BLANCURA ETERNA

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Desde pequeño me enseñaron a seguir siempre las huellas de papá, mi hermano a pesar de tener mi misma edad, siempre fue siguiendo las mías. Papá siempre supo donde pisar seguro, siempre supo que era lo mejor para nosotros, nunca nos dejó, mamá dice que tuvimos suerte de que no nos abandonara, que cualquier otro en su lugar lo habría hecho. Él a veces me daba miedo, con su contextura robusta y su altura, a donde fuera que íbamos mi padre daba aires de grandeza, siempre fue el más grande del lugar, pero a pesar de ese miedo también me daba confianza, siempre era seguro de lo que hacía y siempre supe que estaría seguro a su lado. Así fueron los primeros capítulos de mi vida, viviendo lo que era seguro, viviendo en el frío, pero en el calor de mi familia, viviendo bajo la sombra de papá.

En donde vivo siempre hay frío pero ese día viví algo que no conocía posible, simplemente no me podía mover, podía sentir como mis ligamentos dejaron de permitir que mis músculos tuvieran movimiento, mis huesos se volvieron bloques de hielo y en cuestión de segundos me volví una piedra. Vi como mamá lloraba, papá no paraba de gritar e intentaba mover el cuerpo inerte de mi hermano con las pocas fuerzas que le quedaban. Y seguía yo con ese frío que no me dejaba respirar, no me dejaba hablar, no me dejaba llorar, no sentía nada y en mi mente solo estaba la imagen de mi hermano diciendo que probaría de lo que acabábamos de encontrar, solo podía repetir la escena en la que se metió el pedazo de comida, si es que se le puede decir comida a lo que lo mató, y los demás nos quedamos expectantes a que nos diera el visto bueno para poder servirnos un poco de alimento después de tantos días sin comer. En el momento pensé que estaba soñando, la idea de perder a mi hermano menor no podía ser contemplada como cierta. Nunca le eché en cara los 5 segundos de vida que me volvían mayor, pero ahora esos 5 segundos caían con todo su peso sobre mi espalda.

Después de ese día de frío, empecé a ver a papá cada vez más pequeño y la imagen de mi hermano se borró completamente, solo quedó en mi mente el recuerdo de aquel cuerpo sin vida. Así pues, las cosas cambiaron pero no mejoraron, la sombra de papá ya era muy pequeña para que yo pudiera vivir bajo ella, pasó el tiempo y yo empecé a tomar las decisiones importantes, empecé a manejar esa grandeza que antes me asustaba y con el tiempo me di cuenta que a donde fuésemos sería yo el más grande de todos, tal vez fue el ego o el único recuerdo que me quedaba de mi hermano lo que me llevó a sentirme completamente responsable de lo que les pasara a mis papás, siempre hice todo lo posible para intentar llenar ese vacío que mi hermano dejó y supongo que fue por eso que no me dolió cuando mamá murió, aunque esa madrugada el mismo frío que no me dejaba respirar y me convertía en piedra volvió. Mamá murió mientras dormía, probablemente soñando con volver a abrazar y abrigar a su hijo del que nunca se pudo despedir.

Después de eso solo quedamos papá y yo, con el tiempo olvidé los días en los que papá era mi ejemplo a seguir y fui olvidando el respeto que algún día le tuve. Un día fuimos de caza, pero en la vuelta a casa no pudimos encontrar lo que en algún momento llamamos hogar, ahora todo era desconocido e irreconocible como si hubiera desaparecido, sin ninguna explicación nos vimos forzados a adentrarnos a lo desconocido, buscando nuevas tierras estables dentro el frío conocido. Tuve miedo por más tiempo del necesario y me volví inútil, pero papá no dejó que nos quedáramos estancados, él nunca perdió ese instinto que protegió a mi familia durante tantos años ya hora era él quien tomó el mando de nuevo.

Esa odisea me hizo abrir los ojos, me di cuenta que toda mi vida había vivido con miedo y que este me había obligado a resguardarme bajo sombras más grandes que yo, primero la de mi padre y luego la de mi ego. Y el único intento de forjar mi propio camino se había visto impulsado por la muerte de mi hermano y frustrado con la pérdida de mi hogar. Para mi edad ya debería haber dejado a mi padre y debería haber empezado mi vida en solitario pero el miedo nunca me lo permitió, ahora lo que importaba es que me conocía a mí mismo y tenía la fuerza para buscar nuestro nuevo hogar.

Después de pocos meses encontramos un lugar que creímos seguro pero al poco tiempo un mal presentimiento llegó, tal vez fue la desgracia que nos persiguió pero algo no se sentía bien, algo en el aire, algo en el agua, algo en el hielo, de todas formas decidimos ignorarlo y seguimos buscando la forma de hacernos la vida. Aunque papá ya estaba viejo, siempre tuvo fuerza de más y en sus ojos siempre se vieron los años que le faltaban por vivir.

Pasó casi un año de rutina, y un día papá me dijo que ya llegaba el día para que me apartara de su lado, me dijo que buscara mi camino, que ya se me he iba haciendo tarde, "hazte una vida, búscate una familia y no olvides que no puedes llegar lejos si olvidas de dónde vienes", quisiera decir que me despedí y partí, que el frío no volvió, pero no fue así., aquellas fueron las últimas palabras que escuché de papá, segundos antes que la bala estallara.

Nunca había visto a un hombre en mi vida, mamá siempre dijo que eran peligrosos, que mataban por placer y que eran los culpables de la muerte de mi hermano, quizás nos acercamos mucho a donde no debimos en la búsqueda de un nuevo hogar, no podía parar de pensar en aquel mal presentimiento que pasamos por alto y ahora solo veía a papá hecho piedra, con sus ojos como platos. Aquel frío volvió, y nuevamente no me pude mover, ahora estaba solo, escuchaba sus pisadas en la nieve acercándose cada vez más a mí, mi corazón no tenía fuerzas para seguir latiendo, pero aún así lo hacía debido al miedo y a la adrenalina, mi cuerpo en la nieve y mi mirada en papá, alejándose cada vez más, corriendo como nunca lo vi correr, se hizo cada vez más pequeño con la distancia y en poco tiempo me vi rodeado de blancura, mi pelaje a pesar de estar bañado de sangre seguía dando la ilusión de ser completamente blanco y sentí un hoyo en mi piel negra, lloré, lloré lo que no había llorado en años, lloré la muerte de mi hermano, lloré la muerte de mamá, lloré por papá y la soledad que ahora le aguarda, lloré por mí, pobre de mí, inmóvil y a merced de un monstruo desconocido. El frío nunca se fue, sentí como un dolor en el pecho me impidió respirar y la sensación de no sentir mis patas, mis huesos y el peso de mi cuerpo se apoderó de mí. Me hice uno con la blancura que antes solo veía y pisaba, vi unas botas, escuché unas voces y me convertí en blancura eterna.


-La caza indiscriminada e ilegal junto con el calentamiento global y la contaminación destruyen los hábitats y acaban con las vidas de los osos polares. Estos animales están en la lista de animales en vía de extinción y se espera que para el 2050 se pierda cerca del 30% de su población si no se hace algo al respecto.-

Tatiana Urrea Naveros 

Blancura EternaWhere stories live. Discover now