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Aquel anciano que siempre se sentaba frente al gran lago del pueblo nos había advertido por años que esto pasaría. Pero nadie le creyó, todos decían que estaba loco. Él aseguraba que llegaría el día en que ellos se revelarían, que poseerían nuestros cuerpos aunque fuéramos débiles, que eso no les importaba a aquellos seres incorpóreos, que con tal de poder sentir y moverse con un cuerpo harían lo que sea. Nadie le creyó, ese hombre murió y el pueblo lo olvidó. Pero ahora que nos obligan a encerrarnos en nuestras casas y alejarnos de la gente, puedo comprenderlo todo, ese anciano de alguna forma supo de la existencia de ellos. Ahora nos dicen que es una enfermedad contagiosa, pero lo dudo, ellos han comenzado a revelarse, poseerán nuestros cuerpos hasta que ya no aguantemos más. Son insaciables. Nadie va a salvarse, lo puedo sentir, no te descuides, uno de ellos ya puede estar en tí.

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