Capítulo treinta y ocho.

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Ambos adultos tuvieron que alistarse siendo Pattinson el primero en ir a la cafetería pues la morena tendría que arreglar su maleta. Mientras la de ojos marrones doblaba y metía su ropa en el interior de la maleta, la chica pensaba en varias cosas siendo lo que había pasado la noche anterior una de ellas sino que era la principal y la que destacaba mejor.

Entre los brazos de aquel varón se sintió querida, deseada al punto de sentir el extasis ¿Estaba mal? Era una mujer que podía disfrutar de su sexualidad con quien quisiera sin sentir culpa ¿Pero por qué nonse sentía satisfecha? No es que Robby no la hubiese llenado de una forma carmal y sexual sino que emocionalmente no estaba con él.

Claro, se sentía bien con Pattinson pero sus sentimientos seguían siendo para ese rubio que estaba por casarse al parecer. Para ese hombre que la tomó entre sus brazos con salvajismo pero simplemente la ocupó. Se sintió vacía aunque no lo reconociera cuando a la mañana siguiente tuvo que llorar en brazos del hombre británico de 1,85.

Sintió culpa, era una zorra.

Robert intentaba algo con ella, ella lo permitía pero no podía dejar de culparse porque si al final del tiempo ella no se había enamorado de este habría solo ilusionado al ojiazul, Pattinson le había dicho que si al final no terminaba ganándose su corazón y Tom seguía siendo el dueño él lo aceptaría pero... ¿Valía la pena? Robert valía la pena, era un hombre encantador pero no quería que este desperdiciaria tiempo con ella.

También estaba bien intentar algo nuevo.

Ella no podía seguir esperanzada en que Tom la llegaría a amar, no podía, mucho menos sabiendo que en sus planes estaba ser el prometido de Astoria.

Tal vez intentar amar a Robby sería lo mejor.

La morena al cabo de unos cuantos minutos terminó por arreglar su maleta dejando solo unas cuantas fuera de cuandp tuviera que cambiar de ropa para marcharse.

10:04, apenas era temprano, salió de su cabaña no sin antes detenerse a admirar el paisaje que podía disfrutar desde la puerta, inhaló profundo llenando sus pulmones de vitalidad cosa que le hizo ensanchar una sonrisa. Dispuesta a bajar las pocas escaleras en brincos, torpemente posó su pie en el filo del escalón haciendo que cayera de sentón.

— ¡Mierda!—Espetó con furia, cerrando los ojos un poco por el dolor del golpe.

— ¡Moa! ¿Estas bien? —Al abrir y alzar sus ojos se topó con la mirada preocupada de Tom.

Sus ojos marrones toparon con los azules que destallaban con melancolía y otra emoción que no podía comprender. El rubio le extendió la mano a lo que ella rechazó.

— Gracias pero no hace falta, Tom —Dijo con una sonrisa pequeña, un tanto ladina y cohibida. Desde el Jueves hasta apenas la mañana del día anterior fue que pude verlo, misma sonrisa y mirada que hizo a Tom sentir ansiedad.

La chica se puso de pie mientras que con una de sus manos sobaba su trasero un poco.

— Deberías tener más cuidado.

— Es un hecho. —Canturreó con suavidad.— ¿Vas a desayunar? —Preguntó como si nada ensanchandole una sonrisa al rubio cosa que incomodó a aquel ¿Estaba de buenas por la divertida noche que tuvo?

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora