13. Canciones

228 43 27
                                    

Esa noche tuve sueños extraños

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Esa noche tuve sueños extraños. Lo normal quizás hubiera sido que tuviera pesadillas sobre los voraces, la casi muerte de Izan o lo que nos había dicho Lidia sobre los niños índigos. Incluso me hubiera esperado tener sueños húmedos sobre lo que pasó en el auto. Cualquier cosa menos lo que mi mente me mostró.

Me encontraba en una estación de trenes antigua. Supuse que así se veían porque nunca había estado en una, y menos una con trenes a vapor. Pero sabía que me encontraba en una estación de trenes, el sol entraba por los cristales del alto techo. Y yo era yo, pero a la vez no lo era. Estaba triste y sabía que estaba despidiendo a alguien que no volvería. La gente a mi alrededor susurraba guerra. Guerra. Una y otra vez. Pero yo solo tenía ojos para mi amor y corazón para esta pena.

Luego la escena cambió y estaba sobre un barco. Parecía ser un barco pirata, al menos esos sospeché por la fetidez y la roña de mis compañeros tripulantes. Ahora era yo la que huía de algo. De alguien. Por alguien a quien debía proteger. Estar juntos era peligroso. Nos encontraban demasiado rápido. Nos mataban lentamente.

El último sueño fue el más extraño. No había lugares, ni personas, ni nada que pudiese reconocer siquiera de alguna película. Todo era emociones y colores. Todo era miedo, caos y esperanza. Sabía que había hecho algo que estaba mal, pero no importaba porque podría repararlo. Podíamos comenzar de nuevo. Y estaría junto a él. Otra vez.

Me desperté cubierta de un sudor frío. La luz del día entraba por la ventana y yo me esforzaba por recordar lo que había soñado. La estación de trenes. El mar. El amor. Él...

No pude retener más que eso. Me pregunté si estos sueños querían decirme algo; pero descarté rápidamente esa idea. No había tiempo para eso. No cuando...

Me levanté de la cama y fui directo a la ducha.

La noche anterior llegamos a una casa fingiendo que habíamos tenido un accidente; no sin antes limpiarnos toda la sangre que pudimos. Estaba al borde de la hipotermia por lavarme la cara con hielo. Izan incluso había rodado sobre la nieve para quitarse la sangre seca del pecho. Me pregunté si los extraterrestres eran inmunes al frío o solo tenían algún instinto suicida.

La policía llegó rápido. Por suerte Diego no estaba entre ellos. Se creyeron nuestro cuento sobre el choque sin mucha dificultad. Uno de ellos, que también era paramédico, nos examinó rápidamente. Izan tuvo que decir que era anémico cuando lo notaron tan pálido y falto de sangre. Después de eso, llamaron a la única grúa del pueblo y nos regresaron a nuestras casas.

Mamá se puso como loca y hasta argumentó que alguien nos estaba haciendo un embrujo, que nos querían dañar y que deberíamos ver algún curandero lo antes posible. No pude decirle que la verdad era aún más fantástica que un simple embrujo.

Un grupo de alienígenas querían devorar nuestro éter. Todavía no estaba segura de qué era el éter, pero supuse que sería nuestra alma o algo así. Y también estaban detrás de algo llamado aether, sea lo que sea eso.

AETHERWhere stories live. Discover now