Lo tuve todo y desperté sin nada.

1.9K 276 29
                                    

Sus ojos se abrieron chocando con la tenue luz de la luna filtrada por la ventana, el rastro de dolor trepó lentamente su cuerpo. Se incorporó desorientado quedándose inmóvil unos minutos antes de observar a su alrededor. Un quejido abandonó su garganta.
En su pecho aquel sentimiento amargo de soledad brotó cuando el ambiente lo apresó, el silencio abismal dentro del cuarto y la oscuridad apenas mitigada por la fría luz de la luna le daba un aspecto sombrío y deprimente.

Su mente le saco en cara ese sentimiento de soledad que guardaba en su interior, el que siempre  ignoraba.

Un instante se sintió bastante patético pensando algo como eso...
¡El era un Dios!
Mucha gente lo necesitaba y respetaba. Era adorado por miles.

Pero, pensando más profundamente en el tema, la realidad era más dura de lo que se podría pensar superficialmente.

¿Cuantas personas lo habian querido por ser simplemente él y no un dios?

La respuesta era simplemente desalentadora.

Tenía la sensación de nunca haber sido correspondido.

Pero todo este tiempo - más de 800 años - eso no había representado alguna molestia. Vivió así aún siendo mortal, dejó atrás a muchas personas. Y nunca fue un problema la soledad y de pronto ¿Lo era?
Desde que Jian Lan apareció este sentimiento rondaba su cabeza sin descanso.
Y hoy en especial parecía haberse apoderado de sus pensamientos.

¿Porque ahora no podía ignorar la soledad como en todo este tiempo? 

La respuesta se estrelló violentamente, golpeó sus sentidos y lo aturdió.
Todo lo que había pasado antes de quedar inconsciente y en especial esa ultima sensación que experimentó.

Había corrido durante horas, intentando no perder el rastro de lo que perseguía, sin embargo había sido simplemente inútil. No podía ver nada, stolo podía sentir su energía.

Su frente se perló de sudor y en su cuerpo las gotas descendieron continuamente mientras corría, aún sin descanso. Eso sin contar que su humor era terrible.
Un dios marcial poderoso, encargado de todo un territorio, incapaz de atrapar a una simple criatura de bajo rango.

¡Inaceptable! Simplemente ridículo.

Él aún tenía algo de orgullo. No volvería sin antes haberla liquidado.

No perdería cara... Él mismo podía admitir que no se sentía tan bien desde la recuperación de la capital celestial...

Desde aquellos días, su estado anímico había decaído notoriamente. Se distraía con facilidad y su carácter había empeorado. Sin embargo, era perfectamente capaz de continuar con todos sus trabajos como dios marcial.

No era que le importará mucho lo que otros pensaran. Pero si algún oficial celestial se enterara de la situación en la que se encontraba actualmente, probablemente habrían bastantes comentarios sobre él y especulaciones tontas sobre el tema Y para ser sincero no quería escuchar más de eso.

Él sabía porque.

Todos los sabían.

El tema en cuestión había sido para algunos vergonzoso y para otros lamentable, en resumen, nadie había podido simplemente ignorarlo.
Nadie se había atrevido a comentar de los acontecimientos frente a él, pero si que se había comentado a escondidas.

El recuerdo lo frustró un poco más haciendo que se frotara el rostro con fuerza intentando con desespero disiparla.
Cerro sus ojos y exhaló con fuerza, volvió a abrir los ojos y levantó su mirada que en segundos se tornó desconcertada.
Miró a su alrededor confundido y por fin bramó con molestia.

Odiarte Nunca Ha Sido FácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora