~°^Día de suerte.^°~

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Así fue como Horacio aceptó el reto, una nueva ciudad, nuevos problemas y mucha adrenalina, le excitaba la idea de lo desconocido, la incertidumbre de todo lo que significaba viajar solo a un destino con un nivel distinto de peligro donde todo será nuevo, todas las personas igual, estaba desesperado por que el día en que bajara del avión y pusiera un pie en Los Santos llegara.

El director del FBI le otorgó ese día libre para que preparara sus maletas, entregándole un enorme sobre amarillo con todo lo necesario para iniciar su investigación, incluyendo los boletos de avión.
Llegando a su departamento tomó asiento en uno de los bancos redondos de la barra para revisar el contenido del sobre, sacó la gruesa copia del informe colocándola a un lado, los boletos, varias credenciales e identificaciones y por último un teléfono móvil donde tenia ya señalada la ubicación de su nuevo hogar, donde se instalará durante el tiempo que dure la investigación y su posible resolución, o quizá más tiempo.

Lo primero que haré llegando allí será visitar el edificio de la LSPD para conocer a quien se encuentre en servicio en ese momento, si es un alto cargo mejor -se decía a sí mismo, entusiasmado.
Salió del lugar que había sido su hogar y que compartió con su mejor amigo -casi hermano- durante algunos años cargando solo un par de maletas echando un pequeño suspiro, probablemente echaría de menos esa ciudad que le dió tantas situaciones increíbles como peligrosas, todas esas persecuciones, códigos 3, secuestros, robos, asaltos...
Igual y a donde se dirige también le dé los suficientes problemas o tal vez más para seguir sintiéndose tan feliz y tan lleno de vida como lo hacia sentir su preciado trabajo como policía y poco después como agente del FBI, gracias a su desempeño y todo su historial de trabajo tan bien hecho.

Tomó su teléfono, para despedirse de una sola persona en especial, su compañero de trabajo, su hermano de otra madre, quien poco antes de que le asignaran la misión por la cual se iba, había salido de vacaciones por varias semanas a las islas de Hawaii.
Al darse cuenta de que no respondía decidió escribir un mensaje, esperaba que cuando tuviera tiempo lo leyera, hubiese preferido verlo en persona para poder abrazarlo y decirle que no era un "adiós" sino un "hasta pronto".
Con los ojos llenos de lágrimas bajó las escaleras y tomó un taxi, dirigiéndose al aeropuerto llamó a su jefe para darle el aviso de que ya se encontraba en camino hacia su destino.

Despertó al día siguiente justo al llegar a Los Santos en el avión a punto de descender -qué suerte.
Después de estirarse bostezando un poco, salió del avión y caminó por el ancho pasillo del edificio hasta salir para tomar un taxi lo más pronto posible, necesitaba llegar al nuevo departamento a dejar sus pertenencias y tomar un baño antes de empezar lo que tan ansioso estaba por realizar.

Cuando salió de su nuevo hogar, tuvo la sensación de que había demasiada calma a pesar de todo lo que su jefe le dijo, la mañana estaba muy tranquila a su parecer o es que el lugar que eligieron sus superiores para que se instalara en la ciudad estaba en un barrio muy seguro.
Decidió entonces caminar un poco para llegar pronto a una cafetería -este debe ser mi día de suerte- sonrió mostrando esos lindos hoyuelos que se le formaban en los cachetes cerca de las comisuras de sus labios-pidió un café capuchino y eligió una dona para acompañar, le pareció buena idea ir caminando hasta la comisaría mientras disfrutaba su "desayuno", de paso conocería un poco la ciudad.

Al llegar al alto edificio depositó el vaso de café vacío en uno de los contenedores y sacudiéndose un poco mientras se acomodaba en cuello de su chaqueta negra de cuero y revisaba en uno de los ventanales que su hermosa cresta estuviera impecable, subió los tres escalones que daban a las puertas transparentes para pasar y preguntar por algún superior en servicio.
La chica en recepción le indicó que esperara un momento cuando salió un agente uniformado de una de las puertas cercanas a decirle que no se encontraba ninguno de sus superiores, que quizá lo mejor sería que regresara más tarde, mañana u otro día. -Gracias- respondió el moreno con un poco de molestia en su tono de voz
-regresaré mañana.

Con un poco de decepción metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y decidió seguir caminando para aprovechar el tiempo y echar un vistazo en los alrededores y familiarizarse un poco con el ambiente, que insistía, le parecía bastante más calmado de lo que le había hecho creer su jefe. -podría ser sólo en apariencia- pensó.
Tras caminar varias calles observándolo todo distinguió a lo lejos un letrero con letras neón que indicaban la entrada hacia un bar en un segundo piso, sonrió hacia un lado y aceleró su paso, en la otra ciudad no había tenido tiempo de visitar uno de esos lugares sólo para pasar el tiempo, siempre era cuando estaba en servicio, durante algún tiroteo, persecución ó búsqueda de algún delincuente.
Se detuvo en seco cuando miró que estaba abierto, le sorprendió porque no creyó que lo estaría a esas horas de la mañana.
-No pasa nada si sólo entro un rato- entonces atravesó la puerta y justo enfrente estaban los escalones que sólo los iluminaban unas luces violetas
-de cualquier manera volveré a la comisaría hasta mañana.
Subió dando pequeños brincos y llegó al piso que también se encontraba iluminado por luces tenues que hacían que el lugar tuviera ese aire místico, gótico.
Caminó dirigiéndose a la barra observando cada detalle -de lo que se podía, por la poca luz-
maravillándose pensando que se había perdido de todo eso mientras corría tras los malos.
Ese lugar le encantó.
Se sentó en uno de los bancos de la barra y dándole la espalda a la chica que se encontraba limpiando con un trapo siguió mirando cada rincón del sitio.
-nunca habías entrado en un lugar como este? -preguntó curiosa la chica -que edad tienes?
Horacio se giró -tengo 28, y si, sí he estado en lugares como éste, solo que... no sé, nunca me había detenido a mirar.
-Me gusta tu cresta -sonrió extendiéndole la mano al pelirrojo -Soy Layah, mucho gusto. Horacio tomó su mano y tras un leve apretón le dijo su nombre -un placer.

Debido a que era muy temprano el antro estaba vacío, sólo estaban él y ella en el local, estuvieron hablando durante horas. Horacio casi no hablaba con nadie en la ciudad anterior, sólo con su compañero y amigo pero desde que se había ido de viaje, no tuvo con quien desahogarse ni reír durante más de un mes, cosa que le hacía falta, pues era muy de él ser un poco chismoso y alburero.

Cuando menos pensaron empezó a llegar gente, se sorprendieron de cuánto tiempo pasó y ni siquiera habían comido, ya era la hora de la cena.
Horacio se ofreció para llevarle algo de cenar a su nueva amiga antes de que llegaran muchas más personas y se llenara por completo de trabajo, así que salió con prisa bajando los escalones velozmente cuando chocó por accidente con un hombre un poco más alto que él que iba subiendo, haciéndolo caer hasta abajo, estrellándose contra la puerta.

El sujeto de cabello grisáceo se asustó al escuchar el fuerte golpe y se regresó a ayudar al pobre pelirrojo que se encontraba sobándose un lado de la cabeza sentado en el suelo, haciendo una mueca de dolor con los ojos cerrados.
-Se encuentra bien? -se acercó lo suficiente y tomó la muñeca del brazo con el que el moreno se sobaba el golpe, apartándola para revisar si se había herido.
Horacio abrió los ojos y giró su cabeza para ver quién carajo lo había hecho perder el equilibrio y rodar por los escalones...
No pudo decir nada, se quedó boquiabierto mirando al hombre de piel pálida con rostro de preocupación agachado a un lado de él.
-Déjeme ayudarle a ponerse de pie- pasó el brazo del pelirrojo por encima de su hombro, mientras rodeaba la cintura de éste con su brazo.
Horacio se puso nervioso con el tacto del peligris, sintió cómo aumentó su calor corporal y se le enrojecieron las mejillas de inmediato al tener su rostro tan cerca de él.
Solamente fuera de ese lugar tan oscuro y bajo la luz de la luna y aquellas farolas que iluminaban la calle, Horacio pudo notar el precioso tono gris de los ojos del tipo que lo hizo caer, y no sólo hasta el final de los escalones.

-sí que ha sido mi día de suerte.

∆~°^ FIRE ON FIRE ^°~∆Where stories live. Discover now