No me queda mal. — pienso mirándome por detrás. Espero que no sea muy atrevido, aunque me parece bastante recatado y fino. Me pongo las medias negras más finas que tengo y me recojo el pelo en una coleta alta que cae hasta media espalda. Maquillo ligeramente mis ojos verdes y pinto mis labios de un tono marrón muy natural. Dudo si ponerme tacones o si no, pero ese vestido no luce sin tacones así que me calzo unas manoletinas para pasar inadvertida hasta el coche de Alex y me pongo mi abrigo negro. Mi móvil vibra en mi bolsillo.

— Dime.

— Ya llego, subiré un segundo a...

— No Alex, que me lías, bajaré yo. — me niego.

— Maldita sea. — sisea y yo río.

— ¿Bajo ya?

— En cinco minutos estoy, si no estás abajo subiré yo. — me amenaza.

— Suerte que ya estoy lista. — sonrío y él ríe.

Cuelgo y cojo mi bolso, el regalo de Fede y la botella de vino que he comprado para la cena y me abrocho el abrigo hasta la barbilla prácticamente. Odiaba ser chica y tener que llevar vestidos en invierno para pasar frío. Cojo los tacones en la mano y bajo como una persona normal.

Era imposible bajar por la repisa, estaba mojado y ese vestido reducía mi movilidad a dos movimientos: caminar y respirar. Justo cuando salgo del edificio un coche me hace luces mientras desacelera a mi lado.

— ¿Necesita que la lleve a algún lado señorita? — dice bajando la ventanilla y sonriéndome con su perfecta dentadura.

Yo sonrío y entro en el coche. Me doy cuenta que me está mirando de arriba a abajo cuando cierro la puerta y coloco todas las cosas a mis pies.

— ¿Qué miras tanto? — bromeo y él se inclina para besarme. Le devuelvo el beso y me acerco más a él cuando lo alarga, sintiendo un cosquilleo por todo el cuerpo, solo porque sé lo que está pensando.

— Qué bien hueles. — susurra besando la comisura de mis labios.

Le sonrío cuando él me sonríe y me inclino para volver a besarle, río cuando besa dulcemente mi cuello haciendo que cierre los ojos.

— Malditas cenas familiares. — se queja él poniendo las manos en el volante y dando un acelerón rápido.

Me quedo mirándole mientras conduce. Lleva un jersey gris oscuro que favorece su tono de piel y unos pantalones vaqueros negros y arreglados. Me sorprende verle tan guapo y con esa ropa, ya que suele vestir mucho más casual. Aunque me alegro, porque así mi vestido no desentona.

— ¿Puedo ver tu vestido? — pregunta él cuando estamos a punto de llegar.

— No, hace frío. Cuando entremos lo ves. — digo. — Por cierto, estás muy guapo. — le sonrío, él me devuelve la sonrisa haciendo que se le marque el hoyuelo.

— Tú estás guapísima, ¿te he dicho alguna vez que el pelo recogido te hace estar aún más guapa de lo que ya eres de normal, que es preciosa?

— No. — sonrío. — Estás muy pelota, ¿eh? — bromeo.

— Es solo que estoy contento de que vayas a estar en la cena. — dice cogiendo mi mano. — Significa mucho para mí. — sonríe mirándome y a mí se me encoge el corazón mirando nuestras manos.

Alex aparca cerca de su casa, yo abro la puerta mientras pongo los zapatos en el suelo y él da la vuelta y me observa apoyado en la puerta. Me quito las manoletinas dejándolas en los asientos de detrás, meto los pies en los tacones y Alex me tiende una mano para ayudar a levantarme. Quedo cerca de su boca y más alta que de costumbre. Él sonríe mirando mi boca mientras me sujeta desde la cintura, se acerca a ella y me besa. Ya no me besa como antes, dulce y lentamente, doy medio paso hacia atrás quedando apoyada en el frío coche mientras me besa con deseo, yo le devuelvo el beso cerrando mis puños en su jersey.

Déjame amarte.Where stories live. Discover now