un escándalo en el consultorio. Él jamás había visto instrumentos como los que tenía el doctor, y la mayoría parecían bastante letales. Por un instante, él se sintió en una cámara de tortura. 

Joven, si no se tranquiliza, terminaré cortándole la pierna─. Habló el traumatólogo, intentando mantener la calma. 

El hombre apagó la pequeña sierra para escayolas que tenía, y la dejó a un lado. Él esperaría esa clase de reacción de un niño; no de un joven de veintiún años. 

Si tú me llegas a cortar la pierna, ¡yo mismo ordenaré que te decapiten! Gruñó, viéndolo a los ojos y olvidando que ya no se encontraba en el Valle.

Rebecca se apresuró evitar que su hijo siga gritando, sosteniéndolo con fuerza por los hombros. Quiso inmovilizarlo, y Michael la ayudó a mantenerlo quieto en la silla. Tristán continuaba bastante alterado, y no dejaba de moverse. Ella detestaba cuando él tenía esos arrebatos de ira, y volvía a confundir la realidad con los delirios que creó en su mente. Rebecca sabía que tomaría tiempo que hijo mejore por completo; pero muchas de sus actitudes comenzaban a hacerse intolerables, empezando por el complejo de superioridad que parecía haber desarrollado. Tal vez, él necesitaría más ayuda psicológica de la que ella creyó. 

Dominic sonrió aliviado cuando el doctor terminó de quitarle el yeso, y vio que su pierna estaba bien. Sin embargo, la poca felicidad que sintió, se esfumó en segundos. Él intentó apoyar el pie izquierdo en el suelo y levantarse; pero un leve dolor lo recorrió, sintiendo débil la extremidad. A pesar que su pierna se encontraba libre, esta no funcionaba igual que antes, y ni siquiera podía soportar su propio peso. Dominic trató de no mostrarse preocupado, temiendo no volver a caminar con normalidad. 

El traumatólogo notó el malestar en el rostro del chico cuando intentó ponerse de pie, y rio con disimulo. Le explicó que era normal sentir diversas molestias después de perder el yeso, y debía llevar un par de sesiones de rehabilitación física para trabajar la movilidad de su pierna izquierda. Lo derivó con una de sus colegas para que programen la primera consulta, y el joven empiece su tratamiento. Él no quería volver a ver la historia médica de Tristán Powell en su escritorio; y prefería que alguien con más paciencia se encargue de él.

Dominic disfrutó los entrenamientos con la fisioterapeuta Sanderson desde que estos iniciaron, siendo la única actividad que le complacía realizar en el hospital. Ella era la primera doctora joven y atractiva que conocía desde que despertó ahí; y que no lo trataba como un idiota, a diferencia de la psicóloga. Nick recibía masajes, además de hacer estiramientos y ejercicios simples para fortalecer los músculos de sus piernas. No se comparaba a todo el deporte que hacía en el Valle, pero era suficiente para empezar. Él había permanecido tanto tiempo inmovilizado, que sentía que se convertiría en una estatua en cualquier momento. 

Realeza InesperadaWhere stories live. Discover now