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Bebimos una botella de vino y degustamos un platillo delicioso. Perdí la cuenta de cuantos minutos de la película pasaron mientras nos besabamos. Mis manos tomaron su cintura y su cuerpo se acercó más. Lo primero que pensé es que tengo que comprar un sillón más grande.

- Voy al baño un momento...

- Bueno. - Dije casi sin ganas y él me sonrió.

- Será mejor que comiences a cerrar todo. - Me dio un beso en la mejilla. - No te olvides de nada. - Me apuntó con un dedo. - Nos vemos arriba.

Tan rápido como escuche sus pasos en las escaleras corrí hasta la puerta, encendí las alarmas y apagué todas las luces. Cuando estaba volviendo me topé con mi maletín y retiré el regalo que me había hecho Kris.

- ¿Qué es?

- Es un perfume, especial.

- ¿Sí?

- Sí, está hecho con  raíz de gingseng.

- ¿Lo trajiste de China?

- Úsalo, huele muy bien.

El envase era bonito y tenía dibujos en dorado y gris. Lo destapé y me coloqué una buena cantidad, después de todo, era una noche especial. ¿Y si a  Sehun le gustaba? Me rocié un poco más y lo guardé. 

Subí las escaleras y me encaminé a mi habitación y la luz de la misma se apagó antes de que llegara.

- ¿Sehun? ¿Estás bien? - Por favor, hoy no quiero abstinencia.

Abrí la puerta y entré con cuidado, incliné mi mano hacia el interruptor, pero fui detenido  y arrastrado hacia la cama.

- ¿Sehun? - Su rostro estaba en mi cuello.

- Mmmg

- ¿Cariño?

- ¿Mmmg? - Respondió  como atontado.

- ¿Te sientes bien? - Recibí un mordisco en el cuello que hizo arder mi sangre. - ¡Sehun!

- Mmmg...

El peso que sentía en mi pecho comenzó a descender hacia mi parte baja.

¿En qué momento me desprendió la camisa? ¿Dónde está mi cinturón?

- ¡Ah! ¡Sehun! - Su manos frotaban mi entre pierna y sus labios apretaba fuerte la piel de mis caderas. Lamió por última vez la piel y su boca se concentró en mi pene; la presión me estaba estrangulando. Estiré mis brazos y logré alcanzar una de las lámparas de mesa, la encendí y, en cuestión de segundo, tuve sus ojos encima de los míos.

- Channie... - Volvió a mi cuello y lo besó. - Dame órdenes. ¿Sí? Quiero que me digas lo que quieres que haga. Voy a ser bueno...

- ¿Sehun? ¿Estoy alucinando? - Recibí una mordida en mi oreja; evidentemente, su personalidad estaba presente.

Me dije, Chanyeol, es tu momento.

- Muestrame lo que llevas puest...

La bata cayó al suelo y mi mandíbula, también. Tenía puesto el arnés de la última vez, pero con una correa roja. Su cintura estaba rodeada por una cadena fina de color borgoña que combinaba con el boxer de encaje. Sus muñecas y tobillos llevaban brazaletes con nuestros nombres y dibujos eróticos.

- Cariño... - Me sonrió y subió sobre mí. - Estás... hermoso.

- Gracias... ¿Y ahora?

- Ponte sobre mi cara.

Sehun subió más.

- De rodillas y sacate el boxer.

Sehun colocó ambas rodillas a los costados de mi cabeza, se levantó un poco y comenzó a bajarse el boxer. No esperé y jalé la tela hacia abajo, él  perdió el equilibrio y se sostuvo de la cabecera de la cama.

- Siéntate. - Él flexionó sus piernas y apoyó sus caderas sobre mi rostro, con una mano en su trasero lo empujé hacia mí y tomé con mi boca su erecto pene. - Había olvidado lo bueno que eras.

- Channie... ¡Ah! ¡Sí! - Con mis manos juntaba y separaba sus nalgas mientras chupaba su miembro. 

- ¿Quieres más, cariño?

- ¡Sí! ¡Por favor!

Lleve mis dedos a su boca y él los chupó lubricándolos con su saliva. Con lentitud comencé a introducir cada dedo en su entrada; acompañaba los toques con lamidas y besos en su vientre, es una zona muy sensible en él. Sehun inclinaba su trasero hacia mis falanges y se autopenetraba con ellos.

- Channie...

- Tranquilo. - Dije sosteniendo sus caderas con ambas manos, él se quejó por el abandono y me miró por unos segundos.

- Mmmg... - Soltó como un ronroneo, bajó de la cama y se quitó el boxer completamente. - Sigueme, papi.

Caminó de espaldas hasta el sillón, se dio la vuelta y se inclinó dejándo a la vista su culo.

- ¡Demonios! - Me precipité hacia él y descubrí que aún seguía vestido.

- No te lo quites todo... No, aún. - Mordió sus labios y contoneó sus caderas.

Me podicioné detrás y lo tomé con fuerza, sus labios soltaron un quejido agudo y, a los pocos segundos, sus paredes comenzaron a presionar mi verga.

Cerré mis puños sobre su cintura y sujeté la correa del arnés. La primeras penetraciones fueron lentas y torturosas, sin embargo...

- ¡Más fuerte! Rómpeme. ¡Sí! ¡Justo ahí! ¡Sí, Chanyeol! ¡Sí! - Su culo absorbía mis fluidos y los combinaba con los suyos. Sus nalgas estaban rojas por los choques de mi cadera. - ¡Más!

En un momento, su cuerpo se movió y fui abandonado por su calor.

- ¿Sehun?

Él corrió hacia la cama, se recostó y abrió sus piernas, yo, como perro sin dueño, lo seguí. Antes de arrojarme a esa perdición, me quité las ropas y subí.

- No me lo quites, Sehun. - Él sonrió y presionó mi pene con sus manos.

- Damelo, Channie.

Mi miembro se endureció aún más y me incrusté en su cuerpo, por segunda vez. Mi pecho chocaba contra el cuero del arnés y me volvía loco.

- ¿Esto es mío, Sehun? - Dije presionando en su interior.

- ¡Ah! ¡Sí!

El presemen goteaba de ambos penes y mis testículos chocaban contra sus nalgas. Sehun gemía y gritaba sin control alguno; aún recuerdo que en el penthouse se quejaron por ruidos molestos, bueno,  más obscenos y sexuales que molestos.

La cama se sacudió y terminé debajo de Sehun; su sonrisa solo significaba problemas para mí. La cadena que colgaba de su cintura subía y bajaba con cada movimiento que me daba; le gusta cabalgarme, lo descubrí cuando lo hicimos en la universidad.

Su largo y prominente pene chocaba contra mí vientre y mis manos recorrían sus muslos. El culo de Sehun exprimía mi semen en cada eyaculación y, a pesar de que quería levantarme, terminaba boca arriba y con mi verga en su entrada.

- ¡Dámelo! ¡Te amo! ¡Quiero más!

El arnés ya no me privaba de sus hermosos pezones; si el quería controlar mi miembro yo me chuparía sus lindos botones hasta verlos explotar.

Solo al amanecer pude cambiar las cosas... es mentira. Sehun se colocó contra la cabecera de la cama y me cedió su culo para montarlo y joderlo como quisiera; ya no tenía conciencia de dónde comenzaba y terminaba mi cuerpo.

Mi dulce noviecito estaba ardiendo y yo estaba dispuesto a corresponder ese calor.

- ¡Chanyeol! ¡Ah! ¡Argh! - Eyaculé en su cuerpo, otra vez; él se derrumbó y, a pesar de todo, me dejó ver como mi semen se escurría por su entrada. Su cuerpo estaba marcado por mí, en todas partes.

Habíamos borrado los límites.

A mí no me engañas. Eres una zorra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora