Alcanzar una estrella

Cinco estrellas

Suelto un suspiro ante la inevitable esperanza de volver a verte en medio de las sombras. Te busco con la mirada, pero no; te has ido sin dejar un mínimo rastro. Me he alejado tanto de las personas que he llegado a esa parte del edificio donde parece estar prohibido entrar pues no hay quien se pasee por aquí, y lo único que ilumina la estancia es una lámpara—y la única— de tantas pegadas a las paredes.

El momento es interrumpido por el ruido de mi estómago clamando por algo que lo llene. Doy media vuelta, lo único que alcanzo a observar es los innumerables pasillos con los que se cruza el pasillo en el que estoy. Pestañeo. El pasillo se ha hecho más largo.

—Tal vez la falta de comida me está afectando un poco.

Trato de tranquilizarme con mis propias palabras. Comienzo caminar por el pasillo de paredes y lozas color blanco, las lámparas a punto de apagarse me hacen tener un sentimiento de que en cualquier momento algo pasará; avanzo con más rapidez. Entonces logro sentir pasos detrás de mí, sin mirar hacia atrás convierto mi caminata rápida en una carrera entre lo que sea que está detrás de mí y yo. Cierro los ojos a la espera de cualquier cosa; recibo un golpe directo en mi cabeza y cuerpo que me hacen caer hacia atrás.

—¿Qué te pasa, estúpido?

La voz fuerte y agresiva de un hombre me hace bajar la cabeza por instinto. Escucho el bufido de esa misma persona.

—¡Oye, no seas tan agresivo!

La voz de otro chico regaña a alguien, de algún lugar reconozco esa voz, es diferente; amable, clara y un poco aguda. Levanto la cabeza y justo frente a mí se encuentra un chico con pecas en el rostro, su mirada es amable y sus ojos, son como los tuyos.

—¿Estás bien? —cuestiona posicionando sus ojos directo con los míos.

Mis mejillas se calientan, y él proporciona una ligera risa. Trato de sonreírle de vuelta.

—¿Qué se supone que es eso? ¿Así asustas a los niños en las noches? —la voz proviene de arriba, es el mismo chico con el que choque.

Después de sus palabras borro de inmediato la sonrisa, el chico pelirrojo frente a mí extiende su mano, con miedo trato de sujetarla. Cuando mi palma está en contacto con la de él la agarra con fuerza y me levanta de un jalón. Pestañeo con rapidez, sorprendido por la facilidad con la que me levantó.

—Gracias —le digo casi en un susurro.

Ahora que puedo verlo de frente su aspecto se me hace conocido, su cabello rizado impregnado de color rojo, incluso su ropa es de el mismo color; camisa roja a cuadros, zapatos blanco y rojo, lo único que rompe eso son sus jeans negros. Es el chico del baño.

—Soy Mishka. —Al decir su nombre leda un ligero codazo a su compañero, quien solamente lo observa—. Él es Aseal, es muy tímido —sonríe.

—Soy...

—El famoso novio del chico muerto —responde el chico de cabello negro antes de que yo pueda terminar mi oración.

Bajo la cabeza ante sus palabras. Trato de poder defenderme pero algo se atora en mi garganta, prohibiendo el paso de las palabras.

—¡Aseal, no seas grosero!

—¡Es la verdad! Ya ha pasado mucho tiempo como para que siga así.

Antes de que cualquiera de los dos diga algo paso por el lado de Mishka y camino hacia el frente, mi mirada sigue fija en el suelo. Sus voces desaparecen mientras más avanzo. Alzo un poco la cabeza para evitar chocar con alguien nuevamente.

Entre los pasos apresurados logro observar mi salón de clase a pocos metros. Mis pasos se vuelven desesperados y entro de golpe sin importarme si hay un profesor dentro; para mi suerte no lo hay así que me dirijo a mi asiento, parece un camino largo el de la puerta hacia la silla, logro escuchar los tic-tac del reloj sonando con fuerza. Me pierdo en mi mundo por varios segundos, minutos, puedo jurar que pasan horas. Un golpe me regresa a la realidad, aún desorientado logro observar al frente, la pata de una mesa me recibe con la misma extrañeza que yo a ella.