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Capítulo 33: Intenciones homicidas - Kendall

Entro en la calle de Laura y corro hacia su casa. No me molesto en llamar, salto la verja del jardín y rodeo la casa para ir directo al jardín donde tiene un cobertizo en el que guarda las armas. Ella me espera, sentada en sobre la hierba.

—¿Dónde está la pistola? —le pregunto.

Lauren me mira seria y señala con la cabeza un trapo que está a su lado. Cuando me agacho a coger la pistola que está cubierta por el trapo, ella pone la mano encima para que no la coja.

—¿Para qué la quieres? —me pregunta, seriamente.

—No te importa, dámela.

Laura frunce el ceño y coge la pistola.

—No, no te la doy. Dime para qué la quieres y te la daré.

Me paso las manos por el pelo y maldigo en voz alta. ¡¿No puede dármela y ya está?! ¡¡Es mi pistola y yo hago lo que quiera con ella!!

—Kendall... —me advierte Lauren.

—Mira..., Laura, no... no puedo decírtelo.

—Sí, sí que puedes.

Me dejo caer a su lado y resoplo.

—Yo... estoy con alguien.

Laura abre los ojos como platos y ahoga un grito.

—¡¿Con quién?!

—Abie Anderson.

—¿Y qué pasa con...? —deja la frase en el aire.

—Jane es el pasado. Mi presente y mi futuro es únicamente Abie.

Le explico cómo comenzó todo y ella escucha expectante. Hablar sobre todo esto es confuso y me produce jaqueca. Hemos discutido a saber cuántas veces, nos hemos besado, nos hemos gritado y hemos hecho el amor. ¡¡Pero sigo sin tener nada claro!! ¡¡¡No sé si a Abie le importo tanto como ella a mí!! ¡¡¡No sé si sabe lo mucho que la amo!!! ¡¡¡Porque la amo, maldita sea!!! ¡¡Ella no puede imaginarse lo que significa para mí!! Ella es mi salvavidas, mi punto de apoyo, mi cordura, mi felicidad, mi vida entera...

Ella me ha hecho sonreír, decir las palabras <<te quiero>>, llorar, perder los estribos y, sobre todo, ser un puto cursi. Y, ahora, por culpa del puto Niall, no podré besarla ni susurrarle al oído ni estrecharla entre mis brazos, porque ella no me lo permitirá. Porque me gritará que me vaya y pedirá auxilio cuando me acerque.

<<Niall, ya puedes ir contando los minutos que te quedan de vida, puto cabrón>>, pienso. Cuando termino de contárselo a Laura, ella se queda boquiabierta y me mira horrorizada. No es algo bonito de contar, pero es la jodida realidad.

—¡Eso es horrible! —exclama.

—Sí y, ahora, dame la pistola de una puta vez.

—Kendall, entiendo que estés cabreado... —dice, pero la corto de inmediato.

Me levanto del golpe y la miro furioso.

—¡¿Cabreado?! ¡¡¡Ésa no es la palabra!!! ¡¡¡Quiero matar a ese cabrón y dices que estoy cabreado!!!

Lauren se levanta, dejando la pistola en el suelo.

—¡¡Matar a Niall Ford no servirá de nada!!

—¡¡¡Me importa una puta mierda!!! —grito y cojo la pistola.

Camino con firmeza hacia la parte delantera de la casa y Lauren me agarra del brazo para intentar pararme. Escucho el motor de unas motos y comienzo a andar con más rapidez mientras arrastro a Laura conmigo. Esta chica es más cabezota...