Prólogo

314 15 2
                                    

En una habitación desconocida y oscura se encontraban, 5 niños que lloraban y sollozaban pidiendo a su madre o deseaban no estar en esa habitación.

Por qué estaban ahí fue simplemente por confiar en un extraño. Un extraño que los encerró ahí.

_- Shhh-_ pidió uno de los 5 niños, ya que logró escuchar algo.

Los niños quedaron en silencio, sin saber por qué les había pedido eso. Sollozando en silencio sin poder retener las saladas lágrimas que bajaban por sus mejillas.

El silencio reveló el tenue sonido, era...

_-Pasos-_ habló con ilusión uno de ellos. _-¿Tal vez nos escucharon?-_ Preguntó con sus ojitos llorosos de ilusión y de esperanza.

_-N-no creo que sea buena idea-_ Le dijo tembloroso al otro niño.

_-V-vale la pena intentarlo, ¿no? ¿Qué es lo peor que podría pasar? Quién sabe, ¡Hasta podría ser alguien que nos busca!-_ le contradijo al otro niño.

_-¡ESTAMOS AQUÍ! ¡AYUDA!-_ Gritaron en busca que los oyeran y pudiesen salir.

Cómo si el destino le respondiera la puerta se abrió. Con ilusión y esperanza, su edad salió a flote haciendo que correrán hacia la puerta.

En sus pequeñas e inocentes mentes, atrás de la puerta estarían sus madres o a alguien que los buscaba y los llevarían con ellas. Y así se acabaría está horrible pesadilla.

Por qué eso es para ellos, una horrible pesadilla de la cuál van a despertar.

Hasta que su ilusión, esperanza e inocencia los abandonó, remplazados por el temor y terror así como la adrenalina por lo que estaba frente suyo.

Ya que no era como ellos se los imaginaron, no eran sus madres, no eran los trabajadores o alguien que los venía a buscar.

No, no era nada de eso. Era-

_-T-tu-_ dijo en un susurro uno de ellos.

_-Hora del juego-_ habló con una sádica, siniestra y tenebrosa voz aquel hombre.

Si, el mismo hombre en el que confiaron, y quién los encerró ahí era el que estaba parado y frente suyo con un cuchillo en manos, con una sonrisa que revelaba la locura, crueldad y malicia que los perseguiría por el resto de sus días.

_-¿Por qué?-_ preguntó mientras él y los demás niños retrocedían.

El hombre en cambio solo se encogió de hombros sin borrar la sonrisa de su rostro.

_-Porque es divertido-_ respondió.

Al final, las paredes eran tan gruesas que nadie escuchó los gritos de aquellas inocentes almas.

Pero esto no se acaba aquí, ¿Verdad?

Que comience el juegoМесто, где живут истории. Откройте их для себя