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El fuerte sonido de la campana resonó en toda la escuela, era hora del recreo, la clase 3-3 salió del salón y entre la multitud, estaba el musculoso y llamativo estudiante quien sería el estudiante de honor, Kujo Jotaro, un joven de 17 años, simple, un tanto frío y serio, quien su único sueño era irse de su casa y tener una vida independiente, esas ganas de irse fueron interrumpidas por sus ganas de ir a bañar a vaciar el tanque, desde que entró a la escuela, no tuvo ningún tiempo de ir al baño a su casa, ya que su mamá lo apresurada así que, y obviamente, aprovecho.
Entrando al baño, parecía oscuro y en ella escuchaba una respiración agitada, él pensó que era un chico cualquiera haciendo una cochinada pero eso no era hasta que prendió la luz, un joven chico de 16-17 años aproximadamente estaba tirado en el piso mientras lloraba desconsoladamente mientras sus muñecas se abrían y caía sangre de ellas. Tenía la vista perdida, su boca soltaba quejidos y de sus ojos, lagrimas de la tristeza, Jotaro al ver eso, sus ojos se abrieron y quedo con la boca entreabierta, aquella imagen del chico desangrando, se quedaría para siempre en ella por muchos años. Rápidamente se acercó a él con rapidez y se lo llevo a la enfermería cargandolo a estilo princesa. Estaba tan nervioso y preocupado por ese chico que no sabía que hacer, los estudiantes miraban con asombro y preocupación aquel chico de pelo rojo con millón de cicatrices en sus brazos y la más recientes se abrían.
Su cara era pálida y tenía ojeras, sus ojos estaban rojizos y estaban cerrados porque estaban tan hinchados por sus llantos que no lo podía ni abrir.

Mientras bajaba por todos los escalones con rapidez y desesperación, el pequeño chico estaba perdido, miraba todos lados sin fuerza hasta ver la cara de su "salvador". Con poca fuerza, decidió dar unas pequeñas palabras.

-D-dejame...V-vuelve al baño y dejame donde estaba-Con el ceño un poco fruncido dijo aquello, con un poco de fuerza, intentó separarse de él.

Maldición! ¿¡No te das cuenta?! ¡Te estas muriendo!-Caía sudor de su cara por la rapidez que este corría.

-Ese es el punto, idiota...-Declaró con odio  y con frialdad.

Eso dejó al adolescente impresionado por su frialdad, por suerte, este ya había llegado a la enfermería y dejó al chico en la camilla mientras la enfermera miró con preocupación al chico, la mujer intentaba ponerle vendas a ambos brazos Noriaki pero este se resistía, las pocas fuerzas que tenía en sus brazos lo usaba para evitar que taparan esas heridas.

-SUELTEME, DÉJEME SOLO, VETE ZORRA-

El moreno no tuve más de otra que intervenir, lo agarró de la cara con fuerza  al chico haciendo que este lo mire.

-MIRAME, NO SE QUIEN MIERDA ERES Y QUE MIERDA TE PASO PERO QUEDATE QUIERO...TE NECESITO VIVO-

Esas 3 frases dejaron a Noriaki quito, como que esa frase atravesó su corazón, finalmente la enfermera pudo cubrir sus brazos, este solamente se retorcía en su dolor y llanto desgarrador.
Pasado unos minutos, el chico solo quedo en la camilla de la enfermería, descansando lo que podía y en el  pasillo, estaba el moreno sentado en el piso demasiado preocupado por ese chico, ni lo conocía y para ser la primera impresión, si que fue una muy "buena".

𝑺𝒆𝒏̃𝒐𝒓 🐬 𝒌𝒖𝒋𝒐 𝒚 𝑺𝒆𝒏̃𝒐𝒓 🍒 𝑵𝒐𝒓𝒊𝒂𝒌𝒊 (𝙹𝚘𝚝𝚊𝚔𝚊𝚔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora