4: ¿Es ella? ¡No lo creo!

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F.W"

No se necesitaba ser un genio o usar demasiada lógica para saber quien era. Había tres cosas que tenía en cuenta ahora:

Primera, él tenía su cuaderno y ella tenía que recuperarlo a toda costa, allí estaban sus apuntes ¿Cómo estudiaría sin ellos? Segundo, podría ser una trampa, ella iría como cordero al matadero voluntariamente, además estaría sola, nadie la ayudaría, pero no era cobarde. Y tercero, él había notado su cambio después de todo, no fue en vano y podría comenzar con su plan de vengarse.

Pero ¿Ella en verdad quería vengarse? Sus pensamientos se dividían en dos polos los cuales peleaban todo el tiempo, uno quería obtener venganza, humillarlo tal como él lo había hecho con ella, pero otra, solo quería dejar las cosas como estaban, no tocar el asunto y seguir siendo ella.

En el camino al jardín se cruzó con varios estudiantes que parecían no reconocerla, eso la hacía sentir incomoda. Se sentía como un insecto bajo la lupa, como la atracción principal de un circo. Se sentó junto a Violet que aún seguía allí, como era de esperarse ella le pregunto porque se había ido tan de repente, y Megan le contó lo de la nota, ella inmediatamente le dijo que debía ir, y que la acompañaría, que se escondería en los arbustos o utilizaría algún hechizo, por si las moscas.

Se quedaron un rato más en los jardines, luego Violet se marcho sin antes acordar una hora de encuentro para ir con Fred, Megan tomó uno de sus libros y comenzó a leer, se sumergió entre las páginas, las palabras y no le presto atención a su entorno.

-Me encanta verte leer.-Habló una voz a sus espaldas, ella parpadeó y volteó lentamente para encontrarse con Jack parado contra la pared con las manos en los bolsillos de los pantalones y las mangas de la camisa arremangadas hasta los codos, sus ojos azulados estaban fijos en ella.

-¿Qué tiene de interesante?-Pregunto ella con una sonrisa.

-El brillo en tus ojos, o la forma en la que te pierdes mientras lees, es, no lo sé, adorable diría yo.-Megan sonrío abiertamente.

-Jack Thomas refiriéndose a su mejor amiga como adorable, me causa gracia.-Lo vio sonreír y acercarse a ella para sentarse a su lado.

-¿A qué se debe el cambio?-Preguntó de forma repentina dejándola sin responder.

-Bueno, es una larga historia.-Se excusó, no tenía deseos de contarse su plan contra Fred temía por su reacción.

-Tengo tiempo.-Agrego el, ella no quería hablar, así que se levanto.

-Pero yo, tengo clases, nos vemos.-Se despidió con un gesto y se dirigió a la biblioteca, en realidad no tenía clases, solo no quería contestar, entro en ella y se sentó, como de costumbre, en el fondo, tomo su libro y siguió leyendo, sin embargo el particular olor del cigarro de menta llego a ella, lo ignoró, pero seguía llegando aquel olor, y le molestaba, se paro y siguió el humo, grata sorpresa se llevo a ver a Ihan fumando en uno de los rincones mas alejados de la biblioteca.

-¿Ihan?-Lo llamó ella, él se volteó con los ojos rojos, su piel estaba más blanca de lo normal y sus ojos celestes estaban más claros de lo normal.

-Megan.-El apagó su cigarrillo inmediatamente.-Lamento si te moleste.-Ella negó y lo miró con el ceño fruncido.-Espero que no malinterpretes mis vicios, todos tenemos uno.-Ella asintió.-Calma mis nervios.

-Ya veo.-Dijo ella.

-¿Quieres probar?-Ella negó rápidamente.

-No, gracias.-Él sonrió y se acercó a ella, acarició su cara tiernamente.

-Te ves hermosa, no me había dado cuenta de lo preciosos que son tus ojos.-El nunca apartó la mano de su mejilla, siempre la mantuvo allí.

-Debería decir lo mismo de ti.-Dijo ella en un susurro totalmente sonrojada y con una sonrisa en los labios, él le dio una sonrisa torcida y se acercó a ella, podía sentir su aliento a menta, el olor al cigarrillo en el, pero no le importo, de hecho le gustaba, la reconfortaba, segundos después los labios de él estaban sobre los de ella moviéndose delicadamente, con ternura y a un ritmo lento y dulce, Megan estaba sonrojada, a pesar de tener dieciséis años ese, había sido su primer beso de verdad, el cual parecía tomar un ritmo mas acelerado cada segundo, cuando los pulmones exigían el aire necesario para vivir se separaron.

El con una radiante sonrisa en el rostro y ella totalmente avergonzada.

-No estuvo mal.-comento el.-Nada mal, podría volver a hacerlo.-Sus mejillas estaban al rojo escarlata.

-Yo, me voy, tengo que terminar un.-Tartamudeo entre palabras, hacía gestos con las manos y comenzaba a hiperventilar. El rio entre dientes.

-Entiendo, ve ya.-Ella camino con pasos presurosos, miró la hora en el reloj de muñeca que tenía, faltaba poco para las cinco ¿Iría? No lo sabía, pero tenía que hacerlo, se regaño a si misma y se volvió a convencer que lo haría.

Caminó sin rumbo por el castillo, miraba de vez en cuando su reloj, cuando se quiso dar cuenta ya eran las cinco y cuarto por lo que comenzó a caminar rumbo al lago, miro el cielo que estaba teñido de un hermoso color rosado, combinado con el naranja y un extraño color violeta, algunas lechuzas volaban, en el horizonte el sol se ocultaba como lo haría una tortuga cuando se meten a su caparazón.

Ya estaba a unos pasos del lago, sus manos comenzaron a temblarle al igual que sus piernas, se forzaba a si misma a dar pasos seguros, pero aun así seguían siendo inseguros y miedosos ¿Estará ahí Violet? ¿Estaba oculta? Trato de convencerse a si misma que sí. Que su amiga estaba ahí.

Cuando tuvo una visión mas amplia del lago busco con la mirada al pelirrojo, pero no lo encontró, hizo una mueca ¿Se había ido? Miro su reloj, las cinco y media. Había llegado tarde ¡Ella necesitaba su cuaderno! ¡Tenía que recuperarlo!

Mientras se encontraba sumergida en sus pensamientos unos fuertes brazos la rodearon por la cintura, ella dio un grita inarticulado mientras era atraída hacía el pecho de aquella persona.

Aquellos brazos la sujetaban con fuerza sin dejarla ir, Megan comenzó a retorcerse tratando de escapar, hasta que una voz le habló a su oído y la hizo estremecer.

-Llegas tarde.-Reconoció la voz, se siguió moviendo tratando de soltarse.

-¡Déjame!-Exigió y entonces recordó las clases de protección que le había dado su padre, en caso de que no tenga su varita, solo debía dar unos buenos golpes y salir huyendo. Luego de la muerte de su madre hace dos años su padre la protegió mas que a otra cosa, fue entonces que le enseñó a protegerse y es ahora que ella tomaba impulso y golpeaba fuertemente con su codo el estómago del pelirrojo.

El gimió de dolor y aflojo el agarre de sus brazos, ella huyó con rapidez para luego verlo  abrazando su torso y respirando con dificultad, se mordió el labio y fingió compasión.

-¡Oh! Lo lamento, no sabía que eras tú, juro que no era mi intención lastimarte.-Fingió disculpas mientras movía sus manos repetidamente y se agachaba para quedar a su altura. El levanto el rostro y la miró para luego sonreírle y enderezarse, ella frunció el ceño.

-Que violenta.-Comentó el con una sonrisa burlona. El golpe no había surtido efecto, eso logró frustrarla, pero no lo demostró. Ella carraspeo la garganta y extendió la mano.

-Mi cuaderno.-Pidió sin mirarlo, no soportaba hacer contacto visual con el, su mirada era tan intensa que la ponía nerviosa. Él sonreía burlonamente.

-No has dicho las palabras mágicas.-Ella bufó.

-Por favor.-Pidió a regañadientes, sabía que él estaba disfrutando su rebajamiento lo que la hacía enfurecer.

-Lo pensaré ¿Por qué no tratas de convencerme?-Ella lo miró con una ceja alzada ¿Hablaba enserio?

-Weasley no tengo todo el día, necesito mi cuaderno.-Él seguía con sus sonrisa intacta, y ella con la mano extendida. Lo vio acercar su cuaderno a su mano para quitarlo rápidamente cuando ella trataba de agarrarlo negó lentamente con la cabeza y se acercaba a ella peligrosamente, se posicionó detrás de ella y habló en su oído.

-Te lo daré, pero me deberás un favor.-Le dio su cuaderno y posicionó un beso cerca de su oído, casi en su cuello. Lo vio alejarse mientras ella se quedaba atónita, congelada en su lugar ¿Qué fue aquello? ¿Qué pretendía el de ella? Esto parecía peligroso, tenía que detenerlo ahora, pensó mientras caminaba al castillo y entraba a la sala común. Las cosas no podían seguir así. Se encerró en su dormitorio y miro al techo. Mejor parar ahora antes de que sea tarde, pensó mientras se quedaba dormida.

 ¡Te odio Fred Weasley! ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora