3. ¿Qué Pasó Ayer?

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—Alex... Alex... ¡Alex! —gritó alarmado Elías, intentando despertar a su sobrino.
Alejandro, apenas despertando, se dio cuenta que estaba justo afuera de su casa de campaña. Lo de anoche habría sido solo una horrible pesadilla. Preguntó por lo que había pasado, su tío, desconcertado, le contestó que, tanto él como sus amigos, se quedaron dormidos fuera de su casa de campaña. Elías le pidió a Alejandro despertar a sus amigos para empezar a desmontar las cosas.
Alejandro se acercó a Javier, el más cercano a su posición. Primero le habló, luego lo movió, al no obtener la respuesta esperada, decidió darle pequeñas palmadas en las mejillas para después propinarle una dura bofetada que finalmente lo hizo despertar.
—¡¿Qué pasó, güey?! —dijo Javier asustado.
—Pues ya levántate, güey —contestó Alejandro.
Una vez despertados los chicos, y después de limpiar el lugar, subieron a la camioneta para regresar a la ciudad. A pocos minutos de iniciar el viaje de regreso, los cinco niños empezaron a sentir malestares en la cabeza y estómago.
—¡Ahg! Mi cabeza —dijo Eduardo quejoso.
—No manchen que bebieron ayer —dijo Elías, viendo a Eduardo por el retrovisor.
—¡Para nada! —contestó Armando mientras aguantaba el dolor de cabeza—. Al parecer todos tenemos una leve jaqueca.
—Oigan... —dijo Alejandro— ¿Alguien recuerda haber visto un meteorito ayer?
—Es curioso que lo digas, porque soñé que un meteorito gigante nos aplastaba, ¡ja! —contestó Javier irónicamente mientras frotaba su frente.
—¡No inventes! —dijo Armando exaltado—. También soñé eso… y por las caras que veo, creo que todos soñamos lo mismo.
—Pinches choreros —dijo Elías, incrédulo del sueño mencionado por los niños—. Yo soñé que descansaba en una rica playita en Quintana Roo.
—Qué pedo. ¿Qué probabilidad hay de que compartamos el mismo sueño? —dijo David muy confundido.
—Diría que es imposible —contestó Armando—. Tal vez no fue un sueño.
—De no ser un sueño, ya estarían muertos —respondió Elías.
Javier se dispuso a sujetarse del asidero derecho de la camioneta para intentar relajarse, sin embargo, esta se rompió por la fuerza aplicada.
—No seas pen... —dijo David en voz baja.
—¡¿Qué pasó?! —preguntó Elías.
—Es que... —dijo David antes de sujetado del brazo fuerte y dolorosamente por Javier.
—¡Me eché un pedo! —fue la primera excusa que se le ocurrió a Javier.
—No jodas, se oyó bien cabrón —dijo Elías—. Abran las ventanas.
Javier soltó a David en cuanto Elías dejó pasar el asunto. David se sorprendió de la fuerza con la que su amigo lo sometió, pero le pareció todavía más raro que pudiera romper el asidero. Probablemente ya estaba defectuoso, o simplemente estaba mal colocado.
—Me apretaste muy duro, güey.
—Perdón, pero ibas a ir de chismoso.
—Yo no me voy a hacer responsable de pagar daños a la camioneta, que te quede claro.
—No tiene porqué enterarse.
—Se me hizo muy raro que pudieras zafar esa madre.
—Sí, también a mí.
—¿Sabes qué se me hace más raro?
—¿Qué?
—Que te estoy pellizcando y no te has dado cuenta.
Javier bajó la mirada hacia a su brazo izquierdo, vio a David pellizcar su piel, pero él no sintió nada, como si no lo estuviera tocando. Sus ojos se alzaron de la impresión, mil ideas pasaron por su mente, pensó que su brazo había perdido sensibilidad, eso no era una buena noticia, así que decidió estirar su piel él mismo, pero esta vez sí le dolió.
Todos llegaron a sus casas, no precisamente con el ánimo con el que se fueron. Los cinco muchachos sentían que algo estaba mal dentro de ellos, en lo más profundo de su ser, pero no sabían qué podía ser. En cuanto Armando pudo acostarse en su cama, se posicionó boca arriba, miró hacia el techo de concreto durante varios minutos, recordaba la noche estrellada del día anterior. El meteorito se acercaba poco a poco hacia él, fue el sueño más vivo que jamás había tenido. Sintió que su mente estaba a punto de colapsar, ¿habría compartido el mismo sueño que sus amigos? Se aferró a la idea de que en verdad había pasado, pero salir ileso del impacto directo de una enorme roca extraterrestre tampoco sonó muy lógico para Armando. Encendió su computadora y buscó "Meteorito" en las últimas noticias, pero no encontró nada cercano a México.
Por otro lado, Eduardo llegó a su casa agotado y hambriento, además de confundido. Ya era tarde, correspondía la hora de comer. Su mamá le sirvió un caldo de camarón, que estaba acostumbrado toda su vida a disfrutar. No obstante, en ese momento, el caldo le transmitió un aroma putrefacto que no pudo soportar, apenas llegó el olor a su nariz y el pobre Eduardo vómito encima de la mesa, dejando una escena desagradable para su papá y sus hermanos.
—¡Eduardo! —gritó su mamá—. ¡¿Pues qué pasó?
—El caldo... ¡Huele horrible!
—¡Pero si no huele mal, y sabe igual que siempre!
—Perdón, no tolero más este olor —dijo Eduardo antes de huir al baño con la mano tapando su nariz.
Su papá se levantó molesto de su silla, tomó un trapo y limpió la mesa. El malestar del joven no se detuvo, no solo era su estómago, estaba mal física y mentalmente.
Al día siguiente, de vuelta a la escuela, los cinco chicos se reunieron en la esquina del patio, el grupo carecía de alegría o buenas noticias, un silencio incómodo se hizo presente en aquel círculo.
—Cielos... Me siento muy mal —dijo Eduardo.
—¿Qué tienes? —preguntó Armando.
—No sé, sólo el cielo sabe. Jamás me había sentido así de mal. Ayer me llevaron al doctor, me mandaron pastillas y un jarabe, pero me sigo sintiendo muy mal. De no ser por el examen de Historia ni habría venido.
—Te entiendo, no eres el único con problemas, pequeñín —dijo Javier—. Ayer tuve un chingo de diarrea. Sin mentir, tuve que ir unas diez veces al baño.
—Al parecer todos nos sentimos mal en diferentes grados —contestó Armando.
Tras otro silencio incómodo, Armando se notó indignado ante el poco interés de sus amigos por indagar sobre lo que había pasado esa noche en el campamento.
—¡Oigan! —dijo Armando molesto—. No podemos actuar como si nada. Todos sabemos que eso que pasó no fue un sueño. Ese meteorito nos aplastó, pero por algún milagro de Dios estamos aquí hoy.
—¿Morimos? —preguntó Javier.
—¡No! —respondió Armando.
—Obvio no, y aunque fuéramos fantasmas, tendríamos que estar todos pálidos, y yo veo a David igual de negro —dijo Alejandro.
—Chinga tu madre —le contestó David.
—Armando, lo que pasó fue una pesadilla, ¿cómo justificas que ese meteorito no dejara ni un solo cráter? —dijo Eduardo.
—Bueno... No puedo justificar eso... PERO, de todas formas, si fue un sueño, significa que tuvimos TODOS el mismo sueño. No sé cómo ni porqué, pero así fue.
—¡Guau! Esto es mucho para mí —dijo Alejandro sin poder asimilar la situación.
—¡Solo imaginen las posibilidades! —dijo Armando.
—¿Esto es como "El Origen"? —preguntó Eduardo.
Llegó la clase de Educación Física y todo el grupo salió al patio. El profesor sacó el balón y lo entregó a los alumnos para que ya no molestaran, pero ni uno de los cinco amigos tuvo ánimos para jugar.
—¡Órenle, culeros! Vamos a humillar al Noah otra vez —dijo Danna motivada.
—Hoy no, Conti, algo nos cayó pesado—contestó David adolorido.
—Por no convidarme, ojetes —contestó Danna—. Ándele, si no, ¿con quién voy a jugar? Saben que no me caen tan bien ellas —señalando a las chicas delante de la jardinera.
—Es que... —quiso contestar Armando.
—¡Cámara, güeyes, se va a acabar la clase! —gritó Noah a lo lejos.
—¡Cierra el hocico, cabrón! —le gritó Danna molesta.
—Conti, ese lenguaje —advirtió el profesor sin apartar la vista de su teléfono.
—'Tons chinguen a su madre —contestó Noah, dio media vuelta y pateó el balón.
Danna, rindiéndose de poder convencerlos, se sentó con ellos, en medio de Eduardo y Javier.
—¿Pues qué tienen? —preguntó Danna extrañada—. Andan muy raros hoy.
—Solo es un malestar, es todo, Dann —respondió Eduardo.
—¿Qué comieron?, ¿fueron las tortas que venden aquí?
—Eso parece —dijo Javier.
—De seguro fue de antier, de cuando fuimos a... —dijo Alex antes de ser tomando fuertemente del brazo por Javier.
—¡Las cheves!, fueron las cheves —contestó espontáneamente Javier.
—¡¿Tomaron cerveza!?, ¡ustedes?!
—Ah, sí, demasiada... Un six cada uno. ¡Jijo!, nada nos detenía, pero es que estábamos acampando.
—¿Y por qué no me invitaron?
—Cómo te íbamos a invitar cerveza, si ni estabas —contestó Javier.
—No, pendejo, ¿por qué no me invitaron a acampar?
—No pensamos que hubieras querido ir —argumentó Eduardo.
—¿Bromeas? Claro que hubiera ido. Sí, hubiera sido complicado que aceptaran mis papás, pero lo habrían aceptado tarde o temprano, obvio siempre y cuando me acompañara Diego.
—Oye, lo lamentamos, pero créeme, nos hiciste falta ese día —dijo Eduardo.
Danna se sonrojó, continuaron platicando hasta que acabara la clase.
Pasaron los días y el dolor se iba yendo poco a poco hasta el punto de desaparecer. En una noche lluviosa, Álex terminó de bañarse y se miró al espejo, vio a un chico guapo, dócil y valiente, demasiado bueno para ser verdad. De pronto se puso a pensar en el meteorito, tenía miedo de la posibilidad de haber contraído algún virus o algo por el estilo, pero siendo así, no tendría sentido sentirse muy bien. A punto de colocarse la toalla en la cintura, escuchó una voz que susurró: ''Los voy a encontrar'', que hizo que tirara la toalla del susto.
Javier también estaba en su baño, pero haciendo otra cosa... orinando, hasta que escuchó una voz decir: ''Los voy a encontrar''. Regó todo el baño por la impresión.
David jugaba con audífonos puestos, hablando con sus amigos virtuales. En su partida solo quedaba él y un rival, ya lo tenía en la mira, cuando escuchó una voz que dijo: ''Los voy a encontrar''.
Eduardo se levantó y vio que no había nadie en su cuarto que pudiera haber susurrado lo que escuchó, no logró distinguir bien las cosas de su cuarto, se dirigió al baño, se talló los ojos y se miró al espejo, pero empezó a asustarse cuando vio borroso hasta su propio reflejo, miró hacia todos lados y todo era casi indistinguible, llamó desesperadamente a su mamá hasta encontrarla.
—¡¿Qué tienes, hijo?! —preguntó angustiada su mamá.
—¡No veo, no veo nada! —dijo Eduardo desesperado.
—¡¿Cómo que no ves nada?!
—¡Veo todo borroso, mamá, ayúdame, por favor!

Los Súper CósmicosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang