Capitulo 7

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Debía irme ya.

Había preparado las maletas, el taxi llegaría en una hora, tan solo una, así que me dediqué a aprovechar los últimos minutos que tenía allí. Ya era una semana y debía irme.

Me dirigí a la habitación de Nelson. Lo encontré sentado en su mesita de noche concentrado en su portátil.

Nuestras miradas se encontraron y sentí un calor en mi vagina. Si, directamente allí.

Temblé.

Mordí mis labios y él ya se había dado cuenta que buscaba algo allí.

—¿Se te queda algo?— añadió rompiendo el profundo y atentado silencio.

—Sabes lo que busco.— dije recorriendo su cuerpo con mi mirada seductora.

Lamí mis labios y lo jale de su corbata atrayéndolo a mi, Ruth no estaba. Era hora. Él mordió su labio inferior y en el momento en que nuestros cuerpos chocaron, pude sentir lo duro que estaba.

Acaricié su rostro con ternura, una que no sabía que tenía.

—Olvidé algo...— susurré.

—¿Que olvidaste?— preguntó sin desviar la mirada de la mía.
Con mis dedos entre abrí sus labios y vi su piel roja un momento.

—¿Que estudias?

—Me-medicina.— tartamudeó y la confusión en su rostro era clara.

—Juré que estudiabas Sexología.— logré decir antes de estampar mis labios en los suyos y besarlo con locura.
Él respondió y empezó acariciar todo mi cuerpo, apretándome más hacia el.

Jaló mi pelo hacia atrás y enterró sus labios en mi cuello.
Yo solté un suspiro.

Disfrutaba aquellas caricias nuevas.
Mi piel se erizó y por un momento me sentí en las nubes hasta que aterricé.

La ropa caía al suelo, nos quitamos todo lo que teníamos puesto.

Nuestros cuerpos desnudos; eran uno.

El uno con el otro. Unidos sintiendo el calor de nuestros cuerpos. Suspirábamos de placer.

Nos separamos un segundo que pareció ser una eternidad.

—No quiero que te vallas.— añadió con sus ojos brillantes, un brillo que en toda la semana no había visto.

¿Era amor?

¿Yo sentía amor?

¿Era más que solo sexo? Parecía haber surgido el amor sin ni siquiera quererlo, sin darnos cuenta.

—Me iré, pero no de tu mente y corazón.—respondí.

—Shh! Ahora no te muevas.— volví a decir posando mis dedos en sus labios.

Empecé hacer un camino con mis besos. Dejaba cálidos besos por todo su cuerpo caminado hacia su polla y cundo estuve de frente me arrodillé ante el, desabroche el cinturón de su pantalón y bajé el bóxer sin esperar más.

Sonreí al ver lo enorme que era y lo mucho que me satisfacía su tamaño. Lo tomé entre mis manos y lo llevé a mi boca, empecé a chuparlo suavemente, una y otra vez sintiendo lo caliente y dura que estaba, mojaba su pene con mi saliva y lo entraba en mi boca otras tantas, un gemido ronco sé escapó de sus labios mientras echaba su cabeza atrás disfrutando del gran placer que le causaba tener su polla en lo profundo de mi garganta.

No contuvo sus ganas y me jalo del pelo para profundizar más.

Empezó a jalar mi pelo hacia abajo con la rapidez que necesitaba para su orgasmo. Pero lo detuve.

—Soy yo quien manda. Siéntate.— ordene y el obedeció.

—Soy tuyo, haz lo que quieras.

—Eres mío, hago lo que quiero.—respondí de acuerdo a su dicho, lo creía mío y, en aquel momento, lo era.

Subí encima de él y empecé a meterme su polla. Él me tomó la cadera y me apretó a él mientras chupaba mis pechos.
Me estaba volviendo loca la manera en que hacíamos el amor. Me estaba volviendo loca saber que solo era una semana y no mi vida entera.

¡Ah! ¡Ow! ¡Que rico es! Grité sin parar, nuestras respiraciones se aceleraron hasta el tope, todo se intensificó. Los choques de nuestros cuerpos, los besos, y las penetraciones ¡omg! Estaba destrozando mi vagina.

¡Santo cielos si que lo haces bien! Añadí ante sus penetraciones sin freno. Sin descanso alguno.

Hicimos y probamos todas las posiciones, hasta que... el toque de las bocinas del taxi nos aviso que ya había llegado por mi, debía marcharme.

Nos vestimos rápido y salimos a llevar las maletas.

—Señorita, le ha quedado un rastro de su comida en la cara.— dijo el taxista cuando estuve dentro.

—¡Oh! Si, rica comida.—sonreí al saber todas esas veces que habían rastros de ello en mi rostro.  Si hubiese sabido que pasar una semana con el Nerd era tener sexo puro, me hubiese mudado.

Pero volver, si volver, era exactamente lo que haría, en mis días.

En esas noches que...

Una semana con el Nerd {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora