~°^Los accidentes no existen^°~

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Despertó en su largo sofá negro de terciopelo, rodeado de fotos, hojas llenas de texto, recortes de periódicos, post it con notas hechas con su puño y letra; no supo a qué hora se quedó dormido, el cansancio le ganó y se quedó allí, incómodo con la ropa que llevó todo el día anterior puesta.

La noche anterior se había desvelado buscando la manera de unir pistas, atar cabos; desde que su jefe el Coronel Davis desapareció sin dejar rastro, se ha dedicado por completo a continuar con su búsqueda ya que lo peculiar de cómo sucedieron las cosas lo llevó a dudar de la noticia cuando lo dieron por muerto y al parecer es el único interesado de toda la ciudad en la situación. Ni siquiera se detiene a checar a su malla en comisaría, el considerable aumento en la delincuencia desde éste lamentable suceso en la ciudad ha estado ocupando prioritariamente el tiempo de ambos cuerpos policiales, sin la disponibilidad de algún alto mando para abrir y efectuar  oposiciones deben arreglárselas con los pocos efectivos en servicio a diario.

Poco le importa al implacable comisario, que no dejará su objetivo principal hasta conseguir algo factible, palpable -si no hay cuerpo, para mí no está muerto- eran sus palabras de aliento, estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, dar con la última persona que tuvo que ver con todo esto y sobre todo, conocer los motivos -no se permitirá fallar por nada del mundo- no después de haber perdido a su amigo de tantos años, compañero y jefe de trabajo -asi como figura paterna- Jack Conway -por un fallo mío- se culpaba a sí mismo.

Aquél día le pareció suficiente papeleo, su garganta le pedía vodka, su cabeza un poco de silencio y su cuerpo un descanso de todo ese estrés al que se sometía. Somnoliento recogió todo, trató de organizarlo adecuadamente, se preparó un sándwich y tras terminarlo revisó su alacena -ya no le quedaba ni una sola botella de vodka- haciendo un sonido con los dientes de decepción pensó que debía salir a reabastecerse, o ir directamente a un bar.

Optó al final por la segunda opción, definitivamente le serviría caminar un poco, salir y despejar por completo su mente es una muy buena manera de desestresarse, últimamente dejaba que se acumulara la tensión  en sus hombros y espalda, llegaba a sufrir migrañas debido al agotamiento de tanto exigirse. Ya era necesario un día de descanso.

Tomó un largo baño tibio -no le gustaba el agua caliente- y se vistió de forma casual: pantalones negros deslavados, camiseta gris y una chaqueta negra a juego con unos botines oscuros y sus típicos Ray Ban color humo.
Se tomaría el resto de la tarde para distraerse y lo que menos quería era andar incómodo.

Al llegar al sitio -su bar preferido- literalmente el único bar que visitaba, cuando llegaba a salir de su departamento pues si no era para trabajar o reponer su almacén de vodka, no había motivo para siquiera asomarse.
Otra de las razones por las que le gustaba ese lugar -además del ambiente lúgubre- era la chica que atendía la barra -es muy simpática y platicadora sin llegar a ser molesta- al hombre frío y calculador no le agradaba la gente que habla mucho pues él es de pocas palabras.

Giró en la esquina y divisó el letrero neón sobre la puerta de entrada, después de una larga caminata disfrutando del atardecer y del aire fresco que traía consigo un aroma otoñal se detuvo frente a ésta y acomodándose con los dedos el cabello plateado hacia atrás la abrió para subir a paso veloz los escalones, cuando iba cerca de la mitad bajó la mirada un segundo y eso bastó para chocar casi de frente con un chico que también bajaba corriendo, poniendo muy poca atención y sin fijarse hacia adelante, haciéndolo caer y rodar hasta darse un fuerte golpe contra la puerta que acababa de cerrarse detrás de él.

∆~°^ FIRE ON FIRE ^°~∆Where stories live. Discover now