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Antonio.-
Aquella mañana me sentía con suerte, por un momento se me ocurrió dejar la venganza y llevarme a Isabella lejos, los dos juntos. Sin darme cuenta me la había pasado todo el tiempo pensando en ella, y tal vez se había cruzado en este plan por algo más que casualidad. No era mentira cuando le dije que lo de Camille y yo no tenía futuro porque pensaba en otra donna, sólo no quise admitir que ella era la donna. Camille era una chica inteligente y sabría volver a su amada Francia. Esa mañana bajé, pensando en desayunar con Camille, después de todo si todo iba como lo tenía planeado sería nuestro último desayuno juntos.
Cuando bajé ya duchado y listo para desayunar, Camille estaba sentada, con un vestido, pero estaba pálida y en vez del usual y aromático café, había una tetera en la mesa.
-¿Camille, estás bien? luces fatal- comenté acercándome a ella y besar su frente.
Ella soltó una risa.
-Vaya, ese no es un halago- bromeó y me ofreció tostadas- me siento fatal- comentó- ¿quieres té?
-Por favor- comenté pasando mi mano por su frente, no tenía fiebre.- ¿qué te duele cariño?
-La cabeza, el cuerpo, estoy cansada y me duele la panza-comentó quejándose- recuerda Antonio que mañana será la exposición
-Podrás ir si estás asi?- le pregunté.
-tengo que Antonio, es mi oportunidad- sonrió, pero su palidez no se iba.
Me sentía un poco mal dejándola aquí, pero hoy Víctor venía, el se encargaría de ella.
-Voy marchando cariño- besé su frente- cuidate
Ella asintió y se quedó ahí sentada. Me subí al auto y aparqué en la misa esquina de siempre y me adentré a la mansión de Isabella, luego que ella me abriera el paso. Estaba sentada leyendo el periódico.
-boungiorno- besé su mejilla y me senté frente a ella-
-Antonio Tabilio- dijo fingiendo sorpresa como si no me viera nunca- ¿cómo estás?- sonrió doblando el diario y dejándolo a un lado
-Mejor, ahora que te veo a tí bellísima- sonreí y besé su cuello con sensualidad.- ¿tú?
-Mejor ahora que te tengo tan cerca- sonrió y soltó una pequeña risa- demoraste en venir hoy, ya estaba por irme a la oficina si no llegabas
-Es que Camille se veía indispuesta hoy- comenté y la tomé en brazos hasta el cuarto en que compartíamos- ¿me desea signora?
-Tutto il tempo- sonrió besándome la mandíbula y el cuello. Todo esto era ya casi una costumbre, llegar, tener una vaga conversación e irnos a la cama y ella nunca se quejaba.
Y comenzó la acción como era natural en nosotros, luego que la energía se agotara, ella apoyada en mi pecho, mirando el subir y bajar de éste, decidí que era mi momento.
-¿no te gustaría huir de aquí?- pregunté tanteando el terreno
-¿a quién no?- sonrió complacida enredando sus dedos en los vellos de mi pecho- me estoy aburriendo de esta ciudad- comentó subiendo la mirada
-¿tu me quieres no?- le pregunté acariciando su espalda desnuda en círculos.
-sí- afirmó extrañada por la pregunta- ¿a dónde va todo esto?- me interrogó luego acomodándose de lado en la cama para poder mirarme bien, esperando una explicación
-larguémonos de aquí- comenté mirándola con una sonrisa- yo me enamoré de tí, Camille ya no significa nada para mí. Podemos irnos a Francia, al Caribe a dónde tú quieras-
Soltó una sonrisa y mordisqueó su labio con inseguridad, se acercó a besarme y luego se alejó para mirarme.
-eres un pazzesco (loco)- me acarició y arregló el cabello un momento en silencio y suspiró- no lo sé, tengo que pensarlo... dame un tiempo, suena... interesante- mantuvo la sonrisa como imaginándoselo
-Piénsalo, deja a Víctor, y vayámonos de aquí. Viajamos por todo el mundo, inglaterra, estados Unidos, India, Rusia, Francia y luego podemos sentar cabeza dónde tu quieras, casarnos y criar a los niños- comenté cuando se acurrucó a mi cuerpo, pero pude sentir como se tensó a mis últimas palabras.
-¿piensas criar niños?- preguntó incómoda con la cabeza apoyada en mi pecho- no pensé que fueras un hombre de familia...
-Creo que después de tanto viajar y divertirme, me gustaría sentar cabeza y criar niños ¿no te gustaría? tener una bambine tan bella como tú- sonreí y besé su hombro
Se quedó callada, no respondió si le gustaría tener una pequeña conmigo. Se volteó dándome la espalda, como desprendiéndose de todo lo que esta conversación significaba y luego de un instante se levantó para enfundarse su ropa de nuevo.
-No puedo dejar a Víctor aquí- comentó con cierto dejo- estamos casados... después de todo lo amo. No puedo irme
-¿lo amas?- me levanté desilusionado con su reacción y vistiéndome tan o más rápido que ella- ¿Cómo lo vas a amar si esperas que llegue yo para tu liberación? ¿Entonces para tí es sólo sexo? Si lo amaras no responderías a mi cuerpo como lo haces, no estarías esperándome tan hermosa y perfumada como siempre lo haces, pero para tí es más fácil mentir ¿eh?- no era quien para hablar de mentiras pero estaba dolido con ella-
-¿no has pensado que por alguna razón no me he divorciado de él?- me cuestionó molesta- te quiero, sí, te quiero mucho, no es sólo sexo para mí, pero... no sé, este asunto me sobrepasa- dijo como obviando información mientras se abrochaba los botones de la blusa- ya tuve el tiempo para pensarlo, no quiero fugarme- sentenció abrochando el último botón
-Bien, ya me quedo todo bastante claro- dije molesto, me había abierto a ella, le había confesado lo que nunca le había confesado a una mujer, le dejé ver mi fibra sensible y mi deseo de tener hijos, pero ella todo lo obvió.

Miré por última vez su rostro y su cabello desordenado luego de nuestro encuentro y tomando mi chaqueta salí de su casa dando un portazo. El muy maldito de Víctor las tenía en sus manos, a Isabella y a Camille, no era un estúpido en darme cuenta como ella babeaba prácticamente por el tipo. Tenía que pensar en algo, nunca quise hacer algo en contra de Isabella, pero si ella lo amaba, ella era el enemigo, y se daría cuenta lo que perdió conmigo, que nunca lo tendrá con Víctor. Nada venía a mi mente aún. Conduje a la finca y noté que el auto de Víctor estaba allí, maldije varias veces, pero antes de romperle su cara a golpes decidí manejar lejos por un rato, canalicé la ira y cuando el sol se escondía manejé de vuelta, el auto no estaba y la luz de la cocina estaba encendida. 

-Camille- la llamé
-En la cocina- me contestó ella con cierto tono de alegría. No pude evitar golpear mi puño, seguro estaba así por la visita del malnacido.
Me acerqué a la cocina y ella estaba preparando algo en el horno.
-Luces mejor- comenté, su rostro no estaba pálido, tenía su color habitual- ¿te sientes mejor?
-Mmm.. el dolor de cabeza sigue ahí- comentó- pero me siento un poco mejor- sonrió y se acercó a besar mi mejilla- tienes un aroma extraño- comentó mirándome con el ceño fruncido-
-Tuve una reunión con un tipo y llevó a su mujer, un perfume muy pasoso-mentí.
Camille no sabia de mis encuentros con Isabella.
-ah, estoy haciendo cupcakes, tengo un hambre voraz- bromeó.
Estaba tan ciego, Camille era la ama de casa perfecta, me amaba, alguna vez me comentó de tener niños, pero había un problema... mi interés por ella no era sentimental, ella no era más que mi mejor amiga.
-¿Víctor se acostó hoy contigo?- prgunté interesado, si ese era su hambre..
-No, ¿cómo? estoy enferma, me siento mal Antonio, lamento que no funcionara hoy para tu plan- dijo con ironía
-No nena, tranquila. Si me hubieses dicho que sí hubiese ido a partirle la cara por poco considerado- comenté y besé su mejilla-¿no te sientes mejor como para regalonear conmigo?- comenté con sensualidad acariciando su vientre.
-Antonio, hoy no- comentó sonriendo- estoy cansada, hambrienta y tengo que tener fuerzas para mañana.- comentó mirandome con tristeza.- lo lamento
-No te preocupes, lo reservaremos para otra noche- sonreí y besé su cuello
-irás mañana? es importante para mí que vayas- dijo Camille sacando los queque del horno-
Odiaba ir a sus cosas de arte, pero si iba a estar el malnacido de Víctor, iría.
-Está bien, ahí estaré- sonreí y tomé un cupcake caliente aún- Iré a darme una ducha.
ella asintió y me miró con curiosidad, seguro mi ira se notaba a kilómetros. Decidí ducharme y luego dejar que Camille se acurrucara a mi lado, por más que intentaba no podía imaginarme a Isabella y todo lo que no quizo conmigo.

Estafa de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora