Capítulo treinta y cuatro.

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— El Miércoles por la tarde para llegar en la noche, tal vez en la madrugada. —Respondió Emma quien acompañaba a su amigo solo que esta leía.

— ¿Haremos la fogata mañana? —Volvió a preguntar, lo que con un sonido por parte de la chica afirmó.

Emma no era la más adecuada en estos momentos, cuando un libro se ponía entre ella y otra persona, y este le resultaba interesante era obvio que te ignoraría, tal cual Hermione.

— ¿Puedes creer que Moa me ignora?

— Sí.

— ¡Emma! —Resongó a lo que la mencionada alzó su vista de su libro para observar a su amigo.

— ¿Que esperabas, Tom? ¿Que se hundiera en la depresión? ¿Que te guardara luto? —Ironizó la chica opteniendo una mirada severa por parte del ojiazul.— Tom, si se supone que no te importa ¿Por qué te molesta o te parece increíble?

— Aclaro, no me importa pero se supone que ella y yo estaríamos bien, que actuarimos como si no hubiese pasado nada.

— ¿Y qué acaso no está respetando tu decisión?

— ¿Desde cuando respetarla es ignorarme?

— Tal vez si no hubiera pasado lo que pasó entre ustedes, ella de igual forma te ignoraría por Robert, él está interesado en ella.

— Lo sé, que horror.—Dijo con fastidio mientras rodaba sus ojos haciendo que la de pecas alzara sus ojos al cielo como si suplicara por algo.

— Quien te entiende, Tom, da gracias que salió de la cama porque cuando fui a verla el Viernes parecía haber llorado hasta el cansancio de milagro y no le dio fiebre.—El tono acusador que ocupó la chica hizo a Tom hacer una mueca incómoda.

Recordar los ojos marrones de la morena la noche en la que decidió decirle todo aquello le hacía sentir una especie de dolor para nada grato, él no quería verla llorar y si tan solo pudiera alejarla de todo aquello que le hiciera soltar lágrimas lo haría pero no podía y no era el indicado para hacerlo pues él fue el motivo por el que había visto sus ojos vislumbrar en dolor.

— Hacerlo fue lo mejor para ambos. —Dijo en un tono un tanto dudoso.

Emma le sostuvo la mirada y solo negó como si no creyera lo que oía.

— Aunque no lo creas, lo es, yo amo a Jade.

— Bueno, entonces si la amas a ella, cállate y deja de celar a Moa.

— ¡No la estoy celando!

— ¡Lo haces! Te indignaste porque te ignora.

— ¿Y no debería?

— Si sabes lo que hiciste para merecer su indiferencia, no. —Severizó.

— Que no hice nada, solo me ignora por estar con ese piel pálida chupa sangre. —Escupió con molestia.

— Mejor cállate Tom que solo haces que me hierva la sangre. —Chistó con furia la chica volviendo su mirada a su libro para seguir leyendo cosa que no había podido hacer desde hace unos cuantos diálogos con Tom.

— Ay, tú también te vas a enojar.

La chica cerró los ojos con fuerza ¡Era increíble!— Tom, solo deja de comportarte como niño, tienes 28 años ya, por favor... —Tomó una bocanada de aire.— A veces aquello que más amas, también es aquello que te causa más daño.

Eso último hizo fruncir el ceño a Tom, no pudiendo comprender a que se refería su amiga.

— Tú eres eso que Moa ama ¿No? Pero también eres lo que le ha causado dolor... Callar por años los sentimientos no es fácil y tampoco es algo que se cure de la noche a la mañana, si Moa quiere intentar algo con Robert lo haré y tendrá el apoyo de todos. —Chistó con algo de resignación.— Tú tienes novia, céntrate en hacerla feliz y listo.

El rubio se quedó callado un buen momento, no tenía nada que decir, Emma tenía razón, suspiró con pesar volviendo sus ojos azules a Robert y Moa en la lejanía, ver como Pattinson acariciaba el rostro de la chica con fascinación lo ponía colérico, él quería ser el único que la tocara, el único que la besara, que pudiera despertar a su lado pero estaba tan cegado en creer que amaba a alguien que no era.

“Aquello que más amas, también es aquello que te causa más daño.”

Y sin creerlo, era, es y sería la razón por la que Moa más sufriría.

Ella pagaría los trastos rotos de un noviazgo sin amor.

Ella pagaría los trastos rotos de un noviazgo sin amor

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¿MaraTom, yes or no?

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now