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Nuevamente estaba contando centavos, intentando encontrar cualquier billete o moneda de donde pudiera. Sumando montonsito por montonsito para alcanzar la cifra que decía el recibo.

Zayn estaba desempleado y yo con lo poco que ganaba de la librería no alcanzaba para pagar todas las cuentas y servicios. Ya debíamos dos meses de renta y la alacena estaba vacía.

— ¿Cómo te fue — pregunté al escuchar la puerta del departamento.

— "Nosotros te llamamos" — dijo con voz chillona, intentando imitar a alguien —. Estoy cansado, Ni. Solicitud tras solicitud, entrevista tras entrevista. Solo es gasto en transporte en lugar de conseguir un buen trabajo.

Y sé esto era, por demás, cansado. Después de haber decidido mudarnos juntos tras cuatro años de noviazgo, la vida nos ponía pruebas cada vez más complicadas. El ser adulto en serio es un martirio constante por querer adaptarse a la adversidad. Si mi madre me viera en estos momentos en definitiva me diría "te lo dije". Porque me lo dijo.

Dijo que no me fuera a vivir con Zayn, que en casa estaba bien. Dijo que encontrar donde vivir sería complicado. Dijo que iba a ser imposible que subsistiéramos con dos sueldos de dependientes, pagando renta, servicios, comida y mantener a Sienna, nuestra gata. Dijo que nuestra relación se iría fracturando porque las peleas por falta de dinero serían frecuentes.

Pero las cosas no podían haberse desarrollado de otra forma, Zayn y yo nos habíamos enamorado en la universidad. Mientras yo iba a clase de administración — siempre tarde, por cierto — me topaba con él, saliendo de su clase de metodologías. Nunca olvidaré ese día cuando, importándole poco que estuviera llegando tarde a clase, me frenó para poder conversar conmigo.

Ese chico que parecía rudo en realidad era muy tímido, le costaba voltear a verme a los ojos sin sonrojarse para después voltear hacia sus pies, los cuales formaban un triángulo mientras jugaba con sus manos nervioso. Rápidamente supe que eso era lo que quería en mi vida. A la fecha, cuando nuestras diferencias no nos están sobrepasando, aún puedo ver un ligero sonrojo cuando me ve a los ojos, aunque ahora no agacha la mirada.

— Te entiendo — me levanté de mi asiento, me acercó en seguida, abrazándome por la cintura y hundiendo su cabeza en mi cuello —. Se que es frustrante el tener que encontrar trabajo. La economía va cada vez peor y los empleos son muy pocos. Sé que sientes que terminamos la universidad en vano porque no encontramos empleo para ejercer nuestros estudios. Sé que es desmotivante y que parece inútil seguir intentando, pero tenemos que hacernos de algo. Hay cuentas que pagar, hay una alacena qué surtir.

— ¡Es fácil para ti decirlo, tú tienes un empleo! — gruñó contra mi cuello antes de soltarse — tú no eres quien sale todos los días a recibir, al menos, un "no" rotundo en la cara.

— ¿Piensas que es fácil para mí ver cómo mi mísero sueldo se acaba a los tres días y seguimos sin poder pagar todo lo que tenemos que pagar? — empecé a perder un poco la calma... Solo un poco.

— ¡Pues perdóname por ser una carga y no aportar al hogar! — gritó, poniendo las manos a los costados de su cabeza.

— ¡No eres una carga, Zayn! Pero justo ahora te estás comportando como un adolescente — solté un suspiro — estoy todo el día parado o acomodando libros sin comer, cuando llegó a casa lo que menos quiero es lidiar con un adolescente.

— Entonces deberíamos separarnos definitivamente, porque esto de vivir juntos no está funcionando en lo más mínimo.

Y, de nuevo, la discusión de siempre.

EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora