Tres estrellas

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Abro los ojos, una densa oscuridad me recibe. Tallo mis ojos con la intención de logar ver a través de ella, como resultado mis ojos terminan ardiendo y soltando lágrimas.

—¿Mamá? ¿Papá?

Cuestiono. Con pasos lentos y temerosos avanzo, mientras mantengo mis manos alzadas a los lados, moviéndolas hacia adelante y atrás con la intención de no chocar contra algún objeto.

«Femi»

Tú voz hace que mi corazón se detenga. Desde tú partida nadie me ha llamado así. También mi cuerpo se mantiene inmóvil, a la espera de otro llamado por tú parte. Nada. El silencio me recibe con un abrazo reconfortante.

—¿Acaso estoy soñando?

«Femi»

Nuevamente tu voz aparece, esta vez distingo que proviene detrás de mí. Trato de dar la orden de mantenerme quieto, pero mi cuerpo se maneja por su cuenta y voltea. Nada. Nuevamente silencio y oscuridad.

—No, esto no es un sueño, es una pesadilla.

Mi corazón se acelera, logra desestabilizar mis sentimientos y mi respiración. Las piernas deciden fallarme y caigo al suelo, allí lo único que logro hacer es llorar, llorar y no hacer más que eso. ¿Cómo tú voz logra hacer que todo mi sistema decida caer? Una luz intensa aparece detrás de mí, la sombra de mi cuerpo se refleja en el suelo de color blanco.

«¿Femi

Esta vez tu voz se escucha más cercana. Mis pulmones no reciben oxígeno, mi corazón deja de bombear sangre y mi cerebro deja de pensar con claridad. ¿De verdad eres tú?

—¡¡Shustar!! —grito tu nombre.

Abro los ojos nuevamente, la mirada preocupada de mi madre es lo único que recibo en mi campo de visión.

—¡Cariño! ¡Bebé! ¡¿Estás bien?! —interroga con un hilo en la voz.

Sus brazos me rodean por completo. Pestañeo con rapidez. Estoy en el suelo, toco mis mejillas con las yemas de mis dedos y encuentro rastros de lágrimas en ellos.

—¿Qué pasó?

—Escuché un fuerte golpe en la parte de abajo, cuando vine lo único que hacías era gritar... Gritar su nombre —explica lo último con voz triste.

Asiento con tristeza. Me sujeto de su cuerpo, aferrándome por completo a ella, a su ser.

—¿Todo está bien? —Niego con la cabeza—. ¿Quieres que sigamos abrazados?

Asiento con la cabeza. Esta vez las lágrimas no salen de mis ojos, solo el sentimiento de algo apretando mi corazón con fuerza me hace querer seguir en el abrazo con mi madre.

—Cariño, debo...

Antes de dejarla terminar la suelto. No trabaja, pero de vez en cuando sale para ayudar en una tienda a su hermano.

—Entiendo —le respondo con una ligera sonrisa.

—Todo estará bien, ¿de acuerdo?

Asiento con una sonrisa en el rostro. Mi madre se levanta y pellizca mi mejilla derecha. Su figura se aleja, los tacones que utiliza resuenan con eco dentro de la casa que me indica en dónde se encuentra.

—¡Adiós, bebé! ¡Hay comida en el refrigerador!

Seguido, la puerta se abre y se cierra con delicadeza. Me deja en la casa por completo en silencio. Escucho mi respiración; es tranquila, serena, me indica que todo estará bien. Me levanto del suelo. Me visto y observo mi cuerpo en el espejo. Las mangas largas de la sudadera llegan hasta mis rodillas, ocultando mis brazos por completo. Y el pantalón de mezclilla arrugado y tallas más grandes pareciendo que se me va a caer en cualquier momento.

Alcanzar una estrellaWhere stories live. Discover now