[UNO]

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Ella era tan hermosa como decía todo el mundo, quizá todavía más.

Niall Horan ajustó el objetivo de su cámara para enfocar la cara de ella. Su ceño estaba fruncido por la preocupación mientras miraba con cautela hacia su izquierda y luego a la derecha. Segura de que contaba con intimidad, con lentitud dejó deslizar el gran abrigo de zorro blanco a lo largo de su cuerpo.

Debajo, ella estaba desnuda.

El aliento de Niall quedó preso en su garganta. Estuvo a punto de dejar caer la cámara. Eso fue suficiente para hacerle recordar por qué estaba allí. Con rapidez tomó una serie de fotografías cuando ella se metía con calma dentro del agua burbujeante de la bañera, que se encontraba en el exterior.

Cerró los ojos y una lenta sonrisa alteró las facciones de ella mientras el calor parecía hacer efecto. El accionaba la cámara con rapidez, sintiéndose un «mirón», pero ése era su trabajo: sorprender a la gente en su estado natural, y Alexandra Beck era noticia. Sin embargo, algo dentro de él se retorcía de disgusto, sin importar cuánto dinero hubiera de por medio, sin importar lo desesperadamente que lo necesitase.

Ella se movió en el agua. Sus senos surgieron a la vista, con sus rosados pezones erectos. El cuerpo de él respondió a ella como una cerilla a una llama. Sentía una inesperada tensión en sus vaqueros y cambió de posición para aliviar la presión. ¡Era ridículo! Él había visto antes mujeres desnudas en su trabajo y siempre las había contemplado de forma objetiva. ¿Por qué esa mujer era diferente?

El hecho era que él había estado fuera del país la mayor parte de los últimos cinco años, y quizá a eso se debiera su súbita reacción. Las relaciones duraderas eran difíciles de conservar en los oscuros países del Tercer Mundo y a él nunca le habían gustado las relaciones de una noche. Soltó un gruñido de disgusto y, como precaución, consiguió unas cuantas tomas más.

Ella estaba de pie en el agua, en una completa vista frontal que desvaneció todos sus razonamientos. La visión de ella de pie como una diosa en mitad de un antiguo pozo de sacrificio, hizo que sus sienes palpitaran. Eso, y la prueba de que ese cabello salvaje de color miel y reflejos rojizos era absoluta, positiva e innegablemente natural.

Dos tomas más fue todo lo que tuvo tiempo de hacer antes de que ella se envolviera en el abrigo y se calzara unas botas de piel que hacían juego. En un instante había desaparecido a través de la puerta de su villa, encaramada en la ladera de la montaña, detrás de un lujoso centro recreativo para aficionados al esquí, en Vermont.

Niall retiró la cámara de su rostro. Estaba bañado en sudor a pesar del fresco viento de marzo. Afortunadamente ese día había hecho unas buenas tomas. A juzgar por su reacción hacia ella, era mejor que se pusiera en camino antes de que tuvieran la oportunidad de verse frente a frente. Ese tipo de complicaciones era algo que definitivamente no necesitaba en su vida en ese preciso momento.

Llamaría a Joe y le diría lo que tenía; eso debía de ser suficiente. Las fotografías del desnudo venderían millones de periodicuchos. Podía imaginar la luminosa sonrisa de Joe y se estremeció. Esa era la mentalidad de los periódicos nacionales y dejaría que le pagaran su dinero para que él pudiera salir como un demonio de allí y dejar de tentar al destino.

En primer lugar, el destino era su razón para estar allí. Su próximo trabajo tendría lugar en África y para contrarrestar el insoportable calor que estaba próximo a soportar, Niall había planeado descansar en un lugar barato para esquiar, pero en el momento en que entró en la camioneta para dirigirse al aeropuerto, afloró su instinto de periodista.

Ella estaba sentada sola en la parte trasera de la camioneta. Por supuesto, él se había fijado en ella desde el principio. Aunque iba completamente cubierta, con sombrero, guantes, bufanda y gafas de sol, tenía la palabra «clase» escrita sobre ella. Él la ignoró durante la mayor parte del trayecto, especulando sobre quién sería o por qué parecía esconderse. Entonces, la vieja mano del destino surgió y lo tocó en la forma de un precoz chiquillo de dos años que no podía mantenerse sentado. El niño se había soltado de su madre para agarrar el sombrero tipo turbante que lucía la elegante dama.

Niña Rica - Niall Horan.Where stories live. Discover now