Capítulo veinticuatro.

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Era lógico teniendo en cuanta las rafagas de aire fresco que los árboles acarreaban. Tom asintió con calma dirigiendo su mirada al frente tratando de perder esta en algo.

El de ojos azules estaba un tanto incómodo en compañía de la chica, la cual fue astuta y rápida al percibir era incomodidad por parte del rubio, la de ojos marrones lo observó algo extrañada.

— ¿Todo esta bien? —Preguntó Moa con algo de duda alzando una ceja.

Era la primera vez en la que sentía incomodidad con la presencia de su amor platónico, nunca antes la tuvo pero claramente, por alguna razón que la morena desconocía, sentía aquello.

Tom solo podía pensar en cómo es que la chica podía estar tan tranquila, serena, como si no pasara nada, como si ella no estuviese enamorada de él.

— Eh...—Se quedó callado al momento en el que vio aquellos grandes ojos marrones que lo veían con desconfianza.— Sí, todo bien. —Respondió regalandole una sonrisa pequeña.

La chica con lentitud asintió más no terminó de estar convencida.

Tom durante el resto del día después de que se enteró de aquella confesión que él se la pasó meditando que era lo mejor que hacer y cada vez la idea de aclarar las cosas con la chica era la mejor.

Él pretendía acercarse a ella para decirle de la manera más sutil que él no la había con otros ojos, que la quería justo como a una hermana, –Aunque muy en el fondo sabía que no era verdad.– esperaba que todo fuese una simple equivocación.

Una parte de él rogaba porque Pattinson pensara que esos sentimientos eran recientes cuando en realidad eran tan vetustos, pero otra parte anhelaba que no lo fueran, aunque claramente este lado no lo tendría en cuenta.

— ¿Seguro? Te noto... Raro. —La actitud de la chica confundía al rubio, lejos de verse como alguien enamorado parecía todo lo contrario, alguien normal, simple.

El rubio asintió con calma nuevamente.— Me preguntaba solamente si mañana querías hacer algo ¿O pretendes descansar?

Bonne nuit. —una tercera voz grave saludó, ambos cuerpos que yacían sentados en las escaleras miraron con curiosidad al tercero.

Robert se acercó a ellos, en mano traía dos vasos de café, solo que uno con leche.

— Ten, este es tuyo. —Dijo el más alto entregandole a la chica el café que contenía leche.— Esta tibio pero aún así ten cuidado de no quemarte.

Susurró el mayor con delicadeza, le entregaba el café como si fuera algo frágil, la morena solo tuvo que extender los brazos mientras agradecía. El de cabello oscuro sonrió con ligereza.

— ¿Quieres? —Preguntó Pattinson en dirección al rubio ofreciendole de su bebida, cosa que el rubio negó pero agradeció.

— ¿No quieres del mío? —Preguntó Armstrong ofreciendole del suyo, Tom rió enternecido pero negó de la misma forma. La chica le dio un sorbo a su café con cuidado haciendo una seña al rubio dándole a entender a que esperara.— Bien, ahora sí. —Sus ojos marrones se centraron en los azules de su compañero.— Se supone que mañana iría con Robby  al río ¿Quieres ir con nosotros?

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora