Por mamona te mando alv

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Kageyama bajó la mirada y observó fijamente los nombres que adornaban sus muñecas.

"Iwaizumi Hajime"

"Oikawa Tooru"

Por muchos años pensó que ellos serían la respuesta a todos sus problemas. Como todo niño Kageyama Tobio creció con la dulce ilusión de conocer a esas personas que se suponen iban amarlo sin importar qué.

Vaya broma.

Su pequeño sueño fue destruido en un instante. Oikawa lo rechazó e Iwaizumi, el maldito cobarde, ni siquiera se atrevió a mirarlo a los ojos cuando le dijo que escogía a Tooru sobre él.

Claro, debí haberlo imaginado.

Kageyama comenzó a jugar voleibol por curiosidad y dio la casualidad de que resultó ser terriblemente bueno en el deporte. A pesar de eso considero muchas veces dejarlo y unirse a otro club. Fue solamente Oikawa con su gran carisma e Iwaizumi con su amable personalidad la razón por la cual decidió quedarse. Sus superiores le habían parecido personas excepcionales y él había querido conocerlos mejor. Quería aprender más de ellos, pasar tiempo a su lado.

Kindaichi y Kumini comenzaron a molestarlo, diciéndole que tenía un enamoramiento en el par. Kageyama lo negó, era solo admiración. O al menos era lo que él creía en ese entonces.

La pasión de Oikawa por el deporte y su gran dinámica con Iwaizumi inspiró a Kageyama a esforzarse más. Escogió la posición de setter solo porque el coach se la recomendó y porque era justamente la que Oikawa jugaba.

Se obsesionó con el juego. Era bueno y la gente parecía querer que siguiera jugando, así que lo hizo. Quería aprender más, así que le pidió a Oikawa su ayuda. En diversas ocasiones fue rechazado y humillado, pero él era una persona perseverante y continuó pidiendo su ayuda.

Luego llegó aquel fatídico día donde Oikawa, cansado de su insistencia, lo golpeó en la mejilla. Iwaizumi fue demasiado lento para detenerlo. Kageyama se preguntaba qué hubiera pasado si lo hubiera hecho. Tal vez nunca hubieran encontrado la terrible verdad.

Al momento que sus pieles se tocaron, se activó el lazo que los unía a todos ellos. Kageyama sintió ambos nombres arder en sus muñecas cuando Iwaizumi lo ayudó a ponerse de pie.

Sintió ilusión y felicidad por unos breves segundos. Los superiores que tanto admiraba eran sus almas gemelas. Un par realmente perfecto para él.

Quizás demasiado perfecto que no tenía espacio para Kageyama.

Oikawa lo rechazó velozmente y Kageyama apenas tuvo un momento para ver como las letras doradas de su nombre dejaban de brillar y se volvían un triste color gris. Él se marchó sin mirar atrás y Kageyama se quedó congelado en su lugar. Iwaizumi, de forma más lenta y tímida, lo rechazó de igual forma explicando que no necesitaban a nadie más. Que amaba a Oikawa sobre todos y que, si por favor, podía mantener en secreto su lazo. Kageyama odio la amabilidad con la que Iwaizumi lo rechazó. El color verde turquesa de su nombre tardó un par de horas más en desvanecerse.

Aun con el claro rechazó de sus almas gemelas, Kageyama continuó jugando voleibol. No porque disfrutara el deporte, o porque quisiera seguir jugando con sus amigos, sino porque era la única conexión que le quedaba con Oikwa e Iwaizumi.

En algún punto su obsesión con el deporte se distorsionó y no solo quería jugar para sentirse cerca de ellos, sino para probarles su valor y así, si les probaba la buena persona que era, quizás reconsiderarían aceptarlo en su lazo.

A ver como te gusta cuando te supere, perro.Where stories live. Discover now