Capítulo único (1/3).

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Entre telas blancas, brillos, diamantes, velos y una que otra novia llorando, estaba el pequeño mesón de entrada donde un castaño casi dormido intentaba escribir otra vez las citas que estaban programadas para esa semana. Habían cientos ¿a todo el mundo se le había ocurrido casarse en navidad? Era muy probable, era la época de cada año en donde la casa de vestidos de boda para la que Hoseok trabajaba, se llenaba de una fila que daba vuelta la calle, debido a la cantidad de novias que, acompañadas de sus amigas, iban en busca del vestido perfecto, y que ellos fueran casi los únicos en recibir los vestidos exclusivos después de cada desfile, solo hacía que las ansias de ser la primera en usar uno de aquellos lujosos trajes atacara a las mujeres que frecuentaban el sitio. Si bien a Hoseok le encantaban los vestidos, la pedrería y los encajes, él jamás había salido de su lugar en el mostrador, más de un pequeño rato, debido a que siempre tenía mucho trabajo y casi no podía ver los atuendos cuando la gente se los probaba. Eso era algo que lo ponía triste, de cierta manera, pero no podía hacer mucho. Necesitaba ese trabajo para poder costear el nuevo taller que planeaba comprar para un futuro proyecto y sin ese empleo, jamás podría siquiera juntar la mitad de lo que requería. Y debía admitirlo, la paga era muy buena.

ㅡ ¿Anotaste que la novia del día 23 canceló su cita?ㅡ La voz pertenecía a uno de los asesores de imagen que trabajaba junto a Hoseok, su nombre era Jimin, y ahora estaba carcajeándose por la manera en que el joven levantó la cabeza asustado, mirándolo como si acabara de anunciarle el fin del mundo.ㅡ ¡Tranquilo, tranquilo! Era una broma, nadie ha cancelado, por el momento, Seokie.

ㅡ ¿Tienes idea de que casi hiciste que tuviera un paro cardíaco? Si una novia cancela, tengo que acomodar todas las citas programadas para el mes en un solo día, ya sabes que al jefe no le gusta que-...ㅡ Y fue interrumpido por el bajito, que cubrió su boca con su mano y asintió con la cabeza. Ambos lo sabían bien, su jefe podía ser una pesadilla a veces, así como una bendición cada una vez al año, más  o menos. Pero no tenían por qué recordarlo ahora, Jimin simplemente le alcanzó el segundo vasito de café que traía en su mano para que por fin dejara de quedarse dormido en el mostrador, cosa que el más alto agradeció profundamente con una reverencia demasiado dramática incluso para el rubio, que era el rey del drama según todos los del salón. Ni siquiera le importaba que lo llamaran así, era un alma sensible que lloraba siempre que una novia escogía su vestido y corría a darle las gracias, además, al ser popular por su apariencia, recibía más abrazos de los necesarios y digamos que eso no le molestaba en absoluto. Hoseok, por su parte, no era demasiado conocido, solo lo miraban al entrar y salir, siempre sonriendo con su típica expresión y sonrisa en forma de corazón, siendo demasiado amable y comprensivo incluso cuando las personas a veces eran groseras, sobretodo cuando tenían que esperar de más por su turno, cosa que ocurría cuando una celebridad pasaba mágicamente a comprar un vestido y se le ocurría grabar un blog sobre eso en plena tienda. Gracias al universo, Hoseok solo veía que eso ocurría una o dos veces al mes.

Pero los inconfundibles gritos de novias emocionadas hicieron que ambos jóvenes dirigieran su mirada a la puerta curiosos, encontrando así un gran colgador lleno de hermosos y brillantes vestidos nuevos, siendo protegidos por varios escoltas y en el frente, su adorado jefe, Kim SeokJin en persona, con una gran sonrisa en su rostro se dirigió a ellos.

ㅡ Tenemos estos vestidos directo desde un desfile que acaba de ocurrir en Los Ángeles, su diseñador los envió solamente para nosotros, así que quiero que sean cuidadosos, y Hoseok, por favor cambia a todas las novias de hoy para la próxima semana, no tendremos tiempo de atenderlas hasta que hayamos revisado, ordenado, clasificado y colgado cada una de las obras de arte que están ahí ¿sí, cielo? Gracias, eres un encanto.ㅡ El castaño, con cara de horror y desesperación en su máxima expresión, solo pudo asentir al ver como el más alto se retiraba con gracia, saludando a las mujeres que se le acercaban como abejas a una flor a medida que iba avanzando. Era toda una celebridad, debido a que había diseñado antes varios de los vestidos más populares de la tienda, pero ya no se dedicaba a ello, ahora era más bien un crítico del trabajo de otros, quizá por eso era tan irritante a veces. Y Hoseok ahora sabía que probablemente se iba a quedar toda la noche enviando correos, haciendo llamadas y cambiando una por una las citas a mejores días. Jimin solo pudo darle unas palmaditas en la espalda y se retiró, siguiendo a los escoltas que llevaban los vestidos dentro del establecimiento como si nada sucediera.

ㅡ Muy bien, señoritas y señores, ya escucharon a SeokJin, ¿cierto? Se cancelan todas las citas pendientes de hoy desde ahora que son las... seis de la tarde, sí, todas las citas están fuera, incluyendo las de los siguientes días, muchas gracias.

El pobre chico tuvo que aguantar quizá ¿una o dos horas? De personas quejándose con él, como si fuera el mismísimo Hoseok quien hubiera decidido aquello, y él solo tuvo que aguantar cada una de las malas palabras e insultos con una sonrisa que claramente no podía abandonar por mucho que quisiera. Estaba fastidiado, pero al ser el rostro amable que la gente veía al entrar, siempre debía verse reluciente y muy feliz, o eso es lo que había leído en su contrato hace ya un par de años. Aunque ahora, el único momento donde se había sentido verdaderamente feliz, había sido cuando la última clienta furiosa había salido del local y pudo cambiar el letrero de "Bienvenidos" a uno que decía "Vuelva en otra ocasión". Sus piernas dolían de tanto estar sentado, misma razón por la que ahora estaba estirándose y haciendo poses extrañas para hacer sonar sus pobre y acalambrados huesos. Bien, pasaba sentado todo el día en la universidad y después debía ir a la tienda, a su gran "Noche de Rosas", porque así se llamaba ese gran lugar, y su espalda y extremidades estaban comenzando a molestarlo. Pero antes de que pudiera quejarse siquiera un poco, Jimin entró corriendo al salón de entrada, con un rostro que Hoseok solo había visto cuando el más bajito se había olvidado de un vestido justo el día de la boda de una de sus clientas.

ㅡ ¡Seok! Por favor, no te vayas al mostrador otra vez, después prometo ayudarte a escribir todo lo que quieras pero ahora necesitamos ayuda para organizar los vestidos y no hay nadie más escrupuloso, ordenado y terriblemente perfecto que tú ¿sí? ㅡ Puede que se lo haya pensado unas ochenta veces antes de responderle, pero ¿había alguien en la faz de la tierra más bueno que Hoseok? O mejor dicho ¿había alguien que pudiera resistirse a la carita de cachorro abandonado que su compañero estaba poniendo en ese momento? No, la respuesta era: absolutamente nadie. Por lo que terminó asintiendo con una mueca de cansancio en su rostro, y fue arrastrado por el otro dentro de las cortinas espumosas y blancas que separaban el ambiente, y para el chico del mostrador, fue como entrar en un mundo nuevo, lleno de espejos y sillones que se veían ideales para dormir ahora mismo, además de cientos de vestidos rodeando la habitación, y eso que él sabía que habían mil más en la bodega subterránea. Estaba asombrado, y no pudo evitar soltar una pequeña risa avergonzada cuando chocó sin querer contra Jimin por estar más embobado con los vestidos que con el jovencito.ㅡ Muy bien, hay que clasificarlos por precio, si son de recepción o ceremonia, si hay doble cola o modificaciones posibles, ¡ah! Y son altamente exclusivos, Ho, si alguno se rompe o les sucede algo, el jefe es capaz de echarnos a la calle ahora mismo con todo y esos vestidos desechados que llevan un mes en las cajas de basura ¿me entiendes?

ㅡ Claro, claro, ahora ¿puedes guardar silencio? Prometí ayudarte, pero si dices una palabrita más, mi mente hará cortocircuito y moriré sobre tus preciados vestidos.

Le había dedicado una mirada demasiado adorable al otro, cosa que no tenía nada que ver con lo que había dicho, pero tenía demasiado trabajo como para preocuparse siquiera por las cosas que salían de su boca. Entonces comenzó, sacando el primero de los muchos trajes que yacían en el colgador, calculaba que eran unos cincuenta, pero ya tendría tiempo de contarlos. Deslizó con cuidado la cremallera de la bolsa plástica transparente y sacó un reluciente vestido princesa con varias capas de tela espumosa y pedrería detallada, sin mangas y con frente en forma de corazón. Era simplemente hermoso, y pesado, acotó en su cabeza. Ese era en definitiva para una ceremonia, y anotó en la pequeña libreta que siempre cargaba consigo, cada detalle desde precio hasta su forma para poder entregárselo a Jimin y que así el pudiera dejarlo donde correspondía. Y eso le llevó tan solo quince minutos, siendo el primero de cincuenta, ahí se dio cuenta de que estaría mucho tiempo en aquel lugar.

Cuando ya iba por el quinto, quería solo cerrar sus ojos y tomar una micro siesta de algunos minutos, pero no podía solo dejarlo, había más gente ahí observando lo que hacía, diciendo que él podría ser un asesor algún día de lo bueno que era clasificando y eso quizá le daría un trabajo mejor, por lo que no podía desaprovechar esa oportunidad. Leyó la etiqueta que tenía el vestido entre sus manos, el nombre de la colección era "Buscando Entre Sueños" y el diseñador era un tal Min YoonGi, nombre que ni le sonaba por el momento ¿por qué hacían tanto alboroto por él?

ㅡ Hoseok.ㅡ Escuchó la voz de Jimin llamándolo.ㅡ Tu que tienes un cuerpo esbelto ¿podrías probarte ese vestido?

-' Pide un deseo (o dos, o tres...) ♡ yoonseok  '-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora