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Camille.~
Antonio estaba completamente distante, no me tocaba, se marchaba temprano, me llamaba sólo una vez para saber como estaba y me tenía practicamente retenida en su finca, decía que estaba muy ocupado como para quedarse conmigo o llevarme de paseo por verona. Claramente Víctor tampoco podía venir siempre, tenía que ocuparse de su trabajo y yo lo entendía, me sentía cada día más atraída a Víctor, él se preocupaba por mí, le encantaba acompañarme a la cocina cuando preparaba las cosas, quería conocer todo sobre mí, cuando Antonio sólo se preocupaba de cómo iba el plan y si lo había atrapado ya. Y yo no quería seguir, Víctor era un tipo muy bueno, era agradable, simpático, no entendía el fin de Antonio de la venganza y me sentía tan metida en el tema, no quería hacerle daño, Víctor se había complementado tan bien conmigo era un amigo quizás más, y por eso no era capaz de hacer nada para herirle. Como no podía salir de la finca, Antonio se había preocupado de rellenar el saloncito que me adjudiqué para pintar con millones de bastidores en blanco y la verdad fue que la ventanita que daba al patio con los viñedos me dio de inspiración y por lo menos en ausencia de Víctor pintaba y pintaba.
Aquel día Víctor volvió con un bastidor nuevo, quería otra pintura, su excusa para poder venir a verme. Estaba sentado junto a mí en el salón viendo las pinturas que había terminado. Eso me encantaba de él, nunca nadie había tenido tanto interés en mi, en mi como artista.
-¿qué te parecen?- pregunté acercándome a él
-Fantásticas- contestó anímico y sonrió levantándose- me encantan tus pinturas- las miró con detalle de más cerca y luego volteó para recordar el desnudo que ya se había llevado a su casa- y por cierto te quedé bastante parecido- alardeó y se acercó para abrazarme y luego besarme, como si estuviera reteniendo algo en su interior que quisiera decir
-¿ocurre algo Víctor?- le pregunté mirando su perfil ausente.
-ah, no- dijo aún con la vista en las pinturas- bueno, sí- admitió luego dándome una mirada- tienes muchísimo talento y no puedo dejar de pensar que... mereces tener tu minuto de fama- sonrió entusiasmado y se acercó a tomarme las manos- eres una donna meravligiosa, además bellísima y... no puede desperdiciarse así tu talento, bella- miró mi rostro con dulzura y corrió un mechón de cabello tras mi oreja-
-Ah, pero Víctor soy famosa para tí ¿no? - sonreí- es verdad que me gustaría tener más fama, pero aún tengo paciencia.- comenté besando su hombro.
-¿Pero para qué esperar? Has esperado muchas cosas por mucho tiempo- intentó animarme a su idea- quiero ponerte una exposición aquí en Verona, talvez luego podamos viajar por Italia, volver a Francia, ¿quién sabe?- contaba todo como si pudiera verlo en mis ojos- yo sería tu representante, tú podrías darte a conocer al mundo... Camille, imagínate cuánto podrías ganar con esto... tendrías todo lo que has querido siempre
Me había convencido hasta el podamos viajar, se había incluido, pero me dejó de gustar la idea al escuchar el dinero.
-¿Víctor tu crees que esto lo hago por el dinero? Claro que cuando estoy necesitada vendo mis pinturas- comenté un poco molesta- digo, es muy lindo que quieras ponerme una exposición, pero esto para mí no es una manera de ganar dinero, yo no quiero ser tu otra empresa.- comenté
-Scusa- dijo un poco confundido por mi reacción y me soltó las manos- no pensé que te ibas a tomar tan mal mi proposición... pero piénsalo. Tal vez no lo haces por el dinero, bene, io capire, pero podrías hacer esto todo el tiempo y vivir como lo mereces- intentó hacerme recapacitar
-ya lo hago todo el tiempo- comenté sin expresión, estaba molesta pero no le iba a gritar en la cara- y soy feliz así. Estás igual que Antonio, viendo la manera de hacer surgir algo que de dinero.
-Es que no se vive sólo de amor en el mundo- comentó sin dar su brazo a torcer.
Volvió a mirar las pinturas como si lamentara mi decisión, sin embargo, volvió a mirarme y notó el cambio.
-Pero no tienes que ponerte así- volvió a tomarme las manos y las besó- mi scuso (me disculpo), eres una donna como ninguna y quería que todos te conocieran
Me estaba convenciendo, por un lado quizás si me hacía famosa convencería a Antonio de dejar su absurda venganza y poder pagarle lo que desea y marcharme sola a Francia.
-si aceptara, en el caso hipotético- comenté moviendo mis manos- ¿qué ganas tú?
-Ganaría tiempo contigo- sonrió y me besó la mejilla- y... unas cuantas prestaciones, claro-
-una máquina para hacer dinero- bufé- no, no me convences, yo vivo de amor y llevo 27 años así- comenté ordenando mis pinturas
-has vivido de un amor que te deja encerrada en la casona de una viña durante todo un día y no te deja surgir- comentó mirándome desde su lugar, con las manos a los lados, los hombros caídos, me miraba como si supiera que convencerme no tenía caso, pero aún así sin rendirse-
-Eso ha sido durante un año- me defendí- deberías agradecerle a ese amor para poder vernos- comenté sin ánimos de ofender- aún así Víctor, no sé...- me estaba desilusionando un poco de esta faceta de un Víctor dispuesto a comprar todo
-Piénsalo- dijo ya derrotado- no lo deseches así, tienes mucho por delante y... sólo estoy intentando darte un empujoncito
Lucía serio y molesto.
-¿tu esposa está de acuerdo con esto?- pregunté de pronto, al fin y al cabo su dinero era de ella también
-No importa, aunque estuviera en desacuerdo creo que la decisión es mía- no respondió del todo, seguramente había alguna rencilla ahí -tú no tienes que preocuparte de esas cosas- dijo amargado por alguna cosa- eso lo veo yo, tú sólo tienes que pintar y preocuparte de la exposición, lo otro lo veo- su tono de voz era mucho más frío, calculador, era tal y como sonaba Antonio cuando hablaba de sus negocios
-Y vamos de nuevo- comenté sentándome en el suelo con amargura- ¿ves? ya me estás ordenando que me preocupe sólo de pintar.
Dio un suspiro y se sentó en el suelo frente a mí, intentando quitarse la coraza de hombre de negocios. Me besó la frente en silencio y se quedó así un rato mirándome, paseando su vista desde mi cabello hasta mi barbilla, jamás bajando de mi rostro.
-No tengo nada que decirte- contestó con simpleza
-no digas nada- comenté mirando sus manos que se apretaban en sus rodillas. podría pintar esto, ambos de frente, sentados en el suelo, descalzos-
-siento que estás enojada conmigo- comentó aún mirándome con un tono serio- que no se te va a pasar
-Estoy enojada- comenté- en algún momento se me va a pasar... yo y mi debilidad de que me gusten los hombres de negocio- dije mirando mis manos
-¿cuántos ramos de flores me costará ser tan necio?- preguntó de la misma forma
Levanté la vista y sonreí un poco, no podía enojarme con él, de solo verlo ya quería lanzarme a sus brazos, pero soy orgullosa y no daré mi brazo a torcer.
-ninguno, prefiero las cosas que se den porque se sienten- comenté- vivo de amor no de dinero- ironicé

Sonrió con amargura, realmente este no era nuestro mejor momento. Soltó sus rodillas y con las piernas cruzadas como indio se dejó caer de espaldas en la alfombra, silencioso, mirando el techo y con las manos en la nuca. Se quedó así sin decirme nada, sin decirse nada a sí mismo durante varios minutos.
-tengo que irme- se volvió a sentar y se levantó rápido del suelo
Asentí en silencio y lo ví desde mi lugar en el suelo. No podía hacer nada, era onírico, esto en algún momento terminará, él tiene su mujer y llegará el momento que me recordará como la tipa que lo estafó y me odiará.
-Je regrette de n'avoir pas faire ce que vous désirez (Lamento no poder hacer lo que quieres)- comenté mirando un punto invisible en la habitación
-Si dovrebbe pentirete non aver fatto ciò che si vuole (Deberías lamentar no hacer lo que tú quieres)- dijo saliendo de la habitación con sus zapatos en las manos y sin esperar una respuesta
Me tomó un momento traducir su frase, era muy tarde para contestarle, ya estaba caminando al auto, me asomé a la ventana, esperando que mirara. No lo iba a hacer, estaba segura, los italianos eran así, se enojaban y podían ser un témpano de hielo. Me alejé de la ventana y me dirigí al cuarto que compartimos siempre, abrí las sábanas y me acurruqué un tiempo ahí. Quizás era mejor, así podría decirle a Antonio que no quería seguir y podría marcharme
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Estafa de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora