No puedes arrepentirte

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Cerro sus ojos al suave contacto de sus labios.
El sutil sabor a sal se impregnó en la punta de su lengua.
Estaba llorando tanto que las lágrimas se derramaba entre sus rostros y se filtraba en sus labios.

Ah si...
No podía sentirse más estupido.

Feng Xin se separó y tomó sus mejillas, dedicándose a mirar el paisaje por un momento, cuando Mu Qing seguía lo suficientemente aturdido para hacer algo.

Era hermoso. Sus ojos negros seguían nebulosos por las lágrimas que aún se arremolinaban en el borde, sus labios rojos, entre abiertos por los que el aire tibio escapaba.

Para cuando Mu Qing reaccionó, ya era imposible huir de la situación, él lo estaba viendo directamente mientras sostenía el costado de su rostro.
No podía esquivar la tensión que ejercía esa mirada profunda sobre él.
En tales circunstancias, no tenía a dónde huir y estaba tan avergonzado por su comportamiento que lo único que pudo hacer para romper el incómodo silencio que se asentó durante su estupor, fue esbozar una sonrisa burlona e intentar hablar.

- Ah... ¿Y debo creerte? ¿Tu no estabas besando a esa... Fantasma.

Suspiró. La intención original era sonar burlón y un poco indiferente, pero en lugar de eso parecía una joven novia dolida.
Cerro los ojos mientras se reprendía, e intentaba continuar lo más indiferente que podía.

- Lo siento, pero no puedo reemplazarla... No ... No quiero hacerlo.

¿Donde estaba su voluntad?
Quería rechazarlo, alejarse y sonar seguro mientras lo mandaba al diablo.
¿Porque en lugar de eso su voz se cortaba y vacilaba tan notoriamente ante sus propias palabras?
Volvió la mirada al rostro del moreno.

No quería que se fuera ¡Odiaba tener que dejarlo ir!
Pero todo esto ¡No era razón para tirar su dignidad al suelo!

Se negaba a ser la segunda opción.

Viendo el interminable debate mental que el peliblanco tenía, comenzó a hacer pequeños círculos con sus pulgares, cerca de la comisura de sus labios, anticipándose a las palabras de Mu Qing. Le devolvió la mirada, directo a los ojos.
La voz de Feng Xin era grave y firme, con un fondo de condescendencia.

- Tu nunca has sido una segunda opción. No la besé, no podría...  No después de haberte probado a ti...

Tocó sus labios, acariciando suavemente con la yema se sus dedos provocando que el previo sonrojo de Mu Qing se avivara.

¿Por qué era tan jodidamente débil ante él?
Siempre lo era.
Siempre por sus palabras. Por sus provocaciones.
Siempre, por lo que salía de su boca, él reaccionaría.

Era débil.

Tan débil que incluso ahora, que podía solo estar mintiendo, aún que sabía de esta posibilidad, una parte de él le cedía por completo su confianza.

Una parte de él creía.
Le creía ... O quería hacerlo.

Cómo si pensara profundamente que era incapaz de mentirle.

Solo un pequeño detalle lo detenia de ceder por completo a la tentación de sus palabras.
Una pequeña parte de él lo mantenía anclado a la negación.
Una parte de él que aún insistía en recordarle su muy dañada dignidad.
Porqué claro... ¡No podía simplemente ignorar los largos y dolorosos años que habían transcurrido mientras se herían mutuamente y aceptar una verdad tan absurda cómo la que le ofrecía Feng Xin!

La familiar imágen de todas aquellas veces que habían terminado golpeados e insultandose mientras escupían sangre, cruzó su mente.
Se alejó, incapaz de sostenerle la mirada.

Odiarte Nunca Ha Sido FácilWhere stories live. Discover now