8. El cuchillo carnicero

Începe de la început
                                    

-Vale, si usted lo dice...

El doctor salió de la habitación.

***

Pikachu escuchó el ruido de la puerta, estaba jugando sobre la cama de Fernando con un muñeco. Se aburría mucho, iba por toda la casa en busca de un entretenimiento, pero lo que más quería era salir a la calle. Tenía ganas de que llegara Fernando para que le sacara a jugar afuera. Quien entró por la puerta era Eric, lo escuchó hablando por telefono.

-¿Entonces para la noche ya vendréis? -decía Eric- Vale, puf, me habiais dado un susto de muerte. Vale, oye, dile a Fernando que hoy saco yo al pikachu.

Colgó el teléfono y fue a la habitación de su hermano, donde el pikachu jugaba. Se sentó en la cama al lado de pikachu, y comenzó a hablarle.

-Me han dicho que tu amo está bien, y que esta noche vuelve. Así que nada de qué preocuparse. Oye, quiero que me hagas un favor. He quedado con unos amigos, tu vas a venir conmigo y...ellos tienen otros pokemon, por eso vamos a combatir. ¿Vale?

-¿Pika? -dijo pikachu.

-No sé si has combatido alguna vez, pero creo que te gustará tanto como a mí. -dijo Eric- Ya lo verás.

-¡Piká! -sonrió

-Ahora vamos a comer, tengo mucha hambre

-¡Pikapi! -asintió con la cabeza, él también tenía hambre.

En la cocina, Eric cocinaba una tortilla tan amarilla como el pelaje de pikachu. Pikachu (Ratita), observó como le dio la vuelta al aire, tal vez sería un buen cocinero, se moría por probarla.

-Esto no es para ti, así que no me mires así. -dijo Eric casi riendo.

El pobre pikachu reaccionó y agachó la cabeza, a él le tocaría comida pokemon, como siempre. Era un poco deprimente. La tortilla se terminó de hacer y la puso en un plato, luego rompió un huevo, lo batió y comenzó a hacer otra. ¿Para qué? O mejor dicho, ¿Para quién? El pikachu tenía la esperanza de que fuera para él, y así fue. Una vez hecha, la puso en otro plato y lo llevó junto al otro a su habitación, porque no iban a comer en la cocina como siempre, ahora que estaba solo podía hacer lo que quisiera.

La habitación de Eric era muy diferente a la de Fernando, era como más siniestra, porque tenía muchos posters de calaveras, zombies, esqueletos, vampiros...el cabecero metalico de la cama parecía estar un poco suelto, y al sentarse los dos en la cama toda esta chirrió. El ruido era espantoso. Eric se quitó el calzado y cruzó las piernas como si se tratara de un monje budista y colocó su plato sobre ellas, el otro lo seguia sosteniendo con la mano izquierda...

-Vale, esta tortilla es para ti. -colocó el plato restante sobre la cama lo mejor que pudo, pero quedó un poco inclinado porque estaba desecha, no, era un cúmulo de mantas, sábanas y cosas.

Pikachu la probó y rápidamente se limpió la lengua lamiendo su antebrazo. No le había gustado nada, era lo peor que había probado nunca, si hubiera continuado comiendo vomitaría, seguro...

-¿No te gusta? -preguntó Eric.

El pikachu meneó la cabeza de lado a lado. Fernando se quitó su plato de las piernas y lo dejó en la mesilla de noche, luego cogió el del pikachu y se levantó de la cama.

-Voy a buscar comida pokemon, ahora vuelvo. -dijo.

Salió por la puerta de la habitación dejando solo a Pikachu. El pokemon escuchó el plato caer al suelo y a Eric quejarse, se asomó por la entrada estaba abierta de par en par. Estaba recogiendo los cristales rotos del suelo, iba descalzo, pero el chico no temía por que se pudiera cortar. Viendo que no podía recojer aquel deastre con sus manos, fue a buscar una escoba y un recogedor y le resultó más fácil. Después puso la comida pokemon al pikachu y una fruta para el postre, aunque no le hacía falta. Necesitaba energía para combatir después...

***

Lo emocionante de los combates es demostrar lo que puedes hacer al contrincante, eso a Pikachu le gustaba, demostrar. Había pasado un día muy entretenido con Eric, ahora ya era de noche, y el niño que se dirigía siempre hacia el como Ratita no había llegado. Ni sus padres. Sólo estaba Eric en esa casa. Tenía ganas de ver a Fernando, porque aquella mañana, llegó antes del colegio, y estaba herido. Parecía que en vez de estudiar había ido a batallar en una guerra. Pikachu no sabía nada aún, ni quien fue, ni por que lo hizo...nada de nada. ¿No sería...eso? Hacía dos o tres días de lo de la estrella sangrienta...pondría trampas...las pondrá, o por lo menos eso dijo. Si Fernando muere, él muere; si Pikachu muere, nadie morirá; si Fernando vive, Pikachu muere; y pikachu muere en cualquier caso, solo sobrevive si después de cinco o seis años muere Fernando. Todo se resume como una muerte segura, y casi nadie es tan necio como para querer morir. Pero el sentido común hablaba, y decía que era mejor terminar cuanto antes. Claro, aún no estaba cien por cien seguro. Mejor conservar la vida el tiempo que fuera posible, solo por asegurarse de que no habia una solución diferente. "Eres mi ami amigo fiel...", se sonrojó pensando en su voz.

Un coche aparcó al lado de la puerta de la casa, ¿Habrían llegado ya Fernando y sus madre? Sí. Entró Fernando por la puerta con vendas en la cabeza, el cuello y una de las piernas, e iba con muleta; en su rostro se reflejaba algo que el pikachu nunca había visto en él, algo muy cercano a la locura. Él, por supuesto, no lo sabía. El niño miró fijamente a su Ratita por un momento y luego sus ojos se deslizaron hacia al suelo. Se fue a su habitación, pikachu permaneció en el recibidor y vio entrar a su madre, una mujer guapa, bien vestida...pero cansada, se notaba, sin decir nada se fue a visitar la habitación de Eric. Para saludar a su hijo, y ahí estaba, leyendo un cómic.

-¿Ha ido bien? -preguntó la mamá desde el umbral de la puerta.

-Sí, aquí todo bien. -dijo Eric

-Me alegro. Oye, ¿habéis cenado?-preguntó, y bostezo.

-Sí, mamá.

-Vale cariño, ah...¿Y no ha llegado papá? ¿O te ha avisado de que hubo un contratiempo o algo así? -preguntó ella.

-No. -pensó en la pregunta: "¿Tu padre o yo?, se sincero, no me enfadaré". (no mola nada)

-Vale, te dejo tranquilo con tus cómics -sonríe y le cierra la puerta. Eric siguió leyendo. Aunque no igual de agusto que antes.

***¡Por fin tiene el cuchillo que necesita!***

De madrugada, Ratita dormía. Él lo miraba, y tenía el cuchillo escondido bajo su almohada. ¿Como hacerlo?...¿Se dejaría? Ratita hablaba en sueños, recreaba esa eterna canción que cantaba aquella chica, ya no recordaba ni su nombre, de un día para otro no era capaz de nombrarla. Ahora tenía a Fernando... y a Eric, que le cayó genial. Fernando cogió el cuchillo, lo juntó a su pecho como dandole un abrazo, y con sigilo se levantó de la cama. Con pequeños pasos se acercó al pokemon dormido y se preparó para hundir el cuchillo en su costado, ya que Ratita dormía de lado. Una gota de sudor bajó por su frente hasta la punta de la nariz. Cerró los ojos con fuerza para no ver nada...

-¡Ratita! Lo siento... -dijo dejando caer su brazo, que mantenía en alto el arma.

Abrió los ojos, y lo primero que vio fue el cuchillo clavado en el cojín de Ratita. Pero Ratita no estaba, fue una mala idea cerrar los ojos.

-¿Dónde estás? -preguntó mirando por su habitación, no se veía mucho, pero pudo vislumbrar la figura de Ratita en el umbral de la puerta abierta- No podía hacer otra cosa.

El pikachu estaba parado allí, jadeando como un perro, porque no fue muy agradable despertar y encontrarse a alguien intentando hincarle un cuchillo. Fernando intentaba contener su acelerada respiración y se frotaba una y otra vez la frente y el cuello con manga del pijama humedecida por el sudor que limpiaba.

-Estrella sangrienta es real. No puedo hacer otra cosa, por favor...-dijo-Ha muerto una persona por nuestra culpa.

Ratita salió de la habitación y corrió con la intención de huir por la puerta de la calle, con un saltó se colgó del pomo y consiguió abrirla, luego escapó hacia los lugares más oscuros que pudo encontrar durante aquella noche helada. No quiso mirar atrás para asegurarse de que él no le perseguía, porque ahora lo imaginaba más como un monstruo horrible y mortal...y el miedo era más perceptible que nunca. No por aquel niño, sino por lo que iba a pasar después..porque no deseaba la vacía y neutral muerte.

Siento el retraso.

Ratita, un simpático pikachu olvidadoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum