Capítulo XXI: Fracaso

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Por su parte, Iguro se encontraba en el callejón en donde Kanroji lo había encontrado, se impulsó del suelo, saltando contra el muro del callejón y haciendo un movimiento en zigzag, logró llegar hasta la ventana de la sala del apartamento.

La joven de cabellos rosas se emocionó al sentir su presencia en la ventana, levantándose de un brinco, la joven abrió la ventana de la sala, haciendo que el muchacho entrara.

— Me alegro de que estés a salvo. — Exclamó la joven, estrechándolo con firmeza, un fuerte abrazo de oso con una sonrisa de alegría.

Pese a los buenos sentimientos de la joven, Iguro Obanai sentía un profundo dolor en el pecho, el no haber podido salvar a esa familia lo lastimaba profundamente en el corazón, había fallado a su juramento de proteger a las personas de los demonios, y haciendo una retrospectiva se había dado cuenta que solo había fallado en este nuevo mundo.

— ¿Esta todo bien? — Preguntó la joven, apoyando su mejilla en el hombro izquierdo del muchacho—, Te siento triste, ¿Sucedió algo?

Iguro tragó su tristeza, su rabia y frustración, como solía hacerlo, guardarse sus problemas para sí y no compartirlos, ni siquiera con la Kanroji de su época, a él le gustaba escuchar lo que ella le decía, pero él nunca le contaba sus miedos e inseguridades, y en este mundo no sería diferente.

— Todo está bien. — Dijo con tono frio y distante, como si se tratara del pilar del agua.

— ¿Estás seguro? — Kanroji se apartó un poco, viéndolo directamente a los ojos— Yo creo que te sucedió algo, dime, dime o te haré cosquillas.

Dijo la joven con una sonrisa mientras movía sus dedos acercándolos a las axilas del joven, pero, seguido de eso, Iguro le dirigió una mirada, una mirada que paralizó a la joven, haciéndola retroceder. << Kaito...>> A su mente vino el nombre de aquel joven de aspecto frio y cruel, aquel que era su expareja.

— Lo siento. — Dijo ella con la cabeza agachada—, Ya es tarde, me iré a acostar—. Kanroji pasó por un costado de Iguro con las manos en el pecho y la cabeza agachada, como cuando a una niña le regañan—, hasta mañana.

Iguro quiso detenerla, pero ya era tarde, la joven se había encerrado en su habitación, un amargo sentimiento abrumo al joven, haciendo que se sintiera peor de lo que estaba.

***

Por otro lado, en el viejo aserradero de la ciudad, el cual había sido cerrado hace 5años, Rokuro, quien se mostraba cansado por el combate se adentró hasta el centro del aserradero, ahí había colocado una mesa y un sillón, además, sobre la mesa había dejado varios materiales de laboratorio, todo esos objetos conseguido por las bestias que tenía bajo su dominio, algunos pertenecían a la academia, a la que las bestias entraron por la noche por una ventana.

— ¿Dónde estás?

El tejado del aserradero, el cual estaba casi destruido, crujió, haciendo que Rokuro levantara su vista, de las sombras descendió una gran figura humanoide con rasgos de ave, como lo eran las plumas en los brazos y un gran pico con ojos negros como el de los cuervos.

— Necesito que lo traigas cuanto antes. — Rokuro se dejó caer en el sofá, sus heridas por el combate, si bien se estaban sanando, se estaba demorando en hacerlo—, Necesito tener a mi cargo algo más que una criatura, necesito un ser pensante—, Inclinó la cabeza hacia un lado y escupió una muela—, Ese sujeto, ese pilar, es fuerte, pero conozco su punto débil, por eso necesito que lo traigas a él para que averigüe sobre esa mujer.

La criatura asintió alzó sus brazos y despego el vuelo, saliendo por el tejado destrozado, mientras tanto, Rokuro sacaba sus apuntes que tenía en un cuaderno, pasando las hojas, llegó hasta una página que decía:

"Lote experimental número 25, los sujetos sometidos a esta mezcla presentan cambios anormales en su cuerpo, no obstante, no pueden soportar el cambio celular, por lo que su deceso es inminente.

Lote experimental número 26, los sujetos sometidos a prueba presentan cambios aberrantes en su estructura física, no obstante, su obediencia hacia mí es notable, la sangre en sus venas me da el control de ver lo que ellos ven. Hasta el momento solo hay dos sujetos que se muestran prometedores.

Lote experimental número 27, está prueba esta pendiente, si mis cálculos son correctos, esta será la prueba definitiva, y podre alcanzar mi meta, para ello, necesito alguien en quien probarlo, el principal candidato será un joven de piel clara y cabello castaño, de entre unos 27 y 30 años, el nombre del sujeto es Enmu, y una vez que lo tenga se le hará la prueba pertinente, y además, probaré la efectividad del compuesto creado a base de mi sangre."

***

En el apartamento, Iguro seguía pensativo, culpándose por su error, viendo hacia la ventana, Kaburamaru, siendo el que lo apoyaba en esos turbios momentos, había salido de la manga del Haori, siseando.

— Creo que es mejor que me aleje de ella, si fallo, si algo le sucede...— Iguro agachó la mirada—, Será mejor que me vaya, no pienso involucrarla. No fui capaz de defender a esa familia, no creo que pueda soportar perderla a ella.

El joven se había sentado sobre sus tobillos frente a la ventana, con el cabello tapándole el rostro, el joven se mantenía en silencio.

Eran casi las cuatro de la mañana, y la joven de cabellos rosas no había podido conciliar el sueño, aquella actitud que el joven tenía le recordaba mucho a su ex, esa forma huraña y fría de reaccionar, esa mirada que maldecía en silencio, o eso es lo que la joven sentía.

Con lágrimas en los ojos, Kanroji abrazó su almohada y ocultó su rostro en ella, controlando su llanto. << ¿Será que Iguro es igual que Kaito? >> Pensó, mientras que sus lágrimas empezaban a salir, sintiendo un nudo en su garganta.

— ¿Kanroji? — Preguntó Iguro del otro lado de la puerta—. ¿Estás bien?

La joven de cabellos rosas se secó las lágrimas y se levantó de la cama, su corazón se aceleró al momento de tomar la perilla, al girarla se quedó en silenció.

— Hola, ¿Estas bien? — Preguntó el joven apoyándose en la pared, con Kaburamaur asomándose por un costado.

— Sí, estoy bien. — Dijo ella con una triste mirada —. No te preocupes, descansa.

Kanroji cerró la puerta lentamente hasta que se escuchó el chasquido de la chapa de la puerta, Iguro seguía frente a la puerta cerrada, con una mirada vacía y llena de dolor. << Es mejor que me vaya.>> Iguro comenzó a caminar por el pasillo del apartamento, en donde se perdió entre las sombras de la sala.   

Aquel que te roba el alientoWhere stories live. Discover now