Capítulo 18

22.7K 1.3K 190
                                    

Bostezo y estiro mi cuerpo todo lo que puedo. Oigo un gruñido y siento un pellizco en la cadera. Me quejo. Abro un ojo y veo a Blake hundiendo más la cabeza en mi cuello. Ni me acordaba de él, para ser franca.

—Me has golpeado —murmura en mi cuello, poniéndome la piel de gallina al rozar su aliento en ésta.

—Lo siento.

Vuelvo a bostezar, me incorporo provocando la molestia de Blake. Lo observo por unos segundos: Tiene el pelo aplastado por un lado y todo lo demás despeinado. Sus ojos están entrecerrados e intenta taparse éstos con el brazo, pero se lo impido, quiero ver su bonita cara. Aun estando adormilado, es guapísimo.

¡Está nevando! Sin pensarlo dos veces y sin importarme el brazo de Blake en mi cadera, de un salto bajo de la litera. Sonrío al estar pegada a las rejas de la minúscula ventana, un manto de nieve cubre el suelo y la vegetación. Saco la mano para que los copos de nieve se posen en mi palma y empiezo a dar saltitos de alegría. Me encanta la nieve, siempre que nevaba solía ir con mis amigos a una montaña para tirarnos en trineo por las pendientes de las montañas de Brocton.

— ¿Qué mierdas haces, Annie? —dice, soñoliento.

— ¡Está nevando! —me giro y empiezo a hacer un bailecito muy gracioso. Blake, se levanta mientras me mira con un atisbo de sonrisa, se refriega los ojos y despeina su pelo ¡Guapísimo! Y yo, de seguro estoy hecha un desastre. Baja de la litera y cogiéndome de la cintura, me besa levemente.

—En el patio prepárate, porque te voy a llenar a bolazos —le digo, enrollando el pelo de su nuca en mi dedo índice. Sonríe de lado, me da un beso en la nariz y, enarcando una ceja dice:

— ¿Me estás declarando la guerra, nena?

Asiento —Así es.

Se ríe entre dientes, me da una palmada en el culo y pasando por mi lado, se baja la cremallera del mono para hacer sus necesidades; inmediatamente, me doy la vuelta.

Cojo ropa interior limpia y me cambio, aprovechando el momento en que ambos nos damos la espalda.

La alarma suena, me despido de Blake con un beso y voy corriendo a las duchas. Después paso al comedor, me echan en la bandeja dos magdalenas más duras que una piedra y me las como rápido porque no puedo esperar a salir al patio y jugar en la nieve como una niña pequeña.

En cuanto salgo, el aire frío no es lo único que choca contra mi cara, escupo un poco de nieve y me retiro ésta de la cara, busco a los causantes y en cuanto los veo, río y me agacho para hacer dos bolas. Las manos se me hielan al instante pero no me importa en absoluto, puede que esté encerrada en una cárcel pero, este día lo voy a disfrutar como si fuese libre.

Dylan y Blake salen corriendo y voy detrás de ellos, intentando no chocar con los otros reclusos. Lanzo la primera bola y le da a Blake en todo el cocote, no puedo retenerlo y suelto una carcajada.

—Joder, nena, tienes buena puntería.

Se limpia el pelo, le lanza una mirada a Dylan que, no me gusta en absoluto, y antes de que pueda echar a correr, Blake ya me ha tirado al suelo y nos reboza en la nieve. El frío se me está calando en los huesos y el mono está empapado, pero no puedo parar de reír. Haciendo un esfuerzo, logro extender una mano y cojo un puñado de nieve y se lo restriego por toda la cara.

—Serás... —dice. Me desternillo, lo estoy haciendo tanto que me duele el estómago.

Mi sonrisa se disipa a medida que voy embobándome en sus ojos miel, éstos brillan con intensidad y se están perdiendo en mis ojos verdes. No puedo evitar sorprenderme al saber que ahora las cosas entre nosotros han cambiado. Antes me volvía loca con su bipolaridad, ahora lo hace con sus besos, con sus abrazos, con sus caricias y con su mirada. He de reconocer, que le estoy cogiendo muchísimo cariño, no es tan malo como creía. Tan sólo es una máscara para que vean que es una persona fría, sin piedad e intimidante, pero lo que no saben es que detrás de esa careta hay un chico cariñoso.

Mi compañero de celda ©  Where stories live. Discover now