Capitulo 16

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¿Qué hora era? ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba tan cansada? Esas fueron todas las preguntas que se vinieron a mi cabeza cuando recupere la conciencia. Segundos después mi mente fue invadida por un sinfín de imágenes de la noche anterior. Era como un largometraje de la película de amor más bonita que había visto en mi vida. Solo que no era una película, era mi vida de verdad. Y tal vez esa era la razón por la cual la consideraba la más bonita que había visto jamás. Habíamos estado juntos. Niall y yo. En el lago. Y había sido... ¿qué palabra es lo suficientemente grande para describir la perfección de haber estado con la persona que amas en un encuentro tan tierno y tan dulce que el simple recordarlo te hace vibrar de felicidad? Bueno... esa. La que sea que tengáis en la cabeza es la palabra que sintetizaba todo. Solo sonreí contra la almohada antes de sentir unos labios cálidos apoyarse contra mi mejilla. Abrí los ojos lentamente. No tenía ni que preguntar quién era. Ya lo sabía. Lo que no podía creer era que mi película de amor de la noche anterior todavía no hubiera terminado.

- Buenos días, fresita-. Saludó Niall. Podía escuchar la sonrisa en su voz. Y solo me hizo sonreír más a mí. Me enterré contra la almohada un poco más y después abrí los ojos para verlo sentado frente a mí en la cama. Estaba vestido y tenía el pelo mojado, por lo que ya se había duchado. Yo probablemente era un desastre total. Pero no me podía importar menos.

- ¿Por qué no me despertaste?- Pregunté temiendo algo la respuesta.

- La pregunta es: ¿cómo podía despertarte?- Su voz era dulce y suave -Estabas preciosa-. Aw. Ese fue el sonido interno que hizo mi alma. Le di una sonrisa algo tímida mientras sentía mis mejillas ardiendo. Estaba nerviosa. No importaba lo que hubiéramos hecho la noche pasada, todavía me seguía poniendo colorada.

- ¿Qué hora es?- Pregunté volviendo a la realidad de que había un mundo fuera de su habitación. ¿Por qué tenía que caminar más gente por el planeta? ¿Por qué no podíamos ser solo él y yo? Las cosas serían más fáciles. No tendría amigas que me juzgaran. Ni un novio al que mentirle... No siempre puedes tener lo que quieres, pero siempre tienes lo que necesitas. Larga vida a los Rolling Stones.

- Van a ser las once-. Contestó y entonces se estiró y me dio un beso suave en los labios. Por alguna razón no me lo esperaba, así que apenas llegue a reaccionar cuando él ya se estaba separando. -Estás algo despistada esta mañana-. Comentó. Sí que lo estaba. Aunque, más que despistada, lo que estaba era maravillada y eso me hacía perderme algo en mi propia nebulosa de felicidad.

- Perdón-. Me disculpé y llevé las palmas de mis manos a mis ojos. Estaba tan nerviosa, Dios, debía parecer una completa idiota. Lo sentí soltar una pequeña risa. ¿Para él era gracioso? Claro, porque él no estaba quedando como un bobo como yo.

- ¿Te parece gracioso?- Pregunté fingiendo estar indignada. Él solo rio un poco más fuerte. Quise quedarme seria, pero le termine sonriendo yo también.

- No me pareces graciosa-, contestó, -me pareces tierna-. Él era el tierno. Él era una bola fluorescente con unicornios de peluches y cupcakes con cobertura de color rosa de ternura. ¿Quedaba mal si le decía que lo amaba? La noche anterior no había podido confirmar si él me había dicho esas dos palabras tan... bonitas. O si en realidad me las había imaginado. De cualquier manera, me exasperaba y me encantaba a la vez. Porque el no saberlo era irritante. Nunca fui buena para quedarme con la duda o cosas así. Pero a la vez me encantaba, porque, si no lo había hecho, tenía en mi imaginación la idea de que sí. Y él diciéndome esas palabras era el equivalente a alcanzar el nirvana para los budistas. -Pero tenemos un problema-. Y ahí fue cuando, de pronto, toda la alegría, la sonrisa, los sueños, los te amos y cuanta cosa estaba flotando a mi alrededor en ese momento cayó al suelo como miles de platos de la porcelana más fina, haciendo un estruendo, y provocando la sensación de haber perdido algo que no iba a conseguir reparar. En mi interior, algo me decía que ese "problema" del que Niall hablaba era más que una simple piedra en el camino. Tenía la sensación de que era más como una pared gigante a la cual estaba yendo en un Ferrari a 300 km por hora, y alguien me había cortado los frenos.

Pide un deseo (Niall Horan y tú) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora