Capitulo 18

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-Me preguntó por ti... -dijo ella.

-¿Y?

-Se tuvo que ir.

-Uhm...

-Es la verdad.

-Claro...

-¡Oye que es cierto! -se defendió ella.

-¿Y quien ha dicho lo contrario? -preguntó él enarcando una ceja.

-Tú...

-Yo no he dicho nada, pequeña, así que no digas cosas que no he dicho.

_____ se dio la vuelta en el colchón y se puso de lado.

-No tengo ganas de discutir -dijo- voy a seguir durmiendo.

Kendall tuvo que morderse el labio para no reírse a carcajada limpia, ella no estaba enfadada, ¿no se daba cuenta de que mentía fatal? Su expresión corporal lo decía todo. Estaba indignada, incómoda. En parte se sentía bien, pero se sentía extraña. Y no sabía como afrontar todo aquello.

Cosa que Kendall no entendía en absoluto. Habían pasado una noche... muy placentera, el muy debería de ponerse con mayúsculas. Aquella mujer era increíble, y él había disfrutado como un crío. Mentira... como un crío no, como un buen adulto. El sexo había sido increíble. Más que eso.

Pasó el dedo por la espalda de _____ siguiendo la señal de la columna vertebral.

-Bueno -murmuró mientras su dedo descendía- Si quieres dormir, me iré yo solo a comerme el almuerzo que estoy preparando.

Las tripas de _____ crujieron, y ella se sonrojó. Kendall volvió a morderse el labio e ignoró el ruido.

Su dedo continuo descendiendo hasta llegar a la parte más baja de su espalda, y después de detenerse unos segundos, volvió a comenzar el camino, esa vez hacía arriba.

Una vez llegó al cuello, se inclinó sobre ella y le besó el hombro, acercó su boca al cuello de ella, y subió hasta alcanzar su oreja.

-Duerme bien, muñequita -susurró. Y levantándose, la dejó sola desapareciendo por la puerta.

_____ oyó la puerta cerrarse y se giró hacía ella; estaba sola en la habitación. ¡La había dejado sola!

Bueno, ¿y ella que le había dicho? Que quería seguir durmiendo ¿no? Entonces, ¿De qué se quejaba?

Aún podía sentir la caricia de su dedo recorriéndole la columna vertebral. Su cuerpo se estremecía ante el solo pensamiento de Kendall tocándola, por muy breve que fuera ese contacto. Aquel hombre la hacía temblar.

Cerró los ojos e intentó dormir, de pronto, tenía calor. Buscó los bordes de las sábanas y sacó los pies por los extremos. Ya no tenía calor. Pero se sentía incómoda, y comenzó a girar sobre su enorme cama. Tan grande que se sentía sola.

Cerró los ojos de nuevo, y apretó los puños aferrándose a la almohada cuando la imagen sonriente de Kendall apareció ante ella.

-Te odio -refunfuñó.

Mentira...

-¡Cállate! -gritó para si misma. Volvió a rodar sobre el colchón intentando conciliar el sueño. Algo que parecía imposible en ese momento.

Harta de todo; harta de Kendall, harta de si misma, retiro las mantas y se incorporó en la cama. El estómago le crujió de nuevo y tuvo que reconocer que tenía demasiada hambre como para dormirse sin más.

Y es que era normal, después de todo el ejercicio practicado que estuviera tan hambrienta.

Al levantarse, algunos músculos internos se quejaron, y ella sonrió ante el recuerdo de la noche pasada. Se metió en la ducha, y al salir se vistió con unos simples pantalones cortos y una camiseta.

Aún descalza, y con el pelo húmedo cepillado, salió a la cocina para picar algo.

Se detuvo de pronto al ver a Kendall en la mesa, puesta para dos. El estómago le volvió a gruñir ante el olor de la lasaña que le golpeó la nariz.

-Siéntate -le dijo él con una enorme sonrisa en los labios- te estaba esperando.

Una Ducha Diferente Where stories live. Discover now