—Yoa, tengo que contarte algo —le digo, dándole vueltas a la galleta con los dedos. Siento la necesidad de contárselo, si no, voy a reventar.

—Dime —dice, distraída mirando hacia un lado.

—Anoche, besé a Blake—eso la alarma, y lo que estaba mirando antes deja de ser interesante.

—¿En serio? Mucho habéis tardado... ¿Te gustó? ¿Besa bien? ¡Cuéntamelo todo!

Me pongo colorada y asiento: —Me gustó, no lo voy a negar y sí, besa bien. Lo que pasó es que estábamos en la celda y fui a la ventana a fumarme un cigarro... —le cuento todo, susurrando porque no quiero que se enteren las demás. A ellas no les interesa. Yoa, no deja de sonreír y habla:

—Si a él ya se le veía, cariño, no te quitaba el ojo de encima.

—Es extraño, ¿sabes? —se ríe y yo, frunzo el ceño, pues no le veo la gracia.

Busco con la mirada a Blake. Una vez lo encuentro, junto con Dylan, le hago un gesto a Yoa con la cabeza en su dirección y vamos hacia ellos. Unos nervios tontos, se apoderan de mi estómago

¡Estoy tontísima hoy!

Por el rabillo del ojo, veo a los demás reclusos mirando reojo por precaución: saben que Blake está mirándolos, al acecho.

—¿Sabes, cielo? Me siento poderosa.

Río, esta Johanna dice de cada cosa...Ella me acompaña con su risa. Llegamos donde los chicos y sonrío, sin poderlo evitar.

—Hola —les saludo. Después lo hace Yoa con un apelativo cariñoso, como siempre. Eso es lo que me agrada de ella, es muy dulce.

—Sentaos, preciosas —Nos dice Dylan. Hace un gesto como que está corriendo una silla y me mira. Río y le sigo el juego

—¡Qué caballero! —todos reímos, menos Blake. Me siento a su lado y le doy con el codo en el brazo, éste me mira con el ceño fruncido y le sonrío ¡Que cambie esa cara de limón!

—Estás más guapo riendo —murmuro y le guiño un ojo, divertida.

Su expresión cambia y curva los labios. Así mejor.

Yoa, está sentada al lado de Dylan, queestá al lado derecho de Blake. Se escuchan como hablan y ríen entre ellos, yo me dedico a hacer dibujos en la tierrecilla que hay en el suelo y Blake se dedica a mirar al frente, totalmente serio.

Al cabo de un rato, oigo a Yoa y a Dylan cantar. Presto atención, es una canción de Usher -OMG.

—¡Me encanta esa canción! —exclamo, produciendo que ellos me miren. Dylan se levanta sonriendo mientras sigue cantando y me coge las manos para levantarme.

Río cuando empieza a bailar y me anima a hacerlo. Los dos cantamos, bailamos y reímos. Es divertido.

—Si pudiese te cogía y no te soltaba, así que, ¿tienes alguna amiga para bailar y cantar? —dice, mientras hace que dé una vuelta.

En ese momento me acuerdo de Andrea, a ella le encanta bailar, se vuelve loca con la música.

—Sí, seguro que si la ves te encanta —Dylan, arquea una ceja sorprendido por lo que le he dicho y le describo como es mi amiga : —Es rubia, ojos verdes, más alta que yo. Es testaruda, dulce, alegre, muy leal... Y le encanta bailar.

Frunce el ceño mirando por encima de mi hombro y siento un gran golpe en el brazo. Me giro extrañada y ceñuda. Adiós sonrisa. ¿Qué le pasa ahora a esta mujer? Dylan intenta cogerme para que pase de ella, pero es más rápida y vuelve a empujarme, haciendo que caiga al suelo de culo. Reprimo las ganas de llorar por el dolor, si antes me dolía el culo, ahora más.

—No vuelvas a tocarla —oigo a Blake sisear —. Te lo advertí —se levanta en un movimiento ágil y se pone frente aella. Está enfadado, desde aquí puedo ver la vena de su cuello.

Yoa me ayuda a levantarme, mirándome con tristeza y compasión en los ojos.

Blake habla en voz baja adoptando una posición intimidadora. La mujer traga saliva, mirándolo con horror. Cuando parece que él ha terminado, ella sin más se da media vuelta y se va.

—¿Estás bien? —me dice Blake. Me coge de la mano y me sienta a su lado. Asiento, aunque me duele el culo a rabiar.

La tensión ahora puede cortarse con un cuchillo, ninguno de los cuatro decimos nada y estoy muy incómoda ¡Con lo bien que me lo estaba pasando!

—¿Puedo saber qué le has dicho? —susurro.

Blake me mira, niega con la cabeza y dice, en el mismo tono:

—Marisa no volverá a tocarte. Ni se le va a pasar por la cabeza, por la cuenta que le trae.

Así que se llama Marisa...

Levanto la mano y acaricio su mejilla, me he dado cuenta de que me gusta hacer eso y a él no parece molestarle. Una sonrisa bobalicona aparece en mi rostro y susurro:

—Gracias.

Curva los labios y niega con la cabeza, para quitarle importancia. Le miro a los ojos, sintiendo cosas inexplicables, pero agradables, en mi interior. Me pierdo en ellos.

—¿Puedo? —dice en un murmullo cerca de mi cara, estaba tan metida en sus ojos que ni si quiera me había dado cuenta de que se había acercado.

Entonces yo respondo lo mismo que me pidió él:

—Bésame.

No lo piensa y me besa. Esas revoltosas mariposas revolotean en mi estómago, de nuevo. Puede que esto esté mal pero lo estoy disfrutando y no voy a parar.

—Mierda, no tengo confeti para echaros por encima —me separo de Blake, riendo. A éste no le hace mucha gracia pero aun así sonríe y Dylan, tan orgulloso de lo que ha dicho, continúa: —. ¿Sabes qué, Annie? —niego —. Yo se lo dije. Le dije que le gustabas y ¡míralo!

Me pongo roja como un tomate y Blake lo golpea en el hombro mientras sisea un "cállate, imbécil".

Yoa, comienza a hablar con Dylan, yo no sé dónde meterme, eso ha sido muy vergonzoso, debería de haberse callado.

—No me gustas —susurra en mi oído.

Auch. Eso ha dolido.

¿Quiere decir que me besa porque se aburre?

¡Pues no sabe quién es Annie Jacklyn Hope! ¡Yo no soy el juguetito de nadie!

Dispuesta a darle una bofetada con la mano abierta, por ser tan capullo, me estremezco cuando susurra de nuevo:

—Me encantas.

Y con otro impulso de losmíos, lo vuelvo a besar.    

Mi compañero de celda ©  Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ