T r e i n t a

50 10 0
                                    

Lo peor del día siguiente fue tener que pedirle perdón a mi mamá y a mi hermano, porque a pesar de saber que no tengo razón, hay algo en mí que se niega a pensar que estoy equivocada. Esa parte terca como una mula...

Los cité en el parque, aquel con un significado importante para mí. Tenía recuerdos de estar jugando a los siete años en ese parque limpio y lleno de vida. Mis padres, Jared y yo veníamos los domingos y días feriados, para disfrutar del aire libre y momentos en familia.

Cuando puse un pie en el parque suspiré. No me gustaba venir aquí. Los recuerdos eran muy bonitos, pero venían acompañados de anhelo y nostalgia difíciles de reprimir.

Grande fue mi sorpresa cuando vi a mi papá con ellos.

—Hola. —fue todo lo que dije.

Mi mamá me miraba con nerviosismo, jugando con sus manos de modo inconsciente. Papá parecía culpable. Y Sammy tenía sus brazos cruzados en su pecho.

—¿Vas a disculparte? —me espetó bruscamente. —porque fuiste muy grosera.

—¡Samuel! —regañó mi mamá.

—Alto. —interrumpió papá antes de que yo pudiese decir cualquier cosa. —ella no tiene porque disculparse. Yo me disculpo.

Lo miré con ojos abiertos, parpadeando con incredulidad. Tomé asiento en el banco frente a ellos, mirando fijamente a mi padre, lista para escuchar lo que sea que tenga que decir.

—Yo me fui de casa sin decir nada. —fruncí mis labios antes de poder agregar algo ofensivo. —Y regresé queriendo arreglarlo todo, pretendiendo que me recibieran con los brazos abiertos, cuando es lógico que necesiten tiempo. —sabía que sus palabras eran para mí, pues mamá parecía haberlo perdonado y Jared no estaba en tan malos términos con él, según tengo entendido. — Sé que he hecho las cosas mal... pésimamente. Pero quiero arreglarlo todo. —su mirada se enfocó en mi madre entonces.

Su mirada me hizo replantearme mi postura. No había rencores, solo había... ilusión y cariño, y quizás, solo quizás, amor.

—Quiero pedir disculpas al amor de mi vida y confesarle que nunca he podido ser feliz con nadie más. Que nadie me ha hecho sentir lo mismo. Aunque fui un imbécil al respecto, y no hice las cosas bien.

—No seas tan duro contigo, Joshua. —pidió ella con ternura, poniendo una mano amorosamente en su mejilla. —Ambos hicimos cosas estúpidas. No supimos amarnos y respetarnos entre nosotros, ni a nosotros mismos.

—No sé si su interacción me da ternura o ganas de vomitar. —dije con una pequeña sonrisa triste.

—Definitivamente la segunda. —anunció Jared.

Ellos se apartaron un poco, notablemente avergonzados de su momento romántico frente a sus hijos. Suspiré y supe que era mi lugar para decir algo.

—Yo quería disculparme con ustedes. —miré a Jared y luego a mamá. —No he sido muy amable. Pero es... es porque tengo miedo. No quiero que la historia se repita.

Mis padres se miraron, parecían comprender la situación y entenderse con apenas una mirada. Supongo que aspiro al mismo tipo de intimidad, aunque claro, con un final feliz y sin separación alguna de por medio.

—Devie, —mi padre se acercó, arrodillándose frente a mí y tomando una de mis manos. —te prometo que no volveré a cometer el mismo error. No volveré a dejar a los que amo.

Lo miré, y luego a mi hermano sonriendo y a mi madre expectante. Regresé la mirada a los ojos esperanzados de mi papá.

—Te creo. —le dije, completamente sincera y sin razón aparente.

Mi querida bola de pelos |✔Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ