Capítulo 18

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Cuando menos lo pensé y de quien menos, así sucedió.

Mi cámara se había extraviado. Juré dejar la cámara en casa de Nelson, la busqué hasta más no poder, pero claro, alguien la había tomado y está fue Ashley. Luego de pasar dias atormentada por no hallarla, por fin sabía en manos de quien estaba, pues allí había tantas escenas grabadas, que si esa cámara hubiese llegado a manos de mi tía Ruth, sería un grave error.

Habían pasado dos meses.

Dos meses que había perdido mi cámara, desde aquella fiesta, en la que grabé los últimos videos teniendo un exquisito acto sexual, en diferentes partes de aquella casa y, pues con dos hombres.

Había llegado a casa de mi mejor amiga sin avisar, amaba hacerlo para ver con quien otra de sus amigas me pega los cuernos. Pero ese día la sorpresa fue otra.

Me detuve frente a su habitación, dejé mi mano en el aire, sin tocar la puerta. Entonces retiré mis tacos y con cuidado acerque mi oído a la madera.

Se escuchaban unos salvajes gemidos, unos que al instante supe que eran míos, aunque no sabía identificar en qué escena y con quien. Eran desesperantes, gritaban agitada y unos que otros gruñidos de quien me cogido.

Me imaginé como un tsunami a punto de arropar una ciudad con sus grandes olas.

Algo en mi se encendió también.

Porque si.

Porque era como un jodido papel, tan fino que cualquier ardor procedente de fuego, podría consumirlo en llamas.

Giré el picaporte, que aunque intenté evitar que chille, no lo logré, aunque lo que si logré fue no interrumpir la escena, pues los gemidos seguían y Ashley no se percató del sonido que hizo la puerta al abrirse.

Todo estaba oscuro excepto la parte superior donde pude ver la luz que provenía de la cámara, mí cámara que ahora estaba en manos de mi mejor amiga.

La cámara reposaba en su mesita de noche, junto a unos libros candentes que no los había visto, dos de ellos lo conocía muy bien, eran Pídeme lo que quieras y la trilogía de cincuenta sombras del grey.

Para todo el mundo e incluso para mi, la más caliente era yo y mi mejor amiga la santa solo por ser callada, pero lo de callada opté por sustituirlo por ser discreta, ¡carajos si que lo era!

En el borde de la cama, Ashley aferraba sus manos a un pepino que muy duro y verdoso estaba, lo movía cada vez más rápido y pronuncia el nombre de su ex en cada entrada, que supuse que aún salían, pero obvio, eso no iba a contármelo.

¡Por todos los cielos!
Susurré al momento que vi como llegó el orgasmo.

Estaba tan agitada que creí ser ese el ultimo respiro, que se ahogaría en poco tiempo.

Estrujó las sábanas al empuñarlas.

Estaba tan roja como un tomate.

Dejé caer mi bolso cuando vi como sacaba el pepino de su vagina, era como de unos 20 centímetros, lo sacó suavemente y lo llevó a su boca pero entonces con el sonido de mi bolso al chocar contra el suelo, se detuvo toda la escena...

—¡Por amor a Dios! ¿No pudiste tocar?— gritó tapando con la sábana su cuerpo que estaba desnudo.

—Te robaste mi cámara, descarada.— grité también, tapando mi boca para poder aguantar las carcajadas que quería desatar ante su echo.

No dijo nada y corrió a ducharse con el pepino en las manos.

Exploté en carcajadas luego que dije —Pudiste apagar la cámara, ¡Por Dios, te haz pasado hermana¡— la escuché reír ahí dentro.

—¡Oh! No lo vuelvas hacer amiga, tú también te haz pasado.

—Yo tú, no argumentará nada, irónica y ahora ladrona, ¡Robaste mi cámara!— grité siendo ignorada totalmente, ya había empezado con su típico canto mientras se duchaba.

Luego que Ashley había terminado de ducharse, y quejarse por ser yo la intrusa y no ella, y exageradamente decir que interrumpí su escena, —¿a caso pensaba seguir todavía más? ¡Ay madre!— Cambiamos de temas.

—Nos vamos esta tarde, Melvin estará esperándonos en el Parqueo de su hotel.— le informé, había ido precisamente hablar de ello pero... me llevé tal sorpresa.

—Tengo todo listo.— se limitó a decir, podía sentir que aún se avergonzaba por lo que yo presencié, pero era lo ultimo que podía hacer, pues juntas nos tiramos a Nelson, ¿qué más daba?

—Bien, en dos horas nos vamos.

Ashley estaba emocionada como yo, era su primer trabajo y amaba maquillarse, o más bien, ese era su vicio.

Sus mejillas estaba encendidas.

Y yo sólo tuve la leve sensación de que le interesaba a Melvin, y no tanto para posicionar su trabajo, había algo más y pues no lo encontré mal.

—Nuestros padres no pueden saberlo, mi tía Ruth no sabe qué Melvin tiene este tipo de trabajo.

—¡Ay! Ya sé que no.— dijo inflando sus ojos.

Reímos, y nos miramos por unos instantes, como conectando con el mismo pensamiento y así fue.

—¿Y si no quieren usar como prostitutas?— Nos cuestionamos al mismo tiempo, con un leve espanto, no habíamos caído en esa posible realidad.

Pensamos en silencia, buscando cualquier conclusión para decidir qué hacer.

—No pueden obligarnos, no hay que temer.— dije con voz despreocupada, y logré calmar a Ashley, que ya había estado de los nervios.

—Veremos qué pasa.

"Veremos qué pasa" repetí en mi mente antes de ir por las maletas y tomar el taxi.

Nos dirigimos hacia donde Melvin nos esperaba y cuando llegamos, nos recibió.

Él, y dos tipos más.

Fortachones, de eso que literalmente pasan días tras días ejercitando su cuerpo, tanto, que lo llevan a la perfección.

Mi boca se abrió de par en par. Pero algo en mi vibró, como una alarma cuando estuvimos de camino aquel lugar.

Presentí algo, y no quise hacer caso, al contrario, me lance, o mejor dicho, Ashley y yo... nos lanzamos.

Una semana con el Nerd {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora