charlas nocturnas.

2.1K 245 247
                                    

Te despertaste con el sonido de un silencioso arrastrado de pies en la esquina de la habitación.

Abriste los ojos pero no te atreviste a moverte.
El mundo mágico se había vuelto cada vez más peligroso últimamente, así que estabas aterrorizada de que pudiera haber algún mago oscuro acechando en la oscuridad, listo para secuestrarte.
Entonces escuchaste a alguien golpearse el dedo del pie y el sonido de un grito ahogado alivió tu miedo.

—¿Ron? —preguntaste, sin miedo a los misteriosos ruidos en la habitación. Te volteaste en la cama y ahora estabas frente a él.

Tus mejillas se sonrojaron de inmediato con un profundo tono rojo. Sea lo que sea que esperabas ver cuando te volteaste, definitivamente no era un Ron sin camisa.

—H-hola. Lo siento... em... pensé que estabas dormida. —Tartamudeó, como si estuviera paralizado.

Tu cerebro estaba teniendo una intensa discusión con tus ojos para evitar que cayeran de la cara de Ron a su torso desnudo. Desafortunadamente, estabas débil, por lo que tu mirada bajó ligeramente y tu rostro se puso aún más rojo. Los años de Quidditch parecían haber dado sus frutos porque
el pecho de Ron estaba tonificado. Las pecas cubrían sus hombros y pecho como constelaciones y luchaste contra el impulso de pasar los dedos por cada una de ellas. Hiciste tu mejor esfuerzo para no notar su prominente línea en V que conducía a la cintura de la parte inferior de su pijama.

La cara de Ron era del mismo color que su cabello mientras se apresuraba a ponerse una camisa, para tu gran decepción.

—No podía dormir bien con ropa normal, así que vine a buscar un pijama... no era mi intención despertarte... —murmuró en voz baja, con los ojos fijos en una competencia de miradas con el suelo.

Te tomó un segundo enfocar tu atención en sus palabras cuando todo lo que tu cerebro pensaba era en él medio desnudo hace solo un momento.

—Está bien... —dijiste, igualando su tono suave.

Un extraño silencio llenó la habitación, un silencio que generalmente no estaba presente en las conversaciones con tu mejor amigo.

Te acercaste a la pared, haciendo tanto espacio como pudiste en la cama pequeña.
Ron escuchó tu señal silenciosa y se acostó a tu lado, cruzando los brazos detrás de su cuello mientras se apoyaba en el marco de la cama.

—¿El sofá no te trata bien? —le preguntaste, manteniendo tu tono ligero con la esperanza de que él no se hubiera dado cuenta de cómo te lo estabas mirando hace un minuto.

Él gimió, —No sé cuántos años tiene ese sofá, pero
creo que mi mamá lo consiguió antes de que ella y papá estuvieran casados. Es como dormir en las rocas.

—Puedo dormir aqui si quieres. —ofreciste, sintiéndote culpable por tomar su habitación.

Ron estaba negando con la cabeza incluso antes de que terminaras tu oración.
—De ninguna manera, soy un caballero. No puedo hacer eso. —Te dijo. Resoplaste ante su elección de palabras.

—Eres lo más alejado a eso. —bromeaste.

Juguetonamente te dio una palmada en el hombro.

—¡Es verdad! —Te defendiste. —No creo que hayamos tenido una conversación en el comedor en la que no estés hablando con la boca llena.

Sus hombros, vestidos con su camisa de pijama roja de los Chudley Cannons, subían y bajaban con una risa silenciosa. Notaste que había un pequeño agujero en el medio de la camisa y podías ver su piel pálida moviéndose debajo de la tela.

Obligando a tus ojos a volver a mirarlos, trataste de cambiar de tema.
—Entonces, ¿por qué estuviste en el Callejón Diagon durante tanto tiempo? —preguntaste nerviosamente, rezando para que no se hubiera dado cuenta de que tus ojos traicionaban tu mejor juicio una vez más.

Summer at the burrow. ᵗᵉʳᵐⁱⁿᵃᵈᵃWhere stories live. Discover now